Informe Sobre la Homosexualidad de la Asociación de Médicos Católicos de EU

Título: Informe Sobre la Homosexualidad
Autor: Asociación de Médicos Católicos de EU

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Contenido:

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CATHOLIC MEDICAL ASSOCIATION OF THE UNITED STATES
WWW.CATHMED.ORG
2001

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I. CONSIDERACIONES

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Introducción

La Asociación Médica Católica (EEUU) se dedica a mantener los principios de la fe católica en todo lo que se relaciona con la práctica de la medicina y a promover los principios éticos católicos en la profesión médica, incluyendo los profesionales de salud mental, el clero y el público en general.

Ningún tema ha causado más revuelo en la década pasada que el de la homosexualidad, y por ello la Asociación Medica Católica Americana (AMCA) presenta el siguiente resumen y examen de la cuestión en el momento actual. Este resumen se basa en gran medida en las conclusiones de varios estudios, y pone énfasis a la consistencia de las enseñanzas de la Iglesia y de estos estudios. Es de esperar que esta revisión servirá también como instrumento de educación y de referencia para el clero católico, los médicos, el personal de salud mental, los educadores, los padres, y para el público en general.

La AMCA apoya las enseñanzas de la Iglesia Católica, como ha sido expuesta en la versión revisada del Catecismo de la Iglesia Católica, especialmente las enseñanzas en materia de sexualidad. «Todos los bautizados están llamados a vivir la castidad» (CIC, n.2348). «Los casados están llamados a vivir la castidad matrimonial; los demás viven la castidad en forma de continencia» (CIC 2349). «…la tradición ha afirmado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados… no pueden ser aprobados bajo ninguna circunstancia» (CIC 2333).

Es posible para todas la personas el vivir la castidad, con la ayuda de la gracia de Dios, incluyendo aquellos que sienten atracción homosexual, como ha afirmado con fuerza el Cardenal George, Arzobispo de Chicago, en su discurso a la Asociación nacional diocesana católica para el ministerio a lesbianas y homosexuales: «Negar que el poder de la gracia hace que aquellos que experimentan atracción homosexual, puedan vivir la castidad, es negar, en efecto, que Jesús ha resucitado de entre los muertos» (Cardenal George, 1999).

Ciertamente hay circunstancias tales como desórdenes psicológicos y experiencias traumáticas, que pueden, a veces, hacer tal castidad más difícil, y hay condiciones que pueden disminuir significativamente la responsabilidad individual, en casos de faltas contra la castidad. Sin embargo, tales circunstancias y condiciones, no niegan la libertad de conciencia, ni eliminan el poder de la gracia. Aunque muchos hombres y mujeres que se sienten atraídos homosexualmente dicen que esos deseos sexuales fueron experimentados como un «hecho dado» (Chapman, 1987 1), esto no puede implicar una predeterminación genética o una condición inmutable. Algunos se rindieron a la atracción por personas del mismo sexo porque se les dijo que habían nacido con esa inclinación, y que era imposible cambiar el tipo de atracción sexual. Tales personas pueden creer que es fútil y sin esperanza el resistir tal atracción, de modo que abrazan la identidad gay.* Estas personas, entonces, pueden sentirse oprimidas por el hecho de que la sociedad y la religión, en particular la Iglesia Católica, no acepta la expresión de tales deseos a través de actos homosexuales. (Schreier 1998 2)

La investigación científica citada en este informe contradice el mito de que la atracción homosexual sea genéticamente predeterminada y que no se pueda cambiar, y ofrece esperanzas para la prevención y el tratamiento.

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1. No es innata

Un número de investigadores han intentado encontrar una causa biológica para la atracción homosexual. Los medios de comunicación han popularizado la idea de que un «gene gay» ya había sido descubierto (Burr 1996 3), pero a pesar de los numerosos intentos, ninguno de los estudios más difundidos (Hamer 1993 4; LeVay 1991 5) ha podido ser científicamente afirmado (Gadd 1998). Un número de autores han revisado cuidadosamente tales estudios y encontraron que no sólo no demuestran una base genética para confirmar la atracción homosexual, sino que ni siquiera reclaman tener evidencia científica para tal afirmación (Byne 1963 6; Crewdson 1995 7; Goldberg 1992; Horgan 1995 8; McGuire 1995 9; Porter 1996; Rice 1999 10).

