Posteado por: B&T | domingo, noviembre 13, 2011

Los judíos y las Cruzadas: ¿Shoa medieval?

Título: Los judíos y las Cruzadas: ¿«Shoa» medieval?
Autor: Dr. Vincent T. Ryan
Original en inglés: The Jews and the Crusaders: Medieval Shoa? (segundo artículo)
Traducción: Alejandro Villarreal -nov. 2011- Nota, énfasis e imágen añadida

Los trabajos históricos dedicados al público en general, frecuentemente reflejan cierto criticismo y presunción académica. Debido a la envidia que provocan estos trabajos por su gran aceptación entre el público, ciertos profesionales de la historia muchas veces descartan estos trabajos de antemano, y casi siempre con razón, ya que es frecuente que esta historiografía está plagada de errores. Sin embargo, un problema, incluso mayor, es el que provocan estas narrativas populares sobre la consciencia histórica del público lector.

El Dr. Vincent T. Ryan es coautor del libro «Crusades - Medieval Worlds in Conflict». Recibió su doctorado por la Universidad de San Luis Mossouri, es autor de varios artículos y revisiones de libros sobre el tema de las Cruzadas.

Un error reciente es la afirmación sobre masacres a grupos judíos durante las Cruzadas que presagiarían el «holocausto» nazi. Terry Jones y Alan Ereira, el duo detrás de esta visión muy esparcida e imprecisa, en el documental de A&E Crusades, sostienen que los pogromos judíos fueron testigos de una persecución sistemática y una eliminación de la minoría hebrea, muy parecido a lo que se cuenta del «holocausto» del siglo XX. Arno Mayer realiza una conexión explícita fundamentándose en Jones y Ereira:

«No se pueden negar las impactantes homologías entre la matanza de los judíos que acompañó a las cruzadas originales y el exterminio de los judíos presentes en la Operación Barbarroja.»

Nota de B&T: Pogromo.- (Del ruso pogrom, devastación, destrucción). 1. m. Matanza y robo de gente indefensa por una multitud enfurecida. 2. m. por antonom. Asalto a las juderías con matanza de sus habitantes. Diccionario de la Real Academia Española.

En su reciente y controversial estudio, Constantine’s Sword: The Church and the Jews (La espada de Constantino: La Iglesia y los judíos), James Carroll está de acuerdo con tales declaraciones, describiendo estos ataques como «el ensayo europeo para el exterminio de los judíos inconformes.» Sin embargo, la interpretación de Carroll agrega un nuevo giro, ya que el autor ve a las Cruzadas como algo inherentemente antisemita, considerando los ataques a los judíos como la consecuencia natural del nuevo movimiento [1].

El llamado a las armas.

Para valorar las declaraciones de estos conocidos trabajos, es necesario un análisis más profundo a los pogromos judíos durante la Primera Cruzada. En el Concilio de Clermont, en 1095, Urbano II convocó una expedición armada al Oriente para ayudar a los hermanos cristianos y liberar Jerusalén, prometiendo la remisión de pecados para los participantes. Es muy probable que el Papa mismo no anticipara la aplastante respuesta a su llamado. El problema fue que estos reclutas no autorizados algunas veces actuaban bajo su propio criterio en la expedición, agregándole elementos radicales que podrían tener repercusiones severas. En este caso, los predicadores radicales contribuyeron al brote de violencia en los pogromos de Renania.

La imagen del judío como el asesino de Cristo fue una percepción popular desde mucho antes de los acontecimientos de 1096, provocando actos intermitentes de “resarcimiento” en contra de las comunidades hebreas en Europa. Cuando se realizó el llamado para la cruzada por la liberación de la Ciudad Santa por la ocupación musulmana, algunos cristianos se preguntaron ¿por qué no librar a Europa de los infieles antes de dirigirse a Oriente? La crónica de Salomón bar Simson captura este sentimiento:

«Ahora ha sucedido que, mientras ellos pasaban a través de los pueblos donde habitan los judíos, se les ha escuchado decir: “Miren, vamos tan lejos a buscar a los profanadores del santuario y vengarnos de los Ismaeilitas, cuando aquí, en medio de nosotros están los judíos, cuyos padres lo asesinaron y crucificaron sin razón alguna, tomemos venganza sobre ellos…”.» [2]

