Parte Sexta. Condenación de la Masonería

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Contenido:

PARTE SEXTA. CONDENACIÓN DE LA MASONERÍA
CAPÍTULO I. ¿POR QUÉ LA IGLESIA CONDENA UNIVERSALMENTE LA MASONERÍA?
CAPÍTULO II. RESUMEN DE LAS CONDENACIONES DE LA IGLESIA
CAPÍTULO III. CONDENACIONES DE PARTE DE LA AUTORIDAD CIVIL
EPÍLOGO

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PARTE SEXTA
CONDENACION DE LA MASONERIA

CAPITULO I
¿POR QUE LA IGLESIA CONDENA UNIVERSALMENTE LA MASONERIA?

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163. – Condenación evidentemente justificada

Lo dicho hasta aquí justifica plenísirnamente la constante y enérgica condenación que muchos de los Papas han estado haciendo de la Masonería desde que comenzaron a ver sus obras y a conocer su espíritu y tendencias. Esa condenación la encontrarán conveniente y justa no sólo los hombres de fe, sino también los mismos que sólo tienen por norma de sus juicios y conducta la sola razón natural, si son sinceros.

En cuanto al Católico, sabiendo que la Iglesia tiene por misión atraer a sí todos los hombres y que con ese fin usa de inagotable paciencia y a nadie condena y arroja de su seno por el solo hecho de ser pecador, si ya a priori podía estar convencido de la razón de la Iglesia, después de tener una idea de la Masonería, más veraz que la que suelen presentarle los masones y de la que ellos mismos suelen tener, no podrá menos de encontrar del todo necesaria esa condenación, y necesario también de que ella llegue a conocimiento de todos los católicos.
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164. – Consideración y consulta.

Mis amigos ingleses y americanos me van a disculpar si, tal vez, les voy a disipar una noble persuación que les halaga. Su conducta para conmigo y para con la Iglesia, por lo general, sólo ha merecido mi gratitud, especialmente tratándose de personas que no profesan mi religión. Yo mismo había llegado a creer que la Masonería inglesa, como se la suele llamar, no tenía que ver con la chilena o latina. Eso me hizo consultar a Roma sobre si debía hacer alguna diferencia con los masones ingleses cuando quisieran entrar en la iglesia Católica. La respuesta me hizo salir de mi error. Estudiando el asunto de la Masonería, he lIegado a la conclusión de que la institución es la misma y de que si la conducta de unos y otros es distinta, se debe en parte a la razón que se ha dado al tratar de la Masonería y el protestantismo, y en parte a que, tratándose de personas serias por carácter y educación, se usa con los miembros de la logia inglesa toda la circunspección necesaria para que tales personas no abran los ojos y abandonen la Orden. Ese estudio me ha hecho admirar una vez más la prudencia con que se procede en Roma y lo bien informada que está la autoridad consultada.
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165. – La Gran Logia Madre: su acción internacional

La Masonería inglesa ha sido la fuente desde donde se ha difundido por toda Europa, y después por América, esa Masonería revolucionaria, llena de impiedad y de furia contra el Catolicismo. Esa es cosa muy sabida. La obra de descristianización de la Masonería inglesa es más silenciosa; pero es constante. La prueba la dan los ministros protestantes, que tantas veces son los primeros en negar los dogmas fundamentales del Cristianismo, con gran escándalo de los fieles. «He traído», dice Eckert, «la historia de la Francmasonería en Inglaterra hasta una época muy cercana a nosotros; no sólo porque la Inglaterra ha sido la madre de la Francmasonería moderna en el continente y aún en América, sino también porque de ella es de donde parten los hilos conductores que dirigen hoy la asociación masónica, hilos que, sin esta historia, sería imposible coger» (II, p. 55). Ver también p. 79, etc.

En los esfuerzos de la revolución italiana contra el Papa, los masones ingleses y los de Estados Unidos ayudaron poderosamente con dinero, si bien buena parte de ese dinero fuera sustraído por Lemmi para sus intereses particulares, corno lo asegura Margiotta (A. L., 142).

Lord Palmerston, Patriarca de la Masonería Europea y Ministro inglés, usaba de ambas potestades para trastornar el reino de Nápoles y ayudar a los hermanos de Italia como para revolucionar el resto del mundo (Ver Eckert, II, 242, Sigs.). En abril de 1864, Garibaldi, recibido pomposamente en Londres por los ministros, diputados y lores, y 30 mil espectadores, hizo esta declaración: «Nápoles sería aún de los Borbones, sin la ayuda de Palmerston; y sin la flota inglesa yo no habría podido pasar el estrecho de Messina» (Cit. por Mgr. Rosset. la F. F.., p.60).

Refiriéndose a la revolución portuguesa de 1920, dice Webster (p. 288) que los masones dirigentes de ese movimiento se abrigaron detrás del nombre de Inglaterra. «¿Cómo, dijeron al pueblo, podéis acusar a las logias de ser clubes de asesinato, cuando la Masonería está dirigida por Inlaterra y tiene al rey Eduardo por Gran Maestre?». Refiere, en seguida, que un testigo de los desórdenes le declaró que si la Gran Logia de Inglaterra hubiera publicado siquiera en la prensa continental un aviso, separándose del Gran Oriente, en general, y en particular de la Masonería Portuguesa, el poder revolucionario se habría debilitado inmensamente. La Gran Logia prefirió el silencio, con daño de su buen nombre sobre todo ante los católicos.

Alberto Pike, fundador con Mazzini del Nuevo Rito Paládico Reformado, rito Luciferiano, y Pontífice Supremo no sólo de la Masonería de Estados Unidos, sino quizás también de la Masonería Universal, hacía de la destrucción del clericalismo, sobre todo en Roma, tal vez su principal preocupación. Cuando Lemmi lo consultó sobre el Congreso Masónico de Milán, Pike le contestó aprobándolo, el 15 de diciembre de 1880, y entre otras cosas, le decía: «Es menester arruinar en breve plazo las influencias cliricales en Italia; las leyes contra las congregaciones religiosas no son observadas ahí. ¿Valía la pena trabajar tanto por obtenerlas? ¿Y las escuelas? Siempre se da en ellas la instrucción católica. Haced protestar por medio de las logias. Sería aún necesdario que el Congreso emitiera un voto a favor de la creación de un liceo de niñas; pero conseguid eso tomando las precauciones útiles y teniendo cuidado de alcanzar también que no se ponga en ellos un sacerdote capellan» (Margiotta, 142-143).

