Posteado por: B&T | martes, febrero 10, 2009

La Ordenación Sacerdotal No Es Un Derecho

Título: La Ordenación Sacerdotal no es un derecho, ¿por qué las mujeres no pueden ser «sacerdotizas»?
Autor: Mark. P. Shea
Traducción: Alejandro Villarreal -feb. 2009-

Un capricho en la actualidad es la idea referente a que el Catolicismo niega a las mujeres sus «derechos» cuando se nos dice: «La Iglesia no tiene ninguna autoridad para conferir la ordenación sacerdotal sobre las mujeres y… esta sentencia deberá ser obedecida por todos los fieles de la Iglesia» (Ordinatio Sacerdotalis).

Uno no tiene que buscar lejos para encontrar una respuesta retórica como ésta:

«La prohibición en contra del sacerdocio femenino está fundamentado en una idea antigua de inferioridad de la mujer. Pero todos hemos sido creados a la imagen de Dios y tenemos los mismos derechos, y del hecho que Jesús fue varón no significa que les niegue esto. Lo anterior, junto con el hecho de que todos los apóstoles fueron varones, es el fundamento para el sacerdocio exclusivamente masculino dentro de la Iglesia. Pero, en los días cuando Jesús estuvo sobre la tierra, hubiera sido impensable para él escoger mujeres para su ministerio, no porque las mujeres no fueran capaces sino por que ellas no hubiesen sido aceptadas«.

La primera dificultad aquí, es que la ordenación sacerdotal no es un derecho sino un don. El tratar de aplicar aquí la monserga de los «derechos» es como amenazar con una demanda legal al cielo por el obsequio de la salvación. Si Dios diera a la humanidad lo que se merece, en sentido estricto, todos estaríamos condenados. Cristo vino, no para darnos lo que nos merecemos sino, para salvarnos de ese destino.

Aún así, ¿no somos todos iguales en el sentido «Dios no hace distinción entre las personas»? Sí. Y san Pablo lo sabía mejor que cualquiera, que el hombre y la mujer son iguales en Cristo, en el sentido de tener la misma dignidad ante Dios. Fue él, después de todo, quien dijo: «No hay ya judio ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón y mujer, porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús» (Gálatas III, 28). San Pablo no hizo alusión alguna a una supuesta inferioridad en la dignidad de la mujer. Pero él, como los otros apóstoles, observaron algo que los abstuvo de ordenar mujeres.

«Correcto», dice la crítica moderna:

«Su visión estaba limitada por una miopía, como Jesús, San Pablo estaba limitado por su cultura que le prohibía hacer lo que las costumbres antiguas no permitían. Pero los tiempos han cambiado, ahora sabemos que las mujeres son competentes como pastores y predicadores, así que ellas deben ser sacerdotisas«.

Esta objeción habitual está fundamentada en múltiples ideas erróneas acerca de lo que es el sacramento de la ordenación sacerdotal y sobre lo que Jesús y los apóstoles hicieron. Primero, se falta a la historia auténtica al decir que Jesús no podía designar mujeres sacerdotisas por una norma social, la cultura grecorromana tenía montones de sacerdotisas, de tal manera que podemos olvidarnos de este seudo-argumento que de seguro crisparía los nervios del buen Jesús.

Tampoco aplica el argumento que Jesús estaría preocupado acerca de lo que pensarían los demás, Jesús hizo y dijo muchas cosas que sobresaltaron a muchos. Él causó horror a sus oyentes al decir: «En verdad, en verdad, os digo, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis la sangre del mismo, no tenéis vida en vosotros» (Juan VI, 53). Él provocó que las turbas de judíos lo quisieran linchar al declarar: «Antes que Abrahám existiera, Yo soy» (Juan VIII, 58). Él tocó a los leprosos, comió con cortesanas y denunció a la clase dominante de Jerusalén. Él cuestiono la sabiduría convencional de múltiples formas. Su mensaje, y el de los apóstoles, fue, por supuesto, tan ‘conciliador’ con sus contemporáneos que ellos lo ‘recompensaron’ con la crucifixión y ‘aclamaron’ a sus discípulos mediante apedreos, palizas y martirio.

Y, un punto fundamental, si Jesús hubiera querido designar sacerdotisas, él las hubiera ordenado, con la aprobación pública o sin ella. La tesis: «Jesús estaba incapacitado o cegado por su cultura«, es poco convincente.

De forma similar, apelar a la competencia femenina sobre el trabajo pastoral o retórico, es desviarse del punto. La Iglesia tiene dentro de su tradición abadesas, teólogas, doctoras de la Iglesia y maestras en abundancia usando faldas y hábitos. La cuestión no reside alrededor de los pastores y predicadores, sino del oficio sacerdotal. Cualquiera puede realizar la labor pastoral, de enseñanza, de predicación o de administración. Pero todo lo anterior no es la esencia del sacerdocio, la esencia del oficio sacerdotal es la celebración del sacrificio de Cristo en la Misa.

Y ésta es la razón por la cual los argumentos ofrecidos no satisfacen la cuestión. La cuestión es la naturaleza del sacramento. ¿Qué es un sacramento? Es algo que efectúa lo que simboliza, y lo que simboliza se efectúa. En un bautismo, el símbolo de limpiar y sumergirse en una nueva vida es el agua, no el vino; el vino, con todas su cualidades admirables, no es la ‘materia’ adecuada para el sacramento del bautismo.

Aunque este simbolismo fue determinado dentro de la cultura de Jesús, el vino en la Santa eucaristía, la sangre de los frutos machacados, es un símbolo obvio que significa la sangre de Cristo, quien fue estrujado por nuestras iniquidades. Como la sangre de Cristo, el vino vigoriza, embriaga y nos recuerda el sabor intenso de la nueva vida. De nuevo, aquí el agua, a pesar de ser la materia correcta para el bautismo, no es la materia apropiada para el sacramento de la Eucaristía, sin que signifique que sea inferior al vino. Resumiendo, ciertas cosas tienen significados naturales y no es cuestión de igualdad sino de idoneidad.

Ahora, Cristo es, como Él mismo lo enseña, el Esposo de la Iglesia en la gran festividad del matrimonio espiritual del Reino (Mateo XXV, 1-13)- El género, en la enseñanza de Cristo, tiene un gran significado y no es simplemente un accidente de la naturaleza. Y Él lo debe saber bien, como creador de la naturaleza humana, la cual participa en el misterio de lo masculino y lo femenino. Así, cada Misa es un festejo particular del matrimonio del Cordero por medio del cual nosotros nos beneficiamos del amor abnegado del grandioso Esposo por su Esposa [la Iglesia].

Y esto nos trae de vuelta a la cuestión de los símbolos. Así como en el caso del agua en el bautismo y el vino en la Eucaristía, no se sigue que el hombre sea superior a la mujer, como ‘materia’ para el sacerdocio. El hombre es un símbolo más idóneo del Esposo, mientras que la mujer no. El sacerdote es un alter-Cristo u otro Cristo [Esposo] para la Esposa en el misterio de la Misa. La función primordilal del sacerdote no es administrar, predicar o pastorear. Él se significa.

Por lo anterior, el sacerdocio no es un derecho, es un don, es un sacramento, y como todos los sacramentos, realiza lo que simboliza y lo que simboliza se realiza. Los símbolos, por lo tanto, tienen una importancia particular, sobre todo los que Cristo mismo instituyó y la Iglesia no tiene el poder para alterarlos en sus fundamentos. Cristo y los apóstoles revelaron que la ‘materia’ de ordenación sólo debe ser tal y como ellos lo revelaron para el caso de las materias del bautismo y la Eucaristía. La Iglesia sólo obedece, esta es la razón por la que el Papa nos dice: «La glesia no tiene autoridad, de ninguna manera, para conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y esta sentencia debe ser obedecida por todos los fieles de la Iglesia«.

La cuestión está fuera de las manos de la Iglesia, la discusión es con Cristo, no con el Papa.

Traducción de Alejandro Villarreal de bibliaytradicion.wordpress.com


SOBRE la REPRODUCCIÓN del CONTENIDO de B&T: Se concede el permiso para reproducir, total o parcialmente, las traducciones originales de este blog, en otras páginas o blogs, con la condición de mencionar el origen del mismo, así como a su autor original y el nombre del traductor. El autor de B&T hace lo correspondiente al tomar material de otras páginas, sin excepción, y a pesar de no concordar totalmente con las ideas de otras webs o autores, creyendo que en esto reside un simple pero no despreciable acto de honestidad.


Respuestas

  1. La ordenación de sacerdote no es un derecho, es un invento de la cúpula de la Iglesia. Jesus no instutuyo ningun sacerdocio. Él tomaba distancia del templo y de los sacerdotes con sus sacrificios.

    Un derecho de cada persona es invertir sus talentos, sus carismas en servicio de los demás, que el espíritu de Dios reparte como a él le place
    Sobre esto tendremos rendir cuanta no a un Papa o a un obispo, sino únicamente a Dios.

  2. Sr. Franz Wieser:
    +
    Le recuerdo que Nuestro Señor Jesucristo, dicho por Él mismo, no vino a abrogar las costumbres eficaces del judaísmo, sólo los «mandamientos de hombre», que en el judaísmo se refería a los 613 mandamientos instituidos por los fariseos.
    +
    Aunque existían excesos entre el sacerdocio judío del tiempo de Nuestro Señor Jesucristo, no se sigue que Él estuviera en contra del sacerdocio mismo, sino en contra de las actitudes excesivas de éstos.
    +
    Si por cúpula Ud. se refiere a, por ejemplo, San Pablo, estaría de acuerdo, aunque no en lo de la ‘invención’, pues como ya mencioné, es una función presente en el tiempo veterotestamentario y no olvidemos la trascendencia de la Última Cena. San Pablo habla extensamente sobre la jerarquía de la Iglesia. De otra manera, ¿de qué cúpula habla? y sobre todo ¿de qué tiempo?, pues la esencia de la función del sacerdocio nunca se interrumpió, al contrario, la dignidad de éste es mayor en el cristianismo-catolicismo.

  3. Estimado Alejandro,
    Jesús era laico. Ninguno de los apóstoles se consideraba «sacerdote». Sacerdocio en tiempos de Jesús era ligado al templo y sacrificios. Según Jesús no se requiere ni uno ni otro (Ver charla con la Samaritana). «Misericoridia quiero, y no sacrificios.» Repite Jesús. Los «ágapes», banquetes de amor, eran presididos por ancianos laicos, incluso por mujeres. Amigo, le falta leer la otra historia de la Iglesia, Pueblo de Dios.

  4. Sr. Wieser:
    +
    Anciano=Presbítero. A los sacerdotes siempre se les conoció como presbíteros.
    +
    En el ejemplo que refiere, Jesús hablaba de los sacrificios imperfectos de los hombres y que nunca sustituirán a las BUENAS OBRAS, así como hoy el verdadero sacrificio no sustituye el que los hombres cumplan con los diez mandamientos. ¿Negará Ud. las palabras de Crsto: quien no coma el cuerpo y beba la sangre del Señor no tendrá vida eterna? Él es el sacrifico nuevo y suficiente, Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. En la Última Cena Jesús instruyó a los apóstoles a ofrecer el verdadero sacrificio. Así que no podemos hablar de una supuesta abrogación absoluta del sacrifico, sino de su perfeccionamiento. Tampoco podemos hablar de la vulgarización y rebajamiento del sacerdocio, como lo plantea el protestantismo («todos sacerdotes», que es otra forma de negarlo), y cuya posición, más que corresponder a una posición teológicamente correcta o precisa, sólo constituye una premisa necesaria para que éste sobreviva, y que tiene como pilar principal la simple NEGACIÓN.
    +
    San Pablo habla también con cierta extensión acerca de una jerarquía que debe existir en la Iglesia, cuerpo visible de Cristo. También es San Pablo quien le refuta la supuesta participación del pueblo en común y las mujeres en el «ofrecimiento del pan», pero para que esta pequeña discusión vaya a algún lado, sr. Wieser, tendría que comprometerse a definir este «ofrecimiento». El Antiguo Testamento nos refiere cómo Dios aniquiló quien osó tocar el Arca sin estar consagrado o ser sacerdote. ¿Creeremos a las Sagradas Escrituras primero que a nadie?
    +
    La situación en la literatura que refiere, de la participación de las mujeres, es posible sólo en un ambiente y posición agnósticos, herejía ayer, hoy y siempre. En el catolicismo NO sucedía, así como en el judaísmo tampoco.
    +
    Por más «historias alternativas» que existan, lo importante es ver si tales historias tienen algún fundamento y sentido, de otro modo, sólo serán materia de noveluchas, películas de hollywood y consignas anti-católicas.

  5. Un acercamiento histórico a Jesú de Nazaret a base de los evangelios sinópticos no nos presenta a un Jesús dispuesto a sacrificarse a modo de un chivo expiatorio. Él no buscaba la cruz. Por lo contrario. Se esconde, se aparta del peligro, lo horroriza, prohibe a los suyos de publicarlo como Mesías. El Dios de Jesús no rquiere sangre para reconciliarse. Lo colgaron porque les socavaba a la cúpula religiosa su autoridad y despertaba ante los políticos la sospecha de subversivo. Era por su amor a los marginado y explotados, que llegó al desenlace. – En cuanto al «cuerpo de Jesús» como comido, se piense en la palabras en Juan: «La carne no sirve para nada, es el espíritu que da vida». En la Última Cena Jesús daba con sus palabras una señal de su amor, que llega hasta el riezco de la muerte. Lo demás es teología posterior, paulina.

  6. Sr. Wieser:
    +
    Tampoco es buena idea sacar de contexto las palabras de los Apóstoles, las palabras de San Juan que cita no tienen nada que ver con el sacrificio cruento de Cristo-Dios, sino se refiere a la estirpe de los judíos que creen que por su genealogía carnal tienen una especie de pacto perpetuo con Dios, sin darse cuenta que han perdido su favor por su falta de fe. San Juan también le dice que si no comemos la carne de Cristo no tendremos vida en nosotros («Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida»), de esta manera, se demuestra que San Juan no habla del sacrificio de Cristo-Dios en el pasaje que cita y que no sólo San Pablo es enfático es esto.
    +
    También es notable su incomodidad hacia San Pablo, quien nos habla sobre la inutilidad de esta genealogía basada en lo humano y que es necesario reconocer a Cristo-Dios como Salvador.
    +
    Usted quisiera ver en Jesucristo sólo a un caudillo libertador de los oprimidos, un ente político sin pretensiones de sobrenaturalidad, sin embargo, es Él mismo quien nos pone al tanto de su divinidad y de su misión, quizás el mundo llegue a ignorar esta verdad, pero no por eso se convertirá en una falsedad, sólo denotará, una vez más, la perfidia de la humanidad.
    +
    Habría que hacer una precisión sobre su punto de vista: los judíos en el Antiguo Testamento sacrificaban corderos a Dios y éste sacrificio era aceptado por Él, los sacerdotes eran quienes llevaban a cabo esta acción. Por fin vino el Mesías esperado, Cristo-Dios, quien ofreció a su Padre el único sacrificio perfecto y aceptable para siempre, Él mismo, por esta razón al ser Cristo quien ofrece y constituye el verdadero sacrificio, es Supremo Sacerdote y el Cordero que quita los pecados del mundo. El sacerdocio ordenado católico sólo es el reflejo de Cristo, nada más y nada menos. No se olvide que quien hizo en exceso cruento este sacrificio fueron los hombres: judíos y paganos. El dilema que usted propone: «querer o no querer sangre» es falso, pues ni aún en el Antiguo Testamento podemos hacer tal hipótesis, de lo contrario, ¿podemos afirmar que los corderos sacrificados por los sacerdotes judíos tenían como objetivo saciar una necesidad de sangre de Dios? Obviamente no, el sacrificio de Cristo-Dios no es diferente en esencia, aunque sí infinitamente más perfecto, tanto que sólo fue necesario hacerlo una vez de forma cruenta y cada vez que se celebra una Misa se repite este misterio en forma incruenta.
    +
    Respecto a su observación sobre los evangelios sinópticos, tampoco me parece precisa y cierta. En cada uno de ellos se describe lo ocurrido durante la Última Cena y las palabras de Cristo-Dios: «Tomad, comed, éste es el cuerpo mío. Y tomando un cáliz, y habiendo dado gracias, dio a ellos, diciendo: Bebed de él todos, porque ésta es la sangre mía de la Alianza, la cual se derrama para remisión de los pecados…». Bellísimas palabras que constituyen la fórmula de consagración en la Misa actual y de siempre, que encierran la enseñanza del verdadero alimento para el alma, la voluntad de sacrificarse por la humanidad (recuerde que todavía no lo apresaban durante la ültima Cena), y la pertinencia de aceptar estos misterios para merecer la vida eterna.