Aunque se trata de arengas provocadoras, esto no fue la única fuente de las masacres. Los pogromos estuvieron motivados por una combinación de venganza y codicia, las comunidades judías eran abundantes en el norte de Alemania. El financiar una expedición en cruzada podría resultar en una aventura costosa, la atracción sobre las riquezas judías fue una tentación para muchos de estos aspirantes a cruzados, pero no sólo para dirigirse a Palestina. Las crónicas son bastante explícitas al enfatizar la complicidad de muchos pobladores locales adinerados al atacar las comunidades judías. Las Crónicas Anónimas de Mainz relatan que en cada ciudad donde los cruzados llegaban, «la gente adinerada los acosaba, para que los ayudasen en su intención de destruir toda la vid y la raíz en su camino a Jerusalén.» [3] De hecho, la asistencia de esta gente fue crítica al atacar a los judíos en Mainz, ya que ellos les ofrecieron el libre paso a los cruzados por la ciudad.

Los líderes seculares y eclesiásticos habían animado la migración judía al norte de Alemania durante los siglos X y XI, creyendo que así podrían acrecentar el prestigio económico de sus respectivas ciudades. Para atraerlos, los señores y los obispos, frecuentemente ofrecían beneficios como un alto grado de autonomía. Estos privilegios fueron envidiados por el sector de la población acomodada e indudablemente fue utilizado como argumento durante su retórica provocadora ante los grupos de cruzados antijudíos.

¿Por qué sólo ocurrió en Renania?

Y así, si esta clase de manifestaciones antisemitas fueron inherentes al movimiento, como algunos argumentan, ¿por qué los pogromos sólo se manifestaban en Renania? De hecho, lo que sucedió en los pogromos no fue una respuesta intrínseca antisemita de parte de estos cruzados, sino al menos, sólo parcialmente debido al debilitamiento de la autoridad secular en la región. Las Guerra de las Investiduras de los años 70 del siglo XI habían debilitado seriamente la autoridad de la región, pues la rebelión aristocrática debilitó el poder de la corona alemana, a nivel local. El monarca había garantizado la seguridad de los judíos, pero debido a los recientes acontecimientos políticos, Enrique IV fue incapaz de reprimir los pogromos. Mientras que la persecución nazi fue exitosa porque fue implementada y promovida por el gobierno nazi, los ataques del año 1096 ocurrieron debido a que la autoridad del estado, la corona, se había debilitado.

En la primavera de 1096 muchos grupos de cruzados se dirigieron a Renania, el más notable de éstos fue el liderado por el Conde Emicho de Leiningen. En Speyer, el obispo fue capaz de proteger a los judíos de los cruzados y sólo once perdieron la vida. En las demás ciudades la resistencia fue menor. Los prelados locales trataron de proteger a las comunidades de judíos pero éstas sucumbieron ante la presión de las fuerzas antijudías. Ocurrieron masacres en Worms, Trierm Mainz y Colonia. Los atacantes ofrecieron a los judíos la opción de la conversión, pocos optaron por ésta, algunos prefirieron el suicidio o el martirio. La Crónica de Salomón bar Simson ofrece una vívida descripción de lo que sucedió en Mainz:

«El enemigo cayó sobre ellos, mató a niños y mujeres, jóvenes y ancianos, todos en un día. A los rabinos no se les concedió honor ni perdón por su edad; el enemigo no mostró misericordia por niños y lactantes, ni lástima por las mujeres a punto de dar a luz.» [4]

Los pogromos de 1096 fueron perversiones de celo cruzado, esto definitivamente estuvo fuera de toda repuesta normal. El contingente de Emicho y los otros grupúsculos antijudíos no constituían el grueso de los ejércitos cruzados, avanzando éste último hacia oriente en el verano de ese año. Los cruzados antijudíos o se disolvieron después de perpetrar estos actos atroces o fueron desbaratados durante su marcha a través de Hungría. Robert Chazan, uno de los más importantes estudiosos de la experiencia medieval judía, particularmente durante la masacre de 1096, cree que «la combinación de pensamiento radical y su débil disciplina influyó tanto para el fracaso eventual de estas bandas como para sus excesos antijudíos.» [5]

Un silencio manifiesto.