Hay que leer el odio satánico al papado con que solía escribir (Cath. Encycl.)
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166. – Juicio que se formó un alto jefe inglés

Es sabido que Lord Ripon, Gran Maestre de la Masonería inglesa, y Virrey que fue de la India, asombrado de las condenaciones que el Papa Pío IX había fulminado contra la Masonería, estudió con sinceridad el asunto y de su estudio sacó la resolución de dejar no sólo la Masonería, sino también el protestantismo, haciéndose sincero católico. ¿Quién mejor que él estaba en situación de estudiar y llegar a darse cuenta no sólo de los torcidos manejos y planes de la Masonería, sino de la Oposición que tiene con el cristianismo?
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167. – Odio de la Masonería norteamericana al Catolicismo

Ya he dicho antes que la Masonería de Estados Unidos, por lo general, marcha al unísono con la de todo el mundo; mucha parte se ha unido al Gran Oriente de Francia y rebosa de odio a la Iglesia católica ; sus cuarenta y tantos periódicos abundan en invectivas contra la Iglesia de Roma y contra el Papa en algunas de sus logias, en lugar del nombre de Jehovahi para nombrar a Dios, han determinado nombrarlo con el nombre de Yah, el dios-sol de los Sirios; de On, el dios-sol de los Egipcios y el de Bal o Baal, el dios-fuego de los Caldeos, cuyo culto había sido tan gravemente probibido por Jehová.

El odio de la Masonería norteamericana por la enseñanza religiosa, especialmente por la enseñanza Católica, es el mismo de todas las logias del mundo. Movidos por él han conseguido dictar la ley de la enseñanza única fiscal y obligatoria y, por supuesto, laica en dos o tres estados, ley que, para bien de la libertad y de la religión no ha podido subsistir por inconstitucional. Lo que no quita que se siga la campaña con todo ardor para preparar el terreno a la reforma de la Constitución y alcanzar lo que tanto se anhela en ese país llamado de la libertad.

Ya sabemos también que según las explicaciones de los más culminantes doctores masones de Estados Unidos, el dios de la Masonería está muy lejos de ser el Dios de los Cristianos o de los Mahometanos o Judíos; es un dios del paganismo; cualquiera puede ser, la naturaleza, el sol, la carne, o sea la concupiscencia, etc., rnenos el verdadero Dios, el Dios Personal, distinto del mundo y Creador, del Cristianismo.
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168. – Unidad fundamental de la Masonería

Preuss, en su obra A Study in American Freemasonry, dedica un capítulo a estudiar la unidad de la Masonería Norteamericana con la Europea, y llega a la conclusión de que son «una misma cosa en su verdadero y esotérico espíritu; una en su anhelo y objeto; una en su luz y doctrina; una en su filosofía y religión; formando, por tanto, una sola familia, una sola institución, una hermandad, una orden… que anhela en su catolicidad sustítuirse a la Iglesia Católica establecida por Cristo». Lo mismo comprueba en el apéndice con el Congreso Mundial del Rito Escocés, tenido en Bruselas, en el cual estuvieron representados los Supremos Consejos de Estados Unidos, de Inglaterra, y de todas las Repúblicas Americanas, Chile entre ellas.

Es cierto que la Gran Logia de Nueva York ha declarado que no quiere unión con las logias que no admiten a Dios ni la Biblia; pero eso no es una ruptura absoluta ni mucho menos definitiva, como se desprende de las mismas declaraciones de su Gran Maestre, William A. Rowan, que publica The Builder, de marzo de este año: «Hay un solo Dios, Padre de todos los hombres: he aquí la roca sobre la cual edificamos; la Santa Biblia es la Gran Cruz en la Masonería, como la regla y la guía para la fe y la práctica; en fin la adhesión a las constituciones dirige nuestro procedimiento. Sobre estos principios, me atrevo a decirlo, es sobre los cuales nuestra Gran Jurisdicción se unirá a todas las Grandes Jurisdicciones del Universo, con la mira de una mejor inteligencia recíproca, de relaciones más estrechas,
y de una acción común para realizar la unidad masónica y hacer progresar el espíritu de la Fraternidad» (Rev. des SS. Secr,, 341, 1925).

Jamás hay que olvidar lo que a veces se ha declarado en el seno de la Masonería, que toda ella está contenida en los tres primeros grados, de los cuales los demás no son más que el desarrollo y perfeccionamiento. Ya he hecho notar que desde la iniciación del aprendiz, se hace la apostasía de toda fe sobrenatural y se siembra la semilla de toda rebelión; eso si que bajo los velos de los símbolos, que no dejan ver el engaño sino cuando el ánimo está ya educado para aceptarlo.

La Masonería inglesa o americana no son, pues distintas de la Masonería latina o latinoamericana, sino accidentamente, en cierta forma externa, que en Estados Unidos no se guarda tan bien como en Inglaterra; pero una y otra están sirviendo de base como todas las demás, a esa misteriosa pirámide en cuya cúspide se adora a Satanás, se reniega de Jesucristo y de Dios, y se enseña como ideal de la humanidad la rebelión más universal y la licencia de costumbres más absoluta.

Yo estoy convencido de que entre los masones ingleses hay muchos que creen con sinceridad en la bondad de una institución que cuenta entre sus miembros a los mismos príncipes reales; pero ya se ha visto antes lo que ello significa. Por lo mismo que creo en la sinceridad de muchos masones ingleses, creo también que el día en que se den cuenta del verdadero espíritu y de la historia de la Masonería, ese mismo día pensarán que no es honrado seguir más en ella e imitarán a Lord Ripon y a tantos otros altamente graduados en la Masonería, que han abandonado la sociedad a la cual su conciencia les reprobaba pertenecer.
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CAPITULO II
RESUMEN DE LAS CONDENACIONES DE LA IGLESIA

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169. – Términos del Derecho Canónico vigente

La condenación de la Iglesia está actualmente en los siguientes términos del canon 2335 del Código de Derecho Canónico: LOS QUE DAN SU NOMBRE A LA SECTA MASONICA O A OTRAS ASOCIACIONES DEL MISMO GENERO QUE CONSPIRAN CONTRA LA IGLESIA O LAS LEGITIMAS POTESTADES CIVILES, CONTRAEN POR EL MISMO HECHO EXCOMUNIÓN SIMPLEMENTE RESERVADA A LA SEDE APÓSTOLICA..