Si la atracción homosexual fuera genéticamente determinada , entonces uno esperaría que los mellizos idénticos tuvieran la misma orientación sexual. Sin embargo, hay numerosos casos de mellizos idénticos que no son idénticos en su orientación sexual (Bailey 1991 11; Eckert 1986; Friedman 1976; Green 1974; Heston 1968; McConaghy 1980; Rainer 1960; Zuger 1976). La historia de casos con frecuencia revela factores del medio ambiente que explican el desarrollo de distintos modelos de atracción sexual en niños genéticamente idénticos, lo cual apoya la teoría de que la atracción homosexual es el producto de la interacción de una variedad de factores ambientales (Parker 1964 12).

Sin embargo, hay intentos frecuentes de convencer al público de que la atracción homosexual tiene una base genética (Marmor 1975 13). Tales esfuerzos pueden ser motivados por políticas, porque la gente tiende a responder más positivamente a exigencias de cambio en las leyes o en la enseñanza de la doctrina religiosa, cuando las personas están convencidas de que la atracción sexual es genéticamente determinada, e inmutable (Ernulf 1989 14; Piskur 1992 15). Otros han intentado probar una base genética de la atracción homosexual para poder apelar a las cortes en busca de derechos basados en la «inmutabilidad» (Green 1988 16).

Los católicos creen que la sexualidad fue creada por Dios como un signo del amor de Cristo, el novio, a su novia, la Iglesia, y por consiguiente, la actividad sexual es adecuada solamente dentro del matrimonio. Un desarrollo psico-sexual saludable conduce naturalmente a la atracción de cada persona por el sexo opuesto. Traumas, educación errada, y el pecado pueden causar una desviación de esta conducta. Las personas no deben ser identificadas por sus conflictos emocionales o de desarrollo, como si tal fuera la esencia de su identidad. En el debate entre esencialismo y el construccionismo social, el creyente en la ley natural acepta que los seres humanos tienen una naturaleza esencial –ya sea hombre o mujer– y que la inclinaciones pecaminosas –como el deseo de envolverse en actividades homosexuales– son estructuras que pueden, por lo tanto, ser desestructuradas.

Es por lo tanto probablemente prudente evitar siempre que sea posible, usar las palabras «homosexual» y «heterosexual» como sustantivos, ya que tal uso sugiere un estado inmutable y una equivalencia entre el estado natural de hombre y mujer, como Dios los creó, y aquellos que experimentan (?) atracción o conducta hacia personas del mismo sexo.

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2. La atracción hacia el mismo sexo, como síntoma

Las personas se sienten atraídas por personas del mismo sexo por distintas razones. Si bien hay aspectos similares en los modelos de desarrollo, cada individuo es único, en su historia personal. En las historias de personas que se sienten atraídas por otros del mismo sexo, uno encuentra frecuentemente uno o más de los siguientes:

Alienación del padre en la infancia, porque el padre fue percibido como hostil, distante, violento o alcohólico (Apperson 1968 17; Bene 1965 18; Bieber 1962 19; Fisher 1996 20; Pillard 1988 21; Sipova 1983 22).

La madre fue sobreprotectora (niños) (Bieber, T. 1971 23; Bieber 1962 24 Snortum 1969 25).

La madre estaba necesitada de afecto y era exigente (niños) (Fitzgibbons 1999 26).

La madre no estaba dispuesta emocionalmente (niñas) (Bradley 1997 27; Eisenbud 1982 28).

Los padres no fomentaron la identificación con el propio sexo (Zucker 1995 29).

Ausencia de juegos más o menos violentos (niños) (Friedman 1980 30; Hadden 1967 31).