La mayoría de fuentes cristianas que informan sobre la Primera Cruzada muestran un silencio manifiesto acerca de los pogromos. Si la actividad antijudía fue inherente o defendida por el movimiento cruzado, sería una buena razón para que sus escritores lo hubiesen incluido en sus relatos. Albert de Aachen, uno de los pocos cronistas cristianos que menciona las masacres de Renania describe de forma negativa a los perpetradores, comentando la forma en que ellos se alzaron, «en un espíritu de crueldad en contra de las comunidades judías, dispersándose entre sus ciudades y asesinándolos sin piedad». Y como Robert Chazan nos recuerda, «la mayoría de los cruzados, incluyendo aquellos quienes saborearon la victoria de Jerusalén en 1099, dejaron en claro que no existía relación entre la empresa cruzada y los judíos, al no involucrarse en ataques antijudíos.» [6]

Algunos proponen o sostienen que las Cruzadas fueron inherentemente antijudías y otros sostienen paralelos con el “holocausto”, y así han citado la experiencia de los judíos en Palestina, después de la conquista de la Primera Cruzada. Es enfatizada la matanza que se suscitó después de la captura de Jerusalén en 1099 para sostener su teoría; después de un asedio de cinco semanas, los cruzados atacaron con éxito la ciudad de Jerusalén y mataron a sus ocupantes, incluyendo a los judíos que ayudaron a los musulmanes que resistían en Jerusalén. Muchos huyeron a su sinagoga y encontraron su fin cuando los cruzados incendiaron el edificio. El que los judíos hayan sido un objetivo específico es muy difícil de demostrar, ya que todos los habitantes fueron eliminados sin discriminación. Consciente de estos argumentos, el notable historiador de las Cruzadas, Jonathan Riley-Smith recientemente dijo: «sabemos que es un mito el que los cruzados hayan tenido como blanco específico a la comunidad judía de Jerusalén.» [7] La población hebrea de Acre, Hebrón, y Haifa encontraron un destino similar que la comunidad de Jerusalén. De nuevo, la brutalidad fue el resultado de la resistencia de estas ciudades contra las fuerzas cruzadas, llevando a cabo un asedio militar, y no porque fuesen judíos. Tales tácticas eran brutales, pero eran típicas tanto en los ejércitos musulmanes como en los cristianos de la región. La comunidades judías en Tiro y Ascalon, por otro lado, no fueron dañadas cuando estas ciudades fueron tomadas, debido a que sus líderes prefirieron rendirse en lugar de resistir.

De hecho, los judíos de Palestina fueron tratados bien por sus nuevos señores. Continuando la práctica anterior musulmana, los latinos requirieron que los judíos, junto con los demás habitantes no-cristianos, pagasen un impuesto religioso. A los judíos sólo les fue prohibido residir en Jerusalén, además, los cruzados no pusieron en práctica regulaciones a la vestimenta, como los musulmanes acostumbraron, y como el Cuarto Concilio Laterano recomendaba. Irónicamente, el éxito de la Primera Cruzada en realidad facilitó la migración en gran escala de judíos, de Europa hacia oriente. Y lo más importante, no existieron pogromos antijudíos en Levante (oriente), durante casi doscientos años de gobierno cruzado. Mientras que la vida en el Reino Latino de Jerusalén no fue ciertamente una utopía para los judíos, estos ejemplos contradicen la noción de que los cruzados fueron inherentemente antisemitas [o antijudíos]. La evidencia indica que los gobernantes latinos en el Levante fueron más indulgentes que sus contrapartes europeas [en Occidente], y en algunos casos, más que los propios gobernadores musulmanes, quienes fueron bien conocidos por su tolerancia. Cuando los judíos enfrentaron su fin ante la brutalidad cruzada, como en Jerusalén en 1099 o en Acre en 1104, fue dentro del contexto de la guerra total, dirigida en contra de una población que se hallaba en resistencia y donde los judíos representaban una parte insignificante en el asunto. [8]

Un vínculo fácil y falaz.

La evidencia contradice con firmeza los cargos de violento antisemitismo que es atribuido al movimiento cruzado, y aún así, las afirmaciones contrarias persisten. La interpretación de Mayer es representativa de aquellos quienes tratan de elaborar vínculos ordenados y directos entre estos acontecimientos históricos. En este caso, el “holocausto” es el acontecimiento central donde se citan los pogromos de 1096 que supuestamente los “antecedieron” y prepararon el camino de los “horrores” de los años 30 y 40 del siglo XX. Esta opinión es reduccionismo histórico y la visión de Jones/Ereira es un ejemplo notable de este desvío. Estos trabajos buscan, como objetivo, tratar de relacionar a las Cruzadas con las dinámicas y acontecimientos intrincados de la presente situación en la Ciudad Santa, donde los autores se ven forzados a realizar afirmaciones ingenuas, anacrónicas e imprecisas acerca del impacto de los acontecimientos medievales [9]. Ciertamente, el más ridículo de éstos es que las Cruzadas fueron la causa del actual fanatismo islámico [10].