  7. El evangelio de Juan ha sido escrito a fines del Siglo I, si no al inicio del siglo II. En este tiempo no vivía ya ningún testigo ocular de Jesús. Y, suponagamos que Juán llegó a 125 años de edad, jamás se hubiese recordado a tan largos sermones del Jesús real e histórico. El evangelio de Jaun es una interpretación influenciada por el gnosticismo y ningún historiador se basa en él para llegar al mensaje de Jesús. Incluso no hay nada en este evangelio que tome referencia a un «sacrificio cruel».
    Creo que no tiene sentido prologar nuestro diálogo. Hablamos los dos diferentes idiomas.
    Que Dios te bendiga. Amen.

  8. Sr. Wieser:
    +
    No tengo ningún inconveniente en dialogar con Ud. El agnosticismo que pretende atribuir al Evangelio de San Juan, ¿en qué bases se sentaría?, pues ¿quién podría presumir de mayor autoridad a dos concilios y a los Padres de la Iglesia que lo han definido como canónico, es decir, entre otras cosas, sin vínculo con la herejía agnóstica?, además del asentimiento de una Tradición bimilenaria. Es necesario también señalar que el agnosticismo tiende a humanizar a Cristo o negar su divinidad, mientras que San Juan es tendiente a robustecer la fe en la mesiandad y divinidad de Jesucristo. Las posibles deficiencias de retención de la memoria que pretende adjudicarle a San Juan, ¿qué fundamento tendrían?, pues ni en la actualidad es raro encontrar ancianos que gocen de excelente memoria ni existen registros que le atribuyan a San Juan un problema de tal naturaleza, humanamente no es inaudito que él conservara sus facultades mentales en excelente estado a avanzada edad. ¡Es el mismo San Juan quien nos dice que incluso no ha registrado todo y que harían falta muchos libros para intentarlo! Otro dato es que ni el mismo Lutero impugnó este evangelio y al contrario lo consideró parte de su «Biblia mutilada».
    +
    Yo no disputaría que la Pasión y Muerte de Cristo-Dios haya sido cruel, pero de ahí concluir que por eso Dios no lo aprobaría o no es cierta, es como la interpretación simplista de algunas personas que pretenden probar la inexistencia de Dios diciendo que la maldad en el mundo lo evidencia, que ¿cómo es posible que Dios lo permita?, sin tomar en cuenta el ‘libre albedrío’ en la humanidad y la responsabilidad inmediata de los hombres en los actos inicuos en el mundo. El punto del ‘Misterio de la Cruz’ no es que Dios esté sediento de crueldad o de sangre, sino que, entre muchas otras cosas más elevadas, es mostrar la miseria humana que se regodea en su ceguera, su vanidad, sus bajas pasiones, su envidia, etc., y que sin Dios somos peores que los animales, fuimos hechos para amar a Dios, pero, si no podemos reconocerle, ¿qué destino nos espera?
    +
    Agradezco sus bendiciones, por mi parte lo tendré presente en mis oraciones.

  9. Dije «gnosticismo» de «Gnosis», no «agnosticismo».
    La Gnosis es una enseñanza cósmica que busca restituir dentro de cada uno de nosotros, la capacidad de vivir consciente e inteligentemente a través del estudio, comprensión y experimentación del arte, la ciencia, la filosofía y la mística trascendental.
    Segunda parte: «Misericordia quiero y no sacrificios». ¿Qué qiso Jesús decir con estas palabras?

  10. Sr. Wieser:
    +
    “Misericordia quiero y no sacrificios”:
    +
    Mi respuesta anterior fue:
    +
    «Jesús hablaba de los sacrificios imperfectos de los hombres y que nunca sustituirán a las BUENAS OBRAS, así como hoy el verdadero sacrificio no sustituye el que los hombres cumplan con los diez mandamientos.»
    +
    Partiendo de la base bíblica, del pasaje de San Mateo, jamás podría pensar que Cristo esté hablando de minimizar, restarle importancia o anular el Sacrificio que Él mismo vino a instituir, sino que se refiere a la inutilidad de los sacrificios de los fariseos ante su falta de caridad o misericordia con todos su semejantes (específicamente: ¡en el pasaje se habla del AYUNO!), incluidos los pecadores, pues ellos se sorprenden que Cristo se relacione con los pecadores y publicanos, lo que nos lleva a otro punto importante: ¿Con qué finalidad se acercaba Cristo a los publicanos y pecadores?, ¿con el fin de hacerse Él mismo pecador? o por el contrario, de atraer a los pecadores a la salud, dice Nuestro Señor Jesucristo: «No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos». También dijo a María Magdalena: «Ve y NO peques más». De esta manera es claro que Cristo no pretende que los enfermos se conformen con su «estado de salud», sino que, al contrario, recobren la salud, no pretende que permanezcan en ese estado ni pretende que nosotros los hagamos sentir mejor en su estado, sino atraerlos a la salud. Así, «Misericordia quiero y no sacrificios» en el contexto del pasaje de San Mateo se refiere a que debemos ejercitar la caridad con TODOS nuestros semejantes, no para que los pecadores se sientan mejor con su pecado, sino para atraerlos a la salud, y que nuestros sacrificios, por ejemplo el ayuno, que hagamos no serán aceptados por Dios si primero no mudamos nuestra actitud repecto a nuestros semejantes, en el contexto de los mandamientos divinos («amarás a tu prójimo como a tí mismo») y no en el contexto del respeto humano que redunda en el respeto al pecado mismo, se tiene misericordia con el pecador, no con el pecado..
    +
    Las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: «»No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos», nos remiten a otro «estado de salud» del alma que Él mismo nos habló: «la vida»:
    +

    “Yo soy el pan vivo bajado del Cielo. El que coma este pan vivirá para siempre. El pan que Yo daré es mi carne , y la daré para la vida del mundo”. (Jn. 6, 51)
    +
    “El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día” . (Jn. 6, 54)
    +
    “Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él. Como el Padre que vive me envió, y Yo vivo por El, así, quien me come a Mí, tendrá de Mí la vida … El que come este pan vivirá para siempre”. (Jn. 6, 55-58).

    +
    En clara alusión al Sacrifico instituido por Él en la Última Cena y que constituye el Sacrifico de la Misa.
    +
    ¿Cómo es que «el médico», Cristo, menospreciará su propia medicina? Aunque no todo queda ahí, también nos dice que:
    +

    «De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor»

    +
    Palabras que nos hablan de la veracidad de sus palabras y del peligro que implica recibir este sacramento sin estar en gracia de Dios, o sin pecado mortal.
    +
    De esta manera no es posible ser misericordioso y trasgredir los mandamientos divinos, tampoco es posible ser misericordioso negando el Sacrificio que Cristo instituyó en su Iglesia, pues éste nos ofrece muchas bondades entre las que están la vida eterna, los pecadores primero deben recobrar la salud para poder buscar la vida eterna, Él nunca dijo que los pecadores deben quedarse enfermos y que aún así podrían buscar la vida eterna. Tampoco es posible ser misericordioso sin practicar la caridad con todos nuestro semejantes. Pero misericordioso no significa que debemos hacer sentir mejor a los pecadores permaneciendo en su pecado, así como nosotros mismos no somos dignos de Dios mientras no hayamos renunciado a nuestros pecados, ¿por qué merecerían menos nuestros semejantes que nosotros mismos?

  11. Discúlpame Alejandro. Te quito demasiado tiempo y ergía, digno de ser empleado con más creatividad y libertad. Entérate sobre el tema «fundametalismo». Dialogar con un fundamentalista es un intento inútil. No lo entiendas como insulto, sino como una preocupación de hermano en la fe.

  12. Sr. Wieser:
    +
    No se preocupe, no me molesta en absoluto el calificativo. Simplemente no puedo estar de acuerdo con una posición que parece estar más acorde al protestantismo, al modernismo radical dentro de la Iglesia o al punto de vista que la masonería desea para la Iglesia, en todo caso, y tampoco es con un afán denostativo, usted presenta una posición radical o fundamentalmente opuesta a la de la Iglesia católica de siempre, lo cual, ya es un indicativo que algo no cuadra bien en el asunto.
    +
    Finalmente, y vovliendo al punto principal que originó este pequeño debate, como hermano en la fe le remito las palabras de la Santísima Virgen María en Garabandal:
    +
    «Si vieseis a un Sacerdote y a un Angel, saludarías primero al Sacerdote», la explicación para esto fue que el primero era el único capaz de consagrar la Santa Eucaristía. Sé que dichas apariciones todavía no son reconocidas oficialmente por la Iglesia, sin embargo, desde el Papa Pablo IV hasta San Pío de Pietrelcina las vieron con buenos ojos, adicionalmente, en la consumación de los últimos tiempos, una de las señales de verdadera fidelidad será la devoción a la Virgen María.

  13. No se trata si que una posición esté más acorde con el protestantismo, con el modernismo o con el catolicismo oficial. Lo que importa, que esté más acorde con la verdad.

    Insisto: La verdad es que ni Jesús era de la clase del sacerdocio, nunca se presentó como tal, ni uno de los apóles se tenía como sacerdote. Más de un siglo eran laicos que presidían la eucaristía (el ágape), no por tener un poder mágico, sino por su respeto que le tenía la comunidad, sea por su edad (los ancianos), sea por su fe efectiva.

    Estas apariciones de Vírgenes, no son materia de fe. Lea usted el Nuevo Testamento, y encontrará que Jesús prevenía más de una vez contra el culto de su madre (Mt 11, 27-28; Lc 2, 48-49; 11, 27-28; Jn 2, 3b-4)
    La madre de Jesús era ciertamente una gran mujer y una auténtica creyente. El resta eran añadiduras en el curso de los siglos.

  14. Otra cosa, Alejandro y con todo respeto. Esto en el título de tu Blog: EXTRA ECCLESIAM NULLA SALUS, ha sido aclarado en el Concilio Vaticano II. y puede ser mal entendido.
    “Todos los hombres son admitidos a esta unidad católica del pueblo de Dios, que prefigura y promueve la paz universal y a ella pertenecen de varios modos o están ordenados tanto los fieles católicos como los otros cristianos, e incluso todos los hombres en general, llamados a la salvación por la gracia de Dios” (Lumen gentium, n. 13).

    Y Juan Pablo II: “El hecho de que los seguidores de otras religiones puedan recibir la gracia de Dios y ser salvados por Cristo, independientemente de los medios ordinarios que él ha establecido, no quita la llamada a la fe y al bautismo que Dios quiere para todos los pueblos” (Redemptoris missio, n. 55.)

  15. Sr. Wieser:
    +
    Sé perfectamente lo que significa la máxima «Fuera de la Iglesia no hay salvación», en la Presentación de este blog hay un texto alusivo a este tema, y en términos generales puedo coincidir con lo que usted dice al respecto, sin embargo, en términos particulares el CVII no le da pie para lo que ud. afirma sobre el sacerdocio, sobre Cristo y la Eucaristía, estar conforme a la verdad significa que ud. no puede contradecir la enseñanza anterior al CVII, de lo contrario ¿donde están las pruebas y las evidencias?, ¿en textos no-canónicos?, ¿en historias alternativas?, ¿en la interpretación personal?
    +
    ¿Vírgenes? No, sr. Wieser, las apariciones de las que habla el catolicismo se refieren a la única Virgen María. Y nuevamente el catolicismo no disputa lo que dicen los versículos que refiere, sin embargo, la opinión del protestantismo radical al respecto es subjetiva y exagerada, pues éste suele deformar, para su conveniencia, el culto a la Virgen María en el catolicismo, que en resumen es decir que el catolicismo «adora» a la Virgen y que le da el mismo lugar que a Cristo, lo cual es falso. Lo contrario pasa con el protestantismo moderado, por lo menos en sus raices, algunos como Lutero y Bucero conservaron esta veneración hacia la Madre de Dios. ¿A quién creerle?
    +
    Independientemente de la opinión contradictoria y subjetiva del protestantismo, existen muchas pistas bíblicas sobre la misión de la Virgen María.
    +
    Finalmente, yo nunca hablé de «magia», hablé de creerle a Cristo, quien es Dios: «Este es mi cuerpo, esta es mi sangre», pero supongo que estas palabras representan, para algunos, un desafío para su fe, quizás para ellos es más cómodo creer que esto es un símbolo hueco, ¿está Cristo o no en la hostia consagrada? Nuevamente aquí el protestantismo se confunde, pues existen todo tipo de interpretaciones, desde la de Lutero, con su consubstanciación, hasta la de quienes dicen que es sólo un símbolo sin efecto real. Hablé también de creer a las Escrituras: «quien osó tocar el Arca de la Alianza sin estar consagrado (sacerdote) fue fulminado por Dios». Hablé de la analogía del sacrificio veterotestamentario que sólo era llevado a cabo por los sacerdotes, con el Sacrificio de Cristo, quien es Sumo Sacerdote y Cordero a la vez.
    +
    ¿Cuál serían esos argumentos por los que usted hace tales interpretaciones?

  16. Reitero lo dicho anteriormente: Discúlpame Alejandro. Te quito demasiado tiempo y ergía, digno de ser empleado con más creatividad y libertad. Entérate sobre el tema “fundametalismo”. Dialogar con un fundamentalista es un intento inútil y teimpo y energías perdidas.
    Con esto me despido, sin resentimiento, deseándote el don más precioso que Jesús no prometió: El Espíritu de Dios revelado en Jesús que dijo: «Mis palabras (sobre comer mi cuerpo) son espíritu y vida, la carne no sirve de nada.»

  17. Sr. Wieser:
    +
    Desafortunadamente usted utiliza un método de interpretación bíblico muy popular entre algunos no-católicos: el de aislar versículos y una vez ailslados pretender extraer una «enseñanza» sin tomar en cuenta el contexto inmediato, el sentido del pasaje bíblico en conjunto o siquiera haber tomado en cuenta los versículos que preceden y siguen al versículo en cuestión.
    +
    El versículo que usted me refiere, de San Juan VI, 63 sólo podría ser interpretado de la forma en que usted desea si los demás versículos y todo el pasaje nos dejaran como enseñanza que la «carne nada aprovecha», incluida la carne de Jesucristo. Desafortunadamente el pasaje no nos deja tal enseñanza, al contrario, Nuestro Señor Jesucristo en un versículo anterior se había expresado así: “El pan que Yo daré es mi Carne, por la vida del mundo”, y no es una expresión aislada, en muchos otros pasajes se nos es dada esta enseñanza sobre la crane y la sangre de Cristo, por lo que sólo es posible sacar 2 conclusiones inmediatas del asunto:
    +
    1. Considero que Jesús se contradice a sí mismo en el pasaje en cuestión y en muchos otros, o;
    2. La interpetación no-católica es defectuosa porque pasa por alto (¿consciente o inconscientemente?) otros versículos que no apoyan su interpretación personal.
    +
    Obviamente yo no encuentro contradicción en Cristo. Entonces, simplemente las interpretaciones de este tipo son defectuosas, y esto, Sr. Wieser, no es parte de ningún «fundamentalismo», es parte de ser honesto y de saber leer sin ánimo de que la Biblia «trabaje» para mi proyecto personal.


Categorías