Falta de identificación con sus iguales del mismo sexo (Hockenberry 1987 32; Whitman 1977 33)

Aversión a los juegos en equipo (niños) (Thompson 1973 34).

Falta de coordinación de la mano con la vista, que lleva a la burla de los iguales (niños) (Bailey 1993 35; Fitzgibbons 1999 36; Newman 1976 37).

Abuso sexual o violación (Beitchman 1991 38; Bradley 1997 39; Engel 1981 40; Finkelhor 1984; Gundlach 1967 41).

Fobia social o timidez extrema (Golwyn 1993 42)

Pérdida de un padre por muerte o divorcio (Zucker 1995).

Separación de un padre durante una etapa crítica del desarrollo (Zucker 1995).

En algunos casos, la atracción sexual homosexual o la actividad ocurre en un paciente con algún otro diagnóstico psicológico, como:

Depresión grave (Fergusson, 1999 43).

Ideas de suicidio (Herrell 1999).

Neurosis de angustia generalizada.

Abuso de drogas.

Desórdenes de conducta de adolescentes.

Personalidades psicopáticas marginales (Parris 1993 44; Zubenko 1987 45).

Esquizofrenia (Gonsiorek 1982 46).

Narcisismo patológico.(Bychowski 1954 47; Kaplan 1967 48).

En unos pocos casos, la conducta homosexual aparece tarde en la vida como respuesta a un trauma, tal como el aborto (Berger 1994 49; deBeauvoir 1953) o a una profunda soledad (Fitzgibbons 1999).

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3. La atracción homoerótica puede prevenirse

Si las necesidades emocionales y de desarrollo de cada niño se satisfacen adecuadamente tanto por parte de la familia como por sus iguales, el desarrollo de atracción homosexual es muy poco probable. Los niños necesitan cariño, alabanzas y aceptación por ambos padres, por sus hermanos y por sus iguales. Tales situaciones familiares y sociales, sin embargo, no siempre se establecen con facilidad y las necesidades de los niños pueden no ser fácilmente reconocibles. Algunos padres pueden estar luchando con sus propios problemas y ser incapaces de proporcionar la atención y el apoyo que el niño requiere. Algunas veces los padres hacen esfuerzos grandes, pero la personalidad del niño hace que el apoyo y la crianza sean más difíciles. Algunos padres reconocieron signos incipientes y buscaron atención y consejo profesional, y se les dieron consejos inadecuados y a veces erróneos.

El Diagnostic and Statistical Manual IV (APA 1994 50) de la Asociación Psiquiátrica Americana ha definido el Desorden de la identidad de género (GID- Gender Identity Disorder) en niños como una fuerte y persistente identificación con el género opuesto, insatisfacción con el propio sexo, y preferencia por papeles del sexo opuesto en juegos o fantasías. Algunos investigadores (Friedman 1988, Phillips 1992 51) han identificado otro síndrome no tan pronunciado en los niños: sentimientos crónicos de no ser masculinos («unmasculinity»). Estos niños, si bien no se envuelven en ningún juego de sexualidad cruzada, o tales fantasías, se sienten profundamente inadecuados en su masculinidad y tienen una reacción casi fóbica a los juegos rudos o violentos en la infancia y mucha aversión a deportes en equipos. Varios estudios han mostrado que niños con desordenada identidad de género y niños con sentimientos crónicos de no ser masculinos, están expuestos al riesgo de atracción homosexual en la adolescencia .(Newman 1976; Zucker 1995; Harry 1989 52)

La identificación temprana (Hadden 1967 53) y la intervención profesional adecuada, si es apoyada por los padres, puede superar la desordenada identidad de género (Rekers 1974 54; Newman 1976) . Desgraciadamente, a muchos padres que expresan esta preocupación a su pediatra, se les dice que no se preocupen por eso. En algunos casos los síntomas y la preocupación de los padres pueden parecer que disminuyen, cuando el niño entra a la segunda o tercera preparatoria, pero a menos que se traten adecuadamente los síntomas, éstos pueden reaparecer en la pubertad una como intensa atracción homosexual. Esta atracción parece ser el resultado de la incapacidad de identificarse positivamente con el propio sexo.