Desde la perspectiva católica, el libro de Carrol es probablemente el más intrigante. Éste es la raíz de algunas afirmaciones históricas recientes hechas por “católicos” progresistas quienes desean justificar sus críticas o su disensión con la enseñanza de la Iglesia, al exponer supuestas conductas inapropiadas de la Iglesia de los últimos dos mil años [11]. En el caso de Carrol, el argumenta que ha existido un inherente antisemitismo en el catolicismo, desde el tiempo de Constantino. Las Cruzadas, para él, son sólo la manifestación de esta intolerancia.

Pasando por alto el problema que esta tesis general presenta en nuestra presente discusión, consideremos el uso deficiente de la terminología, tanto en la visión del libro de Carrol como en el campo de concentración del “primer holocausto”, es decir, la confusión entre antijudaísmo y antisemitismo. Éste último es una ideología del siglo XIX que tiene raíces en una teoría racial. Edith Stein fue enviada a Auschwitz debido a su herencia judía, el que ella haya sido católica practicante no tuvo importancia para los nazis. Su defecto “judío” sólo podía rectificarse mediante su apresamiento. El antijudaísmo, por otro lado, incluye la discriminación o la persecución en contra de judíos con la idea de una distinción religiosa. Aquellos quienes estuvieron detrás de los asaltos de 1096 ofrecieron a sus víctimas la opción de la conversión, muchos judíos en Regensburgo se convirtieron y no fueron lastimados, la mayoría, en otras ciudades, tampoco sufrieron consecuencias atroces.

Las masacres de Renania fueron el resultado de muchos factores: antijudaísmo distorsionado por un radical celo cruzado, poca disciplina de los grupos que se combinaron con otros grupos locales hostiles y la debilidad de las más altas autoridades de la región. Es seguro que la herencia medieval antijudía fue crítica en la aceptación del antisemitismo del siglo XIX. Sin embargo, los esfuerzos que quieren relacionar los pogromos de 1096 con el “holocausto”, ignoran los acontecimientos específicos que hicieron posible al primero o las motivaciones que hicieron posible el segundo. El cargo de que las Cruzadas produjeron un antijudaísmo generalizado o que fueron de naturaleza antijudía tiene, como hemos visto, pocas bases en los hechos históricos. Además, la afirmación de que los cruzados fueron un ensayo para el“genocidio antisemita” del “holocausto” tampoco tiene fundamento. Aquellos quienes promueven tales visiones lo hacen para promover sus agendas, sus ideologías y sus ventas de libros.

Notas:

[1] Terry Jones and Alan Ereira, Crusades (New York: Facts on File Inc., 1995), p. 28; Arno Mayer, Why Did the Heavens Not Darken? The»Final Solution» in History (New York: Pantheon Books, 1988), p. 226; James Carroll, Constantine’s Sword: The Church and the Jews (Boston: Houghton Mifflin, 2001), p. 248.

[2] «The Chronicle of Solomon bar Simson,» in Shlomo Eidelberg, The Jews and the Crusaders: The Hebrew Chronicles of the First and Second Crusades (Madison: University of Wisconsin Press, 1977), p. 22.

[3] «Mainz Anonymous» in Eidelberg, p. 100.

[4] «The Chronicle of Solomon bar Simson,» p. 34.

[5] Robert Chazan, In the Year 1096: the First Crusade and the Jews (Philadelphia: Jerusalem Publication Society, 1996), p. 55.

[6] August C. Krey, The First Crusade: the Accounts of Eye-Witnesses and Participants (Princeton: Princeton University Press, 1921), p. 54; Chazan, p. 24.

[7] Jonathan Riley-Smith, «Rethinking the Crusades,» First Things (March 2000), pp. 20-23.

[8] Details concerning the Jewish experience under crusader rule can be found in many of the works by the late Israeli scholar Joshua Prawer. For the most thorough examination see his The History of the Jews in the Latin Kingdom of Jerusalem (Oxford: Clarendon Press, 1988).