El canon siguiente condena con mayores penas a los clérigos que cometan ese delito.

Aunque esto sólo sería bastante para que los católicos tuvieran horror a la Masonería, sin embargo, creo conveniente presentar a los lectores algunos de los juicios que los Papas han ido emitiendo sobre ella, sintiendo tener que hacerlo en forma tan breve.
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170. – Constitución «ln Eminenti», de Clemente XII

Clemente XII (1738), hablando de la Masonería en su Constitución In Eminenti, dice: «Tal es la naturaleza del crimen que se traiciona a sí mismo, y que los propios esfuerzos que se hacen para ocultar lo hacen notar mejor. Así las sociedades dichas han despertado tan fuertes sospechas en el espíritu de los fieles, que afiliarse a ella es, a los ojos de las personas sensatas y honradas, mancharse con el signo de una completa perversión. Y en efecto, si esos hombres no hiciesen el mal, ¿tendrían tan grande horror a la luz? Esta reprobación universal ha llegado a ser tan manifiesta, que en muchos países el mismo poder secular, ya desde algún tiempo, ha proscrito y prohibido dichas sociedades como contrarias a la seguridad de los reinos».
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171. – Constitución ‘Providas», de Benedicto XIV

El Papa Benedicto XIV, en 1751, en su Constitución «Providas», renueva la condenación: «Entre las causas muy graves que han inducido a nuestro predecesor Clemente XII, dice, a prohibir y a condenar las dichas sociedades, y que han sido expresadas en la Constitucíón más arriba mencionada, es la primera: que en estas clases de sociedades se reunen hombres de toda religión y de toda secta, lo que puede evidentemente traer los más graves daños a la pureza de la religión católica La segunda es el secreto riguroso e irnpenetrable con que se oculta todo lo que se hace en estas asambleas, de modo que se les puede aplicar bien la palabra de Cecilio Natar referida por Minucio Félix: Las cosas buenas aman siempre la publicidad, los crímenes se cubren con el secreto. La tercera es el juramento que hacen los miembros de estas sociedades de guardar inviolablemente ese secreto, como si pudiese serles permitido alegar una promesa o un juramento cualquiera para rehusar declarar, cuando sean interrogados por la autoridad legítima, lo que se hace en esos conventículos contra el orden establecido, sea religioso o político. La cuarta es que estas sociedades no son menos contrarias a las leyes civiles que a las leyes canónicas … La quinta es que ya en muchos países han sido proscritas por las leyes de los príncipes seculares. La última, en fin, es que estas sociedades están en mala reputación ante las personas prudentes y probas, y que afiliarse en ellas es, a sus ojos, mancharse con la tacha de perversidad».

Movido por esas mismas razones, el Papa recomienda a los Obispos y superiores eclesiásticos, como a los príncipes seculares, cumplir el deber que tienen de procurar extinguir dichas sociedades.
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172. – Letras Apostólicas «EccIesiam a Jesu Christo», de Pío VII

Pío VII condenó a la Masonería en general y la secta los Carbonarios de un modo especial, en sus letras Apostólicas Ecclesiam a Jesu Christo, de 13 de septiembre de 1821. Señala el carácter hipócrita de los Carbonarios, que hacen afectación de respeto por Jesucristo, su religión y su Iglesia, y tratan de propagar el racionalismo o la indiferencia religiosa, parodiando la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y haciendo irrisión de los demás misterios cristianos, y favorecen toda licencia y empresa sediciosa, permitiendo matar al que haga cualquiera revelación. Por lo cual, dice el Papa que no hay que extrañar que se hayan cometido ya tan grandes atentados en Italia.
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173. – Constitución «Quo Graviora» de León XlI

León XII, condena aún con mayor solemnidad que sus predecesores la Masonería, en su Constitución Quo graviora, de 13 de marzo de 1825, señalando especialmente la secta de los universitarios. Atribuye a las sectas la Revolución francesa, con todas las perturbaciones y sediciones que se renovaban sin cesar y las calamidades que sufría la Iglesia, «No hay que creer, dice, que si atribuímos a las sociedades secretas todos estos males y otros aún que pasamos en silencio, es falsamente y por calumnia. Las obras que los miembros de estas sectas se han atrevido a escribir sobre la religión y sobre la sociedad civil y en las cuales tratan con desprecio a la autoridad «blasfeman de la majestad», presentan a Jesucristo como un escándalo o locura y aun niegan la existencia de Dios y sostienen que el alma muere con el cuerpo; los códigos y los estatutos en los cuales se explican sus prácticas y sus proyectos, prueban evidentemente lo que hemos dicho, a saber, que estas sectas son las fuentes de donde parten tantos esfuerzos para trastornar los poderes legítimos y destruir enteramente la iglesia. En fin, es cierto e incontestable que todas estas diferentes sociedades, aún llevando distintos nombres, están aliadas entre sí por el lazo criminal de sus proyectos infames».
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174. – Encíclica «Traditi», de Pío VIII

Pío VIII escribe a los Patriarcas, Primados y Obispos de todo el mundo señalándoles el deber de fijarse en »esas asociaciones secretas de hombres facciosos, enemigos declarados de Dios y de los príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en trastornar los Estados, en perturbar todo el universo, y que, rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes. Empeñándose en ocultar bajo la religión de un juramento tenebroso la iniquidad de sus reuniones y los designios que forman en ellas, han hecho sospechar desde el principio esos espantosos atentados que hemos visto salir en estos tiempos desgraciados del fondo del abismo y que han estallado con gran daño de la religión y de los imperios».

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175. Encíclica «Mirari vos», de Gregorio XVI

Gregorio XV1, en la primera Encíclica que dirige al mundo entero, senala la Masonería como «la principal causa de todas las calamidades de la tierra y de los reinos» y como el «sumidero impuro de todas las sectas anteriores» (Enc. Mirari vos).
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176. – Encíclica «Qui pluribus» y otras Alocuciones, etc., de Pío IX

Pío IX, el calumniado de masón por la Masonería, durante su pontificado, condenó y proscribió lo secta más de veinte veces. «Entre las numerosas maquinaciones y los diversos medios de que los enemigos del hombre cristiana se han valido para atacar a la Iglesia y con los cuales han tratado, aunque en vano, de destruirla, es menester contar, sin duda alguna, Venerables Hermanos, esa secta perversa, llamada masónica vulgarmente, que oculta al principio en antros tenebrosos, ha acabado por salir a la luz, para ruina de la religión y de la sociedad civil»

«Ciertamente, ni nuestros padres ni nosotros jamás habríamos tenido que deplorar tantos movimientos sediciosos y revolucionarios, tantas guerras incendiarias que pusieron fuego a la Europa entera ni tantos males que han afligido y afligen aún a la Iglesia», dice el Papa, si los príncipes hubieran hecho caso de las exhortaciones de los Papas anteriores, que les inculcaban el deber de reprimir ir la secta peligrosa.

¿Qué significan, agrega, esos conventículos tan secretos y ese juramento tan riguroso que exige de los iniciados de no descubrir nada de todo lo que concierne a esas sociedades? ¿Por qué esas penas espantosas a las cuales se compromenten los miembros en el caso de que vinieran a faltyar a sus promesas? Ciertamente, no puede dejar de ser impía y criminal una sociedad que huye de este modo de la luz del día; porque »el que hace el mal, según la palabra de los libros santos, aborrece la luz» (Aloc. 25 Sept. 1865). Confirma en seguida el Papa las condenaciones hechas por sus predecesores.

En 29 de abril de 1876 declara Pío X que esas condenaciones y prohibiciones de la Masonería se extienden a las logias del Brasil y a las de cualquier lugar de la tierra, para destruir el engaño de los masones del Brasil que pretendían que esas condenaciones eran sólo para las logias de Europa, y no par las de América, que se ocupaban, según ellos, sólo del progreso de la civilizaciòn y de la beneficiencia.
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177, – Encíclica «Humanum Genus», de León XIII

Finalmente, el 20 de abril de 1884 salió a la luz la Encíclica HUMANUM GENUS, el documento más interesante y completo que la Iglesia haya publicado contra la Masonería, de manos del inmortal León XIII.

Es un documento que debiera vulgarizarse en todas partes, pues nada ha perdido de su importancia y autoridad; antes al conttrario, cada día resplandece con más brillo la sabiduría del que lo dictó.

1. – INTRODUCCIÓN A LA ENCÍCLICA. – Comienza el Papa recordando que, después del pecado, el género humano quedó dividido en dos ciudades, la de Dios y la de Satanás; la una que trabaja por restablecer el reinado de Dios, mediante la obediencia a sus leyes y el reconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia, y la otra que trabaja por el reinado de Satanás, con la desobediencia y la guerra a Dios, a jesucristo y a su Iglesia.

2. – REINADO DE SATANÁS. – En esta guerra, dice el Papa, la Masonería es un auxiliar poderoso del reinado de Satanás. Entra después a probarlo, manifestando que está bien al cabo de la naturaleza e intento de la Masonería «POR INDICIOS MANIFIESTOS, POR PROCESOS INSTRUIDOS, POR LA PUBLICACION DE SUS LEYES, RITOS Y ANALES, ALLEGANDOSE A ESTO MUCHAS VECES LAS DECLARACIONES MISMAS DE LOS COMPLICES». Los Papas no han hablado, pues, a ciegas, de la Masonería ni la han calumniado.

3. – DISIMULO DE LOS PLANES. – Expone el modo de disimular sus planes: «Buscan hábilmente subterfugios, tomando la máscara de literatos y sabios que se reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la vida civil».

4. – M0NSTRU0SIDAD QUE CONDENA LA RAZÓN. – Hablando de los juramentos y castigos a que se obligan y de la muerte que han sufrido algunos como castigo de la Masonería, dice el Papa: »Esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como esclavos con fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otros, de armar los asesinos procurándose la impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente, demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y probidad naturales».

5. – SUS FRUTOS DAÑOSOS. – En seguida manifiesta el Papa que los frutos de la Masonería sondañosos y acerbísimos:

Para sustituir el naturalismo al cristianismo en la civilización, se ha perseguido con odio implacable a la lglesia, al clero, a la enseñanza cristiana y sobre todo al Papado. »Aunque faltaran otros testimonios, dice el Papa, consta suficientemente lo dicho por el del los sectarios mismos, muchos de los cuales, tanto en diversas ocasiones como ultimamente, han declarado ser propio de los masones el intento de dejar cuanto puedan los católicos, con enemistad implacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones religiosas establecidas por los Papas».

Con el solo hecho de admitir hombres de toda religión, dice el Papa, se establece el indiferentismo práctico: »De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta para defender que Dios existe o que Dios no existe». Con lo cual se ve que niegan hasta las verdades más fundamentales conocidas por la razón natural, como la existencia de Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma.

Como consecuencia de esto viene el empeño por la educaciòn laica, libre, independiente y por propagar los incentivos a la corrupción de costumbres. »Esto, dice León XIII, puede confirmar una cosa más increíble de decirse que de hacerse; porque apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos, como los que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo una secta masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie en la innumerable licencia de vicios, en la seguridad de que así la tendrán sujeta a su arbitrio y atreverse a todo».

Hace ver el Papa la doctrina naturalista sobre la familia, el matrimonio civil, sin Dios; la licencia y la soberanía absoluta del pueblo; el ateísmo del Estado, cosa que se deriva del naturalismo, y que es común a los masones con los comunistas y socialistas «a cuyos designios, dice el Papa, no podrá decirse ajena la secta de los masones, como que favorece en gran manera sus intentos y conviene con ellos en los principales dogmas».

¡Ojalá, dice León XIII, todos juzgasen del árbol por sus frutos!

6.- REMEDIOS CONTRA LOS MALES. – Indicando los remedios contra los males ya causados y los peligros de mayores males por parte de la Masonería, el Papa señala los siguientes:

1. Renueva las proposiciones y prohibiciones de sus antecesores.
2. Recomienda a los Obispos que procuren quitar la máscara a la Masonería, de modo que los masones sean conocidos como son, y que «nadie por ningún titulo dé su nombre a la secta masónica… Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida.
Puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los masones abiertamente contrario a la Religión y a las buenas costumbres; pero como toda la razón de ser y la causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno».
3. La instrucción religiosa de todos, el fomento de la Ven. Orden Tercera de San Francisco y de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
4. El desvelo por la educación cristiana de la juventud, y porque desde temprano se inspire a los niños y jóvenes el horror que merecen las sociedades prohibidas por la Iglesia.
Finalmente, exhorta a la unión de los buenos en la oración y en la acción, para conseguir el auxilio divino, sin el cual serán infructuosos los demás medios.
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178. – Disposiciones Eclesiásticas acerca de la conducta que debe observarse con los masones

Terminaré este capítulo haciendo mías las palabras del Ilmo. señor Obispo de Guayana, en Venezuela, en su Pastoral de 26 de agosto de 1907, en la cual resume las reglas de conducta que la Iglesia ha prescrito observar para con los masones: «habría podido caber hasta ahora la buena fe en muchos de los que se asociaban a la secta masónica; no es nuestro objeto negar esto, y antes bien, estamos inclinados a Creer que sí; pero esa buena fe, o mejor dicho, esa ignorancia, no tiene lugar desde hoy, toda vez que la misma Masonería se ha descubierto por si y ante sí y ha declarado la guerra manifiesta contra la Religión y la Iglesia Católica. Hoy pues, no hay sino dos caminos: o pertenecer a la Masonería y quedar, como es lógico, separado del seno de la Iglesia, nuestra amorosa madre, o apartarse de la Masonería y correr a las filas de los verdaderos católicos, que son los hijos sumisos de la Iglesia, cuyas determinaciones y disposiciones deben ser obedecidas por todo cristiano que desee salvarse.

«Para mayor claridad y para que nada haya que desear, venimos a exponer las disposiciones que la Iglesia, desde tiempo atrás, ha tomado contra la Masonería y los que a ella pertenecen, después de haber lanzado contra ella y sus adeptos la excomunión mayor (latae sententiae) reservada al Papa.

«Según dichas disposiciones: 1º Ningún masón podrá ser absuelto en el santo tribunal de la Penitencia abjura de la Masonería y se separa de ella, cumpliendo por lo demás, lo dispuesto por la Congregación del Santo Oficio el 5 de agosto de 1898. 2º Ningún masón podrá ser admitido como padrino de bautismo ni confirmación. 3º Los matrimonios de los masones no se podrán celebrar en la iglesia, y el cura párroco sólo podrá presenciar tales matrimonios en la casa de los contrayentes, en su traje ordinario, sin ninguna vestidura eclesiástica, limitándose únicamente a oír su mutuo consentimiento ; y el masón deberá prometer bajo juramento que no impedirá que sus hijos sean educados en la Religión Católica. 4º El masón que muera en su secta masónica, no habiendo querido apartarse de ella, no podrá tener entierro eclesiástico. 5º Se prohibe hacer entierros a que asistan masones con alguna insignia masónica, sea ésta cual fuere. 6º Ningún masón podrá ser miembro de ninguna cofradía religiosa.
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CAPITULO III
CONDENACIONES DE PARTE DE LA AUTORIDAD CIVIL

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179. – Prohibiciones de la Masonería por el Estado en los siglos pasados

No se vaya a creer que sólo la Iglesia se ha visto amenazada por la Masonería y obligada a prohibirla, o que sólo lo haya hecho algún estado católico, influenciado por la Iglesia. De ninguna manera. Las primeras medidas tomadas por los gobiernos civiles lo fueron en paises protestantes. Holanda la prohibió en 1735; Suecia y Ginebra, en 1738; Zurich, en 1740; Berna, en 1745; en España, Portugal e Italia, se tomaron disposiciones contra ella en 1738. En Baviera fue prohibida en 1784 y 1785; en Austria, en 1795; en Baden, en 1813 ; en Rusia, en 1822. Desde 1847 fué tolerada en Baden; Desde 1850, en Baviera, y desde 1868, en Hungría y España. En Prusia (1798) se prohibió en general la Masonería, exceptuando a las tres antiguas Grandes Logias Prusianas, sujetas por el protectorado del gobierno a su severo control. En Inglaterra, un acto del Parlamento, dispuso en 1 798 «una supresión más eficaz de sociedades establecidas para sediciones y propósitos traidores y la prohibición de prácticas traidoras y sediciosas». Sólo se dejaron toleradas las logias que existían en esa fecha, regidas por las antiguas reglas de la Masonería del reino (Cath. Encyc., p.786). En los autores citados se pueden ver mas detalles.
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180. – Prohibiciones en el presente siglo

Se comprende fácilmente que teniendo la Masonería a sus hombres apostados en los más elevados e influyentes cargos del Estado, no ha de dictar o permitir que se dicte ninguna disposición que pueda serle molesta siquiera.

En Chile hemos visto cómo quedó prácticamene sin efecto el decreto de un ministro de Guerra, general de nuestro ejército, que prohibía a los miembros del ejército pertenecer a esa clase de asociaciones. Por otra parte, el carácter secreto de la Masonería conserva celosamente donde todavía no puede disponer con seguridad de los influjos del poder, la hace al menos oficialmente desconocida en muchas partes e ignorado cándidamente el alcance de su poder y de sus planes, como por desgracia sucede en naciones católicas de este continente.

En la República Argentina, la Masonería quiso salir de la condición de secta vergonzante y pidió ser reconocida por el Gobierno; pero el estudio de sus Estatutos y el informne que se pasó al Gobierno fue adverso a sus pretensiones, y el Gobierno decretó »No haber lugar al reconocimiento de la sociedad Gran Oriente Nacional del Rito Argentino, como persona jurídica», resolución que se mandó publicar en el Boletín Oficial (26 Sept. 1906).

Pero donde se ha sentido por el Gobierno más profundamente la acción maléfica de la Masonería, ha sido sin duda en Italia. Se ha comprendido que no se podía desandar el camino tan desastrosamente andado hacia el desquiciamiento social, si no se prohibían las sociedades secretas. En el número 113 he citado un fragmento del informe que se presentó a las Cámaras, cuya lectura deja en todo hombre sincero y patriota la la profunda convicción de la plenísima razón con que el Gobierno, para su seguridad, necesita saber lo que se hace en las asociaciones de sus ciudadanos y ls personas que las forman, que es lo que ha dispuesto el Gobierno del señor Mussolini, con tanta rabia de los masones. Ya se ha dicho que la Masonería no puede existir a la luz.

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181. – ¿Comienza el total cumplímiento de una profecía?

Lo que pasa en Italia y el desprecio profundo con que los intelectuales de Francia miran la Masonería y la alarma de los escritores ingleses, que son espíritu imparcial y patriótico estudian el movimiento revolucionario actual, dirigido desde Rusia, y que no han podido dejar de ver la íntima conexión del Bolchevismo con el Judaísmo y de ambos con la Masonería; además las evidentes señales de que el poder actual de la Masoneria en la casi totalidad de las naciones europeas y tal vez de las americanas dista mucho de lo que fué en los tres primeros cuartos del siglo pasado; todo esto, digo, hace pensar si no es ya el tiempo en que comienza su decadencia definitiva, después de haber llegado al cenit de su poder y gloria, según la predicción que se atribuye a la B. Ana María Taigi, dirigida a León XII, a principios del siglo XIX, con estas palabras: » Padre Santo, los francmasones no hacen actualmente mucho ruido, pero poco a poco crecerá su audacia y llegará una hora en que parecerán ser los amos absolutos. Mas Dios los quebrantará de una manera terrible» ( Rev. des SS. Secr., p. 277, 1925).

La primera parte, relativa al predominio absoluto de la Masonería, se ha cumplido ya en casi todos los países europeos ¿Comienza también a cumnplirse la segunda? Al menos así lo hacen pensar los indicios señalados.
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EPILOGO

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182. – Una palabra a la mujer católica.

Conozco algo de lo mucho que tienen que sufrir algunas madres, esposas, hijas o hermanas de masones, cuando éstos han tomado a pecho su profesión masónica. Conozco la poca o ninguna libertad de practicar su religión que se les deja y los consiguientes peligros de perder su fe a que están expuestas, a fuerza del continuo ataque que contra ella reciben, si no están suficientemente preparadas con el conocimiento de su religión y con gran firmeza de carácter.

Comprendo también cuál ha de ser la angustia de las madres cristianas al pensar que sus hijos están formando parte de aquel ejército que ha jurado guerra a Nuestro Señor Jesucristo, y que llega en su perversidad hasta negar la existencia del Ser Supremo, aparentando creer en él bajo un nombre que oculta esa negación. Me explico y aplaudo que muchas madres que se han dado cuenta del mal que encierra la Masonería hayan pedido con instancia a sus hijos la promesa de que nunca se harán masones. Me explico también que muchas señoritas hagan lo mismo con sus pretendientes, para no tener después que devorar interminables amarguras y correr grandísimos peligros de toda suerte.

Ojalá todas las señoras y señoritas cristianas hicieran otro tanto.

Eso es lo que la Iglesia desea cuando ordena que se disuada el matrimonio con masones o afiliados a sectas prohibidas (Num. 179, nota).

¡Que horrible pesadilla debe ser para un alma que tiene la fe, la idea de que aquel ser amado en la tierra, padre, esposo, hijo o hermano, está odiando lo que ellas más aman; está trabajando por destruir aquella religión que ha elevado la condición de la mujer de esclava a compañera del hombre, y que ha colocado sobre su cabeza la diadema de reina del hogar, confiándole la misión de crear y educar al hombre para hacer de él un hijo adoptivo de Jesús y feliz ciudadano de su reino eterno!

Si hay en vosotras amor a Cristo, si hay en vosotras amor a vuestra patria, con vuestras oraciones elevadas a Dios, con vuestros cariñosos ruegos a vuestros hijos, a vuestros esposos o pretendientes, a vuestros hermanos, con vuestra propia instrucción, y con el más diligente cuidado de educar también a los vuestros, podéis hacer mucho para evitar en vuestro hogar y a los vuestros la desventura de afiliarse en ese ejército de Satanás, que tanto mal ha hecho al reino de Dios, a la sociedad y a la Patria en todas partes. ¡No olvidéis que los masones son los primeros en no elegir masonas para esposas!
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183- A los masones.

No sería raro que este libro cayera en manos de algunos masones. Si ello sucediera, por cualquier motivo que sea, les ruego creer que ello ha sido como muestra de aprecio o de amor de alguna persona que lo ha procurado, y prueba de que se les juzga sinceros y rectos.

He tratado, en cuanto me ha sido posible y con toda sinceridad, de separar la causa de la Masonería en sí misma de la de los Masones en particular; porque creo ingenuanente que hay muchos que ignoran el fin y los planes de la sociedad a la cual han dado su nombre, como ignoran su verdadera constitución y quiénes son los que en último término llevan la Dirección Suprema. Estoy seguro, al mismo tiempo, de que hay en la Masonería muchos que, cuando se den cuenta del fin que lleva la institución a la cual están prestando su concurso, honradamente se retirarán de ella, como lo han hecho tantos aún altamente graduados. Podemos aún señalarlos entre los chilenos, como se hará en el artículo subsiguiente.

Además, les ruego que recapaciten y juzguen dentro de sí mismos si no es verdad que se les trajo a la Masonería con un engaño; si no es verdad que a este engaño se han seguido otros más, corno lo llevo dicho, y si es honrado, si hay sinceridad en dejarse conducir por un guía que hace del engaño su principal método y medio de comunicar sus direcciones e inspiraciones, y por un guía que oculta en las tinieblas su autoridad, su responsabilidad y su personalidad.

Finalmente, sí hay alguna palabra, sobre todo en las citas que he hecho, que pueda parecerles demasiado dura, les ruego la disculpen, ya que no tengo la menor intención de ofender a nadie y si la de hacerles el mayor bien que pueda, convencido corno estoy del extravío a que muchos han llegado mediante la Masonería.