Es importante que aquellos que están envueltos en el cuidado y la educación de los niños estén informados de los signos de la desordenada identidad de género (DIG) y la antimasculinidad juvenil crónica, y que conozcan los recursos disponibles para obtener ayuda adecuada para estos niños. (Bradley 1998, Brown 1963 55; Acosta 1975 56) Una vez que estén convencidos de que la atracción por el mismo sexo no es un desorden determinado por los genes, uno es capaz de esperar el éxito en la prevención y también tener esperanzas de encontrar un modelo terapéutico que mitigue significativamente, si no elimina, la atracción homosexual.

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4. Se está ‘en riesgo de’, no predestinado

Mientras un número de estudios han mostrado que los niños que han sido abusados sexualmente, niños que exhiben síntomas de DIG, y de antimasculinidad crónica juvenil, se encuentran en riesgo de la atracción homosexual en la adolescencia y la edad adulta; es importante darse cuenta de que un porcentaje significativo de estos niños no llegan a ser homosexuales activos en la edad adulta. (Green 1985 57; Bradley 1998)

Para algunos, las experiencias negativas en la niñez, pueden ser contrarrestadas más tarde por interacciones positivas. Algunos hacen una decisión consciente de evitar las tentaciones. La presencia y el poder de la gracia de Dios, si bien no puede ser medido en todos los casos, no puede ser ignorado como factor que puede ayudar a los sujetos en riesgo, a evitar la atracción homosexual. El etiquetar a un adolescente, o peor, a un niño, como «homosexual» sin remedio, hace un muy mal servicio a la persona. Tales adolescentes o niños pueden, con la intervención positiva apropiada, recibir consejos adecuados para poder superar el problema de traumas emocionales anteriores.

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5. Terapia

Aquellos que defienden la idea de que la orientación sexual es inmutable, frecuentemente citan una discusión publicada por los Doctores C.C. Tripp y Lawrence Hatterer en la que el Dr. Tripp afirmó: «…no hay un solo caso registrado de cambio de orientación homosexual que haya sido validado por jueces o tests independientes. Kinsey no pudo encontrar uno solo. Ni tampoco el Dr. Pomeroy ni yo hemos podido encontrar tal paciente. Nos gustaría mucho recibir alguno del Dr. Hatterer» (Tripp & Hatterer 1971). Pero no citan la respuesta del Dr. Hatterer:

Yo he curado a muchos homosexuales, Dr. Tripp. El Dr. Pomeroy o cualquier otro investigador puede examinar mi trabajo, el cual está documentado por diez años de grabaciones en cinta. Muchos de estos pacientes «curados» (prefiero usar la palabra cambiados) se han casado, tienen familias y viven una vida feliz. Es un mito destructivo el decir: «una vez homosexual, siempre homosexual». Esto ha hecho, y hará en el futuro millones de homosexuales convencidos. Y aún más, no solo yo sino muchos otros psiquiatras de prestigio (los Doctores Samuel B. Hadden, Lionel Ovesey, Charles Socarides, Harold Lief, Irving Bieber, y otros) han reportado sus éxitos terapéuticos de homosexuales a los cuales se les puede tratar (Tripp & Hatterer 1971).

Un número de terapeutas han publicado numerosos trabajos sobre resultados favorables en el tratamiento de atracción homosexual. Tripp prefirió ignorar la abundante literatura sobre tratamientos y encuestas de terapeutas. Trabajos de revisión de resultados del tratamiento del homosexualismo muestran que ha tenido tanto éxito como el tratamiento de problemas psicológicos similares: alrededor del 30% se siente liberado de los síntomas y otro 30% experimenta mejoría. (Bieber 1962 58; Clippinger 1974 59; Fine 1987 60; Kaye 1967 61; MacIntosh 1994 62; Marmor 1965 63; Nicolosi 1998 64; Rogers 1976 65; Satinover 1996 66; Throckmorton 67; West 68)

Los informes de terapeutas individuales han sido igualmente positivos (Barnhouse 1977 69; Bergler 1962 70; Bieber 1979 71; Cappon 1960 72; Caprio 1954 73; Ellis 1956 74; Hadden 1958 75; Hadden 1967b 76; Hadfield 1958 77; Hatterer 1970 78; Kronemeyer 1989 79). Esta es solamente una muestra representativa de los terapeutas que han reportado resultados con éxito en el tratamiento de individuos que experimentan atracción homosexual.