[9] No doubt to capitalize on recent events, Doubleday has reissued Karen Armstrong’s Holy War: the Crusades and their Impact on Today’s World — a work with the same flawed goal as Jones and Ereira but with less preposterous assertions.

[10] Jones and Ereira, p. 240.

[11] Gary Wills’ Papal Sin is another prominent example that falls in this category.

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Traducción de Alejandro Villarreal de bibliaytradicion.wordpress.com

SOBRE la REPRODUCCIÓN del CONTENIDO de B&T: Se concede el permiso para reproducir, total o parcialmente, las traducciones originales de este blog, en otras páginas o blogs, con la condición de mencionar el origen del mismo, así como a su autor original y el nombre del traductor. El autor de B&T hace lo correspondiente al tomar material de otras páginas, sin excepción, y a pesar de no concordar totalmente con las ideas de otras webs o autores, creyendo que en esto reside un simple pero no despreciable acto de honestidad.


Respuestas

  1. ¡Alejandro, yo no sé cómo puedes creer tantas mentiras!

    • A Ud. le digo lo mismo que a cierto personaje que ronda por estos foros, cual espectro que no encuentra descanso: ¿Y sus fuentes?, porque es muy fácil hablar, «rumorar», denostar, insultar, etc. ¡Vengan las fuentes! Mire que un doctor en historia me parece mucho más creíble que alguien que tilda de burros a media humanidad (y que sólo le alcanzó para medio post)

      • Este es el breve texto de «Complot contra la Iglesia» respecto a los hechos de 1096 durante la Primera Cruzada:
        +
        Cuando se inició el martirologio del judaísmo medieval con las matanzas del Rin, durante la primera Cruzada (1096), numerosas personas aceptaron el bautismo para salvar la vida. Más tarde, alentados y protegidos por Salomón ben Isaac de Troyes (Raschi), el gran sabio francojudío, muchos de ellos retornaron a la fe mosaica, por más que las autoridades eclesiásticas veían con malos ojos la pérdida de esas almas preciosas, ganadas por ellos para la Iglesia. El fenómeno del marranismo va, sin embargo, más allá de la conversión forzosa y de la consecuente práctica del judaísmo en secreto.
        +
        Aunque breve, no contradice en nada lo dicho por este historiador (Ryan), no contradice que hubo una matanza en 1096, pero Ryan va más allá para discernir las causas y si de verdad fue un hecho ordinario o por el contrario extraordinario. Seguiré esperando (sentado), sus fuentes que con toda autoridad contradicen estos hechos.

  2. El fin principal de todo esto es desprestigiar a la Iglesia Católica, es la nueva corriente de moda. a la Iglesia se la acusa hoy en día de genocidios, destruir culturas, oscurantismo, supersticiones, propagadora de epidemias, atraso del progreso y una larga lista de etceteras y ridículamente se le ha exigido que dé a diestra y siniestra disculpas por causar tantos males a la humanidad

    Incluso los anticristos modernos estan dispuestos a aceptar a Jesucristo pero «sin» iglesia y ponerlo en algun rincón junto a otros hombres ilustres, de vez en cuando revisar sus palabras seleccionandolas como frases de un hombre célebre y dejarlo por la paz

    Detras de todo este desorden encontramos a los grandes medios masivos como propagadores imparciales en donde sospechosamente encontramos tambien un gran numero de judíos como dueños o accionistas mayoritarios de agencias de noticias, editoras de «best sellers» baratos y cadenas televisoras por no mencionar al judío hollywood

    No debemos olvidar que precisamente en el tiempo a que se refiere este artículo hubo gente que afirmaba que las comunidades judías europeas no eran más que un grupo subersivo que tramaba en secreto conspiraciones contra el trono y el altar, de ahi parte el encono

    Pero es el mismo Adolfo Hitler el que nos saca esta vez de la duda, en su libro «mi lucha» detalla claramente la diferencia del antijudaísmo tradicional del que se acusaba a la cristiandad y el antijudaismo nazi

    El afirmaba que un antijudaismo religioso no tenía suficientes bases para progresar en su fin, y sostenía que el antijudaísmo del nacionalsocialismo se fundamentaba, mas que odio racial, principalmente en su lucha contra el comunismo, un comunismo en donde tambien sospechosamente encontramos un enorme número de judíos, (desde sus fundadores)

    Un comunismo en que esta vez no había conspiraciones sino una guerra abierta contra el trono y el altar

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