¿Por qué os quedáis en la Masonería? Reflexionad sobre las palabras que dirige a los masones de Francia un ex hermano:

«Vosotros, francmasones, por fanatismo anticatólico. Por tanto, ¿estimáis la causa católica tan buena, tan pura, tan alta, que no la podríais atacar sino al abrigo de una organización de disimulo y de mentira? Las luchas de doctrinas pueden ser nobles y fecundas, Pero hechas en esa forma, ¡qué vergüenza para vosotros!…

«Vosotros, radicales, que en vuestro Congreso de febrero de 1925 aclamábais a vuestro jefe, Presidente del Consejo de Ministros, cuando os expresaba su voluntad inquebrantable de «probidad política», ¿es conforme al principio de probidad, en una democracia formar parte de una sociedad que aísla esta democracia con una muralla de secreto, que así se coloca encima de ella, que la gobierna sin que ella lo sepa? ¿Os entusiasmáis con el solo llamado a la probidad… y no os dais cuenta de que os hacéis los prisioneros voluntarios de una organización de improbidad?
»
Vosotros, católicos – ya que también los hay que se dejan arrastrar en tales filas, por su bien, se les dice, para defender su Catolicismo -, ¿no comprendéis nunca que ultrajáis vuestros principios y que os ponéis en estado de inconsecuentes, por tanto, de inferioridad, exponiéndoos a la necesidad de engañar y de mentir para defender vuestro secreto? Hacéis eso vosotros, los creyentes de una doctrina cuya moral puede resumirse en estos principios: ¡honradez!, leallad!, ¡los cuales, si fueran universalmente observados, harían de nuestra desdichada tierra un paraíso!…

«Y vosotros, protestantes, ¿no deberíais dar elrl mismo valor a esas razones?

«Vosotros, demócratas, igualitarios, humanitaristas, supranacionalistas, vosotros tampoco podéis dar vuestra adhesión a sociedades secretas, no podéis aceptar su existencia y su libre funcionamiento sin pisotear vuestros principios. Porque lo propio de estas instituciones es crear dos categorías de ciudadanos: los que a ellas pertenecen y los que no pertenecen; los segundos engañados por los primeros y éstos, engañados o explotados, a su vez, sus jefes ocultos. De modo que, yendo al fondo de las cosas, se comprueba que el solo hecho de reunirse en sociedad secreta, constituye a la vez un atentado contra cada ciudadano y un complot contra la Humanidad entera en provecho de algunos maestros mentirosos.
»Vosotros, patriotas, formando parte de una sociedad secreta cualquiera trabajáis en la construcción de conductos subterráneos por los cuales pueden ser introducidos en vuestro país invisiblemente y bajo una presión irresistible las doctrinas destinadas a realizar en él una obra destructora comparable a la de los gases asfixiantes en las trincheras, durante la guerra.

«En fin, queda un argumento que por su alcance moral y social debe tal vez pasar antes que todos los otros, y que es éste:

«El fin de la lucha por las armas es el triunfo por la fuerza.

«El fin de la lucha por las sociedades secretas es el triunfo del engaño.

«Masones, radicales, católicos, protestantes, demócratas, humanitaristas, supranacionalistas, patriotas, hombres honrados de todos los partidos, de todos los países, vosotros que no queréis oír hablar más de la fuerza, sino para ponerla al servicio del derecho, ¿es eso lo que por la más insensata contradicción anhelaríais: la dominación de la tierra y la explotación de los pueblos, asegurados a los que ganan a todos los demás por su genio para engañar?» (Copin-Alb., «La Guerre Occulte», 278-280).
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184. – La Masonería y el carácter chileno.

Como chileno siento grandemente la deformación de nuestro bello carácter, que está causando la Masonería. El carácter nacional es de absoluta franqueza, lealtad y sinceridad. Tal vez, por eso noi siempre somos los mejores diplomáticos. He tenido ocasión de conocer suficientemente la sinceridad y franqueza de carácter en los chilenos que aún no lo tienen maleado. El chileno es franco hasta confesar sus maldades o sus extravíos y por eso, precisamente, es digno de estimación. ¿A quién no le encanta contar con un amigo que sabe que es sincero y leal, que le dice lo que siente, que no lo adula en su presencia para asestale un golpe con más seguridad?

¿A quién aún no le gusta saber que tiene al frente un adversario sincero, que no le dice a él una cosa, para engañar su buena fe y hacerle mayor mal, haciendo otra cosa muy distinta?

Pues bien, la Masonería, con su sistema de engaños y fingimientos, está deformando esas bellas cualidades ¿Qué otra cosa puede resultar en una escuela en que se dice que no se ataca ninguna religión ni se trata de política, para atacar más a fondo la religión católica y asegurar el predominio político? No se dice que la Masonería cree en Dios, siendo su trabajo de borrar su nombre en la memoria de los hombres? ¿No proclama la libertad para conseguir llegar a la más opresora tiranía, como es la de las conciencias? Y asi de tantas otras cosas, podría decir lo mismo.

De ahí nace el que se haya generalizado el sistema del fingimiento, y que la cobardía de carácter se haga cada día más común, junto con la hipocresía y la deslealtad. ¿Cómo no ha de influir en ello una sociedad ramificada por todas partes que comienza a mentir en sus mismos estatutos y que hace de la mentira su norma de acción?

La Masonería, por otra parte, es contraria al patriotismo, esa virtud tan chilena, fuente de tantos heroísmos y de tantos beneficios que el ardiente amor a la Patria ha producido en nuestra vida social y política.

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185 – Los desengañados

Se podrían escribir largas capítulos, y aún obras enteras para dar cuenta a las personas sinceras, de la desilusión que han encontrado en la Masonería muchas almas que habían ido a buscar en ella con sinceridad o la verdad o un medio de hacer el bien a sus semejantes.

No tengo espacio para ello; pero no puedo menos de citar algunos casos.

En el curso de esta obra he citado algunos, como el de Lord Ripon, Supremo Gran Maestre de la Mas.’ Inglesa, que dejó la Masonería y el Protestantismo cuando se penetró bien de la justicia de las condenaciones de los Papas, el del Conde de Haugtwitz y el de Copín Albancelli, tantas veces citados, etc,

Hablando de los Masones alemanes, dice The Catholic Encyclopedia que «los príncipes de la literatura de la época, Lessing, Goethe, Herder, estaban cruelmente desengañados por lo que vieron y experimentaron en su vida de Logia (Gruben (6) 141-236). Lessing habló con desprecio de la vida de logia; Goethe caracterizó las asociaciones y hechos masónicos como necedades y picardías. Herder escribió al célebre filósofo H.’. Heine: Siento odio mortal a toda sociedad secreta y, como resultado de mi experiencia, tanto dentro de los más íntimos círculos, como fuera de ellos, los echo al diablo a todos, Pues las persistentes intrigas que dominan y el espíritu de la Cábala, serpean bajo la cubierta» (Booz 326, Cath. Encycl. Masonry ).