Hay también muchos informes autobiográficos de hombres y mujeres que creyeron alguna vez estar irremisiblemente amarrados a la atracción y a la conducta homosexual. Muchos de estos hombres y mujeres (Exodus 1990-2000 80) se describen ahora como libres de la atracción homosexual, de las fantasías y de la conducta. La mayoría de estos individuos encontraron la libertad a través de la participación en grupos de apoyo basados en la religión, aunque algunos también recurrieron a terapeutas. Desgraciadamente un número de personas influyentes y grupos profesionales han preferido ignorar esta evidencia, (APA 1997 81; Herek 1991 82) y parece haber un esfuerzo coordinado de parte de los «apologistas de la homosexualidad», para negar la eficacia del tratamiento de la atracción homosexual, o afirmar que tal tratamiento es dañino. Barnhouse se mostró admirado de estos esfuerzos: «La distorsión de la realidad inherente en la negación de que la condición pueda ser curada, por los apologistas de la homosexualidad, es tan inmensa que uno se pregunta qué pueda motivarla» (Barnhouse 1977).

Robert Spitzer, el famoso investigador psiquiátrico de la Universidad de Columbia, que estuvo envuelto directamente en la decisión de 1973 de retirar la homosexualidad de la lista de desórdenes mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, recientemente se ha envuelto en un estudio sobre la posibilidad del cambio. El Dr. Spitzer afirmó en una entrevista: «Estoy convencido de que muchas (?) personas han hecho cambios sustanciales para llegar a ser heterosexuales… Creo que eso hace noticia… Empecé este estudio escéptico. Ahora afirmo que tales cambios pueden ser mantenidos» (NARTH 2000).

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6. Fines de la terapia

Aquellos que sostienen que el cambio de orientación sexual es imposible, generalmente definen el cambio como la liberación total y permanente de toda conducta homosexual, de fantasías o de atracción en una persona que había sido anteriormente homosexual en su conducta o su inclinación (Tripp 1971 83). Aun cuando el cambio sea definido en esta forma extrema, la afirmación no es cierta. Numerosos estudios reportan casos de cambio total (Goetz 1997 84).

Aquellos que niegan la posibilidad de un cambio total, admiten que el cambio en el comportamiento es posible (Coleman 1978 85; Herron 1982 86) y que las personas que han estado envueltas sexualmente con ambos sexos parecen más capaces de cambiar. (Acosta 1975 87) El leer cuidadosamente los artículos de aquellos que se oponen a la terapia de cambio, revela que los autores ven tal terapia como falta de ética (Davison 1982 88; Gittings 1973 89) lo hacen así porque en su opinión esa terapia es opresiva contra aquellos que no quieren cambiar (Begelman 1975 90; 1977 91; Murphy 1992 92; Sleek 1997 93; Smith 1988 94) y ven a aquellas personas atraídas por el mismo sexo que expresan el deseo de cambiar como víctimas de la opresión social o religiosa. (Begelman1977 95; Silverstein 1972 96 )

Debe notarse que casi sin excepción, aquellos que consideran la terapia como contraria a la ética, también rechazan el abstenerse de la actividad sexual extramatrimonial, como una meta mínima (Barrett 1996 97) y entre los terapeutas que aceptan los actos homosexuales como normales, son muchos los que no encuentran nada malo en la infidelidad dentro de relaciones matrimoniales (Nelson 1982 98), contactos sexuales anónimos, la promiscuidad general, el auto-erotismo (Saghir 1973), el sadomasoquismo, y varias parafilias. Algunos llegan a propiciar la reducción de restricciones sobre relaciones sexuales entre adultos y menores (Mirkin 1999 99) o niegan el impacto psicológico negativo del abuso sexual de niños. (Rind 1998, Smith 1988 100)

Algunos de los que consideran la terapia como falta de ética también disputan las teorías establecidas de desarrollo infantil (Davison 1982 101; Menvielle 1998 102) Ellos tienden a culpar de opresión social a los problemas innegables que sufren los adolescentes y adultos homosexuales activos. Todas las conclusiones de las investigaciones tienen que ser evaluadas teniendo en cuenta la parcialidad de los investigadores, lo cual afecta sus resultados. Cuando la investigación está impregnada de un agenda política reconocida, su valor está muy severamente limitado.

Debiera señalarse que los católicos no pueden apoyar formas de terapia que fomentan el reemplazo de un pecado sexual con otro. (Schwartz 1984) Algunos terapeutas, por ejemplo, no consideran a un paciente como curado hasta que pueda envolverse cómodamente en actividades sexuales con el sexo opuesto, aunque el paciente no esté casado (Masters 1979). Otros estimulaban al paciente a masturbarse empleando fantasías heterosexuales (Blitch 1972; Conrad 1976).

Para un católico que siente atracción hacia personas de su mismo sexo, la meta de la terapia debiera ser la libertad de vivir castamente de acuerdo a su estado en la vida. Algunos de los que han luchado con la atracción por personas de su mismo sexo creen que están llamados a una vida de celibato. No debiera hacérseles creer que han fracasado en el intento de adquirir libertad, porque no experimenten deseos sexuales por el sexo opuesto. Otros pueden querer casarse y tener hijos. Hay buenas razones para esperar que muchos van a poder alcanzar esta meta a su debido tiempo. Sin embargo, no debiera animárseles a precipitarse a un matrimonio, ya que hay abundante evidencia de que el matrimonio no es la cura para la atracción por el mismo sexo. Con la ayuda poderosa de la gracia, los sacramentos, el apoyo de la comunidad y un terapeuta con experiencia, un individuo bien decidido debiera ser capaz de alcanzar la libertad interior que Cristo ha prometido.

Los terapeutas experimentados pueden ayudar a los individuos a descubrir y comprender las causas profundas de los traumas emocionales que dieron origen a la atracción por personas del mismo sexo y a poder seguir la terapia que va a ayudar a resolver ese problema. Los hombres que experimentan atracción por personas de su propio sexo, a menudo descubren que su identidad masculina fue afectada negativamente por sentimientos de rechazo por parte de su padre, o de sus iguales, o por una imagen corporal pobre que resulta en tristeza, rabia e inseguridad. Al sanar el sufrimiento emocional en la terapia, la identidad masculina es fortalecida y la atracción por el propio sexo disminuye.

Las mujeres con atracción por su mismo sexo pueden llegar a ver cómo los conflictos con sus padres u otros hombres importantes en su vida las ha llevado a desconfiar del amor de los hombres, o cómo la carencia de afecto maternal las ha llevado a una profunda necesidad de amor femenino. El discernimiento para entender las causas de la ira y la tristeza pueden, es de esperar, llevar al perdón y a la liberación. Todo esto necesita tiempo. Con respecto a esto, los individuos que sufren de atracción por el mismo sexo no son diferentes de los muchos hombres y mujeres que tienen sufrimiento emocional y necesitan aprender a perdonar.

Los terapeutas católicos que están trabajando con individuos católicos debieran utilizar con confianza las riquezas de la espiritualidad católica en el proceso curativo. Aquellos que tienen heridas causadas por el padre pueden ser animados a desarrollar su relación con Dios como un padre amoroso. Y los que fueron rechazados o puestos en ridículo por sus iguales cuando eran jóvenes, pueden meditar, considerando a Jesús como hermano, amigo y protector. Los que se sienten ignorados por sus madres pueden buscar el apoyo de María.

Hay muchas razones para la esperanza de que con el tiempo, los que busquen liberación la encontrarán, pero debemos reconocer al animar con la esperanza, que hay algