La Inquisición en la Nueva España

Título: La Inquisición en la Nueva España
Autor: Salvador Borrego Escalante
Tomado de: «América Peligra», pp. 71-74. Imágenes añadidas

En el caso de la Nueva España, la Inquisición no juzgaba a los indios ni a los mestizos y sólo castigaba a los europeos que ostentando un falso cristianismo conspiraban contra la Corona y la religión nacional. Así lo había establecido el Emperado Carlos V desde 1538. Los judíos que profesaban abiertamente su fe tampoco eran reos de ningún delito, pero sí los que se ocultaban para infiltrar y minar las instituciones. Dolida por lo que había ocurrido durante la invasión musulmana, España prohibió que los judíos se instalaran en las colonias sin permiso expreso de las autoridades, que en esa forma querían prevenirse nuevas traiciones. Pero muchos lograron burlar la orden y se trasladaron a América.

[Nota de B&T: Comparar esta afirmación respecto a los indígenas con la obra de Salvador Abascal, «La Inquisición en Hispanoamérica«, diapositivas 23 ss., 26, 29, 31, etc., donde se habla del tema.]

Salvador Borrego Escalante nació en la Ciudad de México el 24 de abril de 1915. Periodista y escritor mexicano. Fue director técnico de 37 periódicos y director fundador de varios de ellos. Ha publicado más de 40 libros en campos como Historia militar, Política, Economía, Sociología, Periodismo, Filosofía y Religión. Junto a Joaquín Bochaca, es considerado como uno de los primeros representantes del revisionismo histórico de habla hispana. Metapedia

Ya con Colón había venido Luis de Torres, intérprete, que luego se estableció en Cuba para explotar la industria del tabaco. Y le siguieron otros muchos que se fingían cristianos, incluso el sacerdote José Diez Pimentel, Vicente Gómez, Jacobo Núñez López, Juan Rodríguez Mejía, Antonio Santaella, Antonio Méndez, Luis Rodríguez, Blas Pinto, Juan Rodríguez Heza y Francisco Rodríguez Solís, más tarde descubiertos en Cuba por la Inquisición. (Frecuentemente los judíos «conversos» adoptaban el nombre de sus padrinos cristianos).

En 250 años hubo en la Nueva España 51 -cincuenta y un- ejecuciones, que ahora un gobierno «revolucionario» cubano despacha «democráticamente» en tres horas, o uno de «liberación» marxista de Hungría en tres minutos. Entre los juicios más famosos de aquella época figura el de Hernando Alonso, presunto católico que había ayudado a Cortés a construir los bergantines en el sitio de Tenochtitlán y que logró así infiltrarse en el nuevo régimen como señor de Actopan. Descubierto luego por la Inquisición se negó a retractarse y fue ejecutado en 1528 en la Plaza de Santiago Tlatelolco. Igual suerte corrió Francisco Gonzalo de Morales, judío falsamente converso.

No es es exacto que el tribunal fuera antisemita pues sólo actuaba contra un grupo cuya traición durante la ofensiva mahometana había sojuzgado al pueblo español, ni tampoco es cierto que los judíos perecieran como mártires de su fe; pues no era la religión el punto de la contienda, sino la conjura política. Prevenirse de otra traición era la preocupación de España. Las diferencias religiosas agravaban esa pugna pero no eran la causa central, supuesto que antes y después de la alianza judía con el invasor árabe, la religión israelita era libremente ejercida en la España Católica.

[1567] Otro de los juicios más sonados fue el de los judíos Carvajal, que con extraordinaria habilidad burlaron durante muchos años las leyes y se infiltraron en el Gobierno de la Nueva España. El capitán Luis de Carvajal, hijo de judíos falsamente «convertidos» al catolicismo, demostró una conducta intachable y logró venir a la Nueva España en 1567. Desempeñó el cargo de alcalde de Tampico, realizó campañas para pacificar a los chichimecas y fue ganándose la confianza del virrey Enrique de Almanza. Doce años después logró que se le autorizara a poblar una enorme región que se llamaría Nuevo Reino de León y que abarcaría Nuevo León [C], Coahuila [B], Zacatecas [F] y parte de Tamaulipas [D], Chihuahua [A], Durango [E] y San Luis Potosí [G], osea 702,944 kilómetros cuadrados. Así mismo se le autorizó a traer de España a cien familias para colonizar esa enorme área, mayor que la misma España [504,645 km2].

Nuevo Reino de León esquematizado sobre la división política actual de la Rep. Mexicana. AMPLIACIÓN DISPONIBLE

Las ocasión fue aprovechada por Carvajal para escoger precisamente a cien famlias judías, que al igual que él, se fingían católicas. Antes de partir de España fueron exhortadas en secreto a que continuaran guardando la ley mosaica. Los nuevos colonos arribaron en 1580, naturalmente con el fin oculto de formar una comunidad que más tarde pudiera dar un golpe a sus anfitriones. Con miras a que fuera la capital de esa nueva tierra prometida, Luis de Carvajal fundó por primera vez la ciudad de Monterrey en 1581 con el nombre de San Luis. Posteriormente su lugarteniente Diego de Montemayor hizo la segunda fundación (1596) ya con el nombre de Monterrey.

Para erigir su dominio, Carvajal y los suyos extremaron la dureza con los indios, esclavizaban a muchos de ellos y a los demás los explotaban vendiéndoles mercaderías inútiles, desechos del comercio de la capital. Numerosos indígenas contraían deudas forzadas que luego no podían pagar ni con toda su vida de trabajo, y la deuda se heredaba de padres a hijos. Esto fue la causa de levantamientos en el Nuevo Reino de León. El escandaloso comercio y los abusos llegaron a conocimiento del rey, que expidió cédulas reales prohibiéndolos, pero Carvajal y los suyos eran bastante «sutiles» para burlarlas. Los nuevos colonos, con toda la experiencia y la astucia del comerciante hebreo adquirían a precios irrisorios los vegetales, animales, minerales y objetos manufacturados de su dominio. Rápidamente ganaban poder y dinero.

[1589] Todo hacía creer que el Nuevo Reino de León sería pronto una base segura para el anhelo judío de revancha, pero un día de 1589 la Inquisición descubrió que Isabel Rodríguez Carvajal, sobrina de Luis de Carvajal el Viejo, era judía disfrazada de católica. Y esto dio la pista para hallar toda la trama tan sutilmente tejida.

Esclavina o escapulario que se ponía a los penitentes reconciliados por el tribunal de la Inquisición.

Sambenito: Esclavina o escapulario que se ponía a los penitentes reconciliados por el tribunal de la Inquisición

Quedó así de manifiesto que un movimiento político judío se escondía bajo nombres tan castizos como Francisca Núñez de Carvajal, Antonio Díaz de Cáceres, Jorge de Almeida, Juana Rodríguez, Blanca Enríquez, etc., y que magistralmente se camuflaba detrás de la Cruz cristiana. Así se llegó a dar el caso de que Antonio Machado hacía pública y ferviente vida católica, ponía un vistoso Nacimiento por Navidad en su casa, figuraba como miembro eminente de las cofradías del Santísimo Sacramento, de la Santísima Trinidad, de Nuestra Señora del Rosario, de la Santa Veracruz y del Santísimo Nombre de Jesús, cultivaba la amistad de los sacerdotes Luis López de Santa Catalina, Diego Villanueva, Díaz de Agüera y Juan Rodríguez, y entretanto, secretamente, era el rabino de la comunidad judía y el coordinador de las actividades políticas de los demás israelitas ocultos bajo la apariecia de súbditos fieles a la Corona.

Toda la empresa secreta del capitán Luis de Carvajal quedó al descubierto, y fue tanta su pena que murió antes de que se le fuera aplicada la condena de seis años de destierro. Su sobrino Luis de Carvajal el Mozo fue condenado a portar el sambenito que lo identificara como infractor de la ley, desventaja que bien pronto convirtió en ventaja al obtener permiso de realizar giras pidiendo limosnas para pagar una multa, pues despertando la compasión del público obtuvo una buena fuente de ingresos y a la vez aprovechó los viajes para rehacer los lazos de comunicación entre los judíos que se habían escapado al juicio. Algo, aunque poco, logró salvar de la destruida organización secreta que su tío había tejido tan pacientemente.

La idea de que Jesucristo era un impostor y de que el pueblo judío debería reinar sobre el mundo entero para que viniera el verdadero Mesías, fue la creencias fanática que unió a los sefardíes (judíos españoles) en los difíciles tiempos en que burlaban las leyes de la Corona y desafiaban al tribunal de la Inquisición.

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