No reprtiré todo lo que he oído a personas aún vivientes sobre sus desengaños y el descontento y pesar que sienten cuando no pueden romper con la secta por no arruinar su situación; pero no quiero pasar por alto lo que oí de boca de un profesional muy conocido de Iquique, y que no ha entrado en la Masonería, simplemente por estorbos ocasionales: Me refería el desahogo que había tenido con él un amigo masón, harto desengañado ya, según el cual, en la Masonería hay dos clases de personas: las pícaros y explotadores sin vergüenza, ignorantes, etc, y la gente estudiosa y seria que era la explotada.

Don Enrique Fisher Rubio, cuya seriedad y honradez fue siempre de todas reconocida en Iquique, donde fue Intendente y después Secretario de la Asociación Salitrera, me contó que cuando entró a Lima en el Ejército Chileno, recibió como muchos otros oficiales chilenos, invitación pasa entrar en la Masonería; pero, como no acostumbraba hacer nada serio sin consultarlo antes con su tío don Ruperto Rubio, Gran Maestre de la Masonería de Valparaíso, le pidió su parecer. Atendido el cariño paternal que siempre le había tenido y su conocimiento de la Masonería, ¿quién mejor que él podría aconsejarlo? Y su consejo, que él recibió como todos los demás, con filial docilidad, fué que no entrara a la Masonería.

Y por eso jamás lo hizo, a pesar de tener tantos amigos e influencias masónicas en rededor suyo.

¿Por qué se lo dió el tío que tanto cariño le tenía?

Sabido es que personas tan altamente graduadas en la Masonería y tan honradas en el mundo político y social, como don Benicio Alambos González, don Juan de Dios Arlegui, el Almirante Latorre, se han retirado de la Masonería y manifestado con la piedad cristiana del último tiempo de su vida el arrepentimiento de haber pertenecido a ella.

A esos nombres hay que agregar también el nombre del general del Canto, que acaba de bajar al sepulcro, rodeado de grandes honores y elogios, quien también, después de haber sido propagandista y defensor entusiasta de la Masonería, se había retirado de ella para dar públicamente ejemplos de la fe cristiana que lo consoló y fortaleció en el último año de su vida.

Hay, pues, motivo para reflexionar seriamente: Cuando se divisa lejos la muerte y se rinde tributo a las pasiones que extravían el corazón, no espanta la Masonería; pero cuando viene la madurez del juicio y se siente cercano el fin de la vida, entonces se busca en esa misma religión que la Masonería enseña a despreciar y perseguir, el asilo seguro, el consuelo y las luces que necesita el alma inmortal para no lanzarse temerariamente a la región de la eternidad.
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186. – ¡MISTERIO!

He aquí la exclamación que brota de mis labios al considerar la Masonería y su obra, y al pronunciar esa palabra no le doy el sentido dogmático de «verdad revelada por Dios que está sobre las fuerzas de nuestra razón», sino el vulgar de secreto más o menos inexplicable sobre todo para el que no piensa mucho.

El apóstol San Pablo, en su carta segunda a los Tesalonicenses, habla del anticristo «el cual SE OPONDRA Y ALZARÁ CONTRA TODO LO QUE SE DICE DIOS O SE ADORA, hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios, dando a enteder que es Dios.. El hecho es que ya se está obrando el MISTERIO DE INIQUIDAD.

Ese inicio dice San Pablo, «que VENDRA CON EL PODER DE SATANAS, con toda suerte de milagros, de señales, y de prodigíos falsos y CON TODA SEDUCClÓN INICUA para aquellos que se perderán por no haber recibido y amado la verdad a fin de salvarse. Por eso Dios les enviará (o permitirá que les venga) el ARTIFICIO DEL ERROR, CON QUE CREAN EN LA MENTIRA, de modo que se condenarán todos lo que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad» (2 Tes., 11, 4 y sigs.).

En el Apocalipsis nos pinta San Juan aquella mujer LLENA DE NOMBRES DE BLASFEMIA y rodeada de toda riqueza, QUE TENÍA ESCRITO EN SU FRENTE: MISTERIO, la gran Babilonia MADRE DE LAS FORNICACIONES Y ABOMINACIONES DE LA TIERRA Y EBRIA CON LA SANGRE DE LOS SANTOS Y MARTIRES DE JESUCRISTO. Toda ese misterio de la bestia, y de la mujer sentada sobre ella, y de los reyes sus auxiIiares, tienen un solo consejo, y PONEN A DISPOSICION DE LA BESTIA, DE SATANÁS, SU VIRTUD Y PODER PAR PELERAR CON EL CORDERO JESUCRISTO. El los vencerá porque es el Rey de los reyes y el Señor de los que dominan» (Apoc. C.,)

¿No es verdad que todo eso hace pensar en la sociedad enemiga de Cristo, que lleva en su frente el MISTERIO, en su fin, en su doctrina y en sus obras, porque de todo hace un secreto jurado? ¿No es verdad que su boca está llena de blasfemia? ¿Y que su móvil es el odio a Jesucristo y la guerra a Dios mismo? ¡Misterio!

El espiritismo, ocultismo, teosofismo, le suministran los milagros o prodigios falsos con que embauca a losincauos y curiosos.

¿Cómo es que esa asociación pudo prender en medio de una sociedad cristiana? ¿Cómo es que después que los Gobiernos y pueblos han visto sus frutos, la han dejado existir, la han ayudado y enaltecido? ¿Cómo es que hay tantos católicos que a pesar de las prohibiciones de la Iglesia se han dejado tomar por sus redes? ¿Cómo es que hay tantos masones que, conociendo haber sido atraídos mediante un engaño, y otro engaño continúan, sin embargo, dejándose engañar?

Una sola respuesta puedo dar a todas estas interrogaciones: ¡MISTERIO! Y lo que es más triste ¡MISTERIO DE INIQUIDAD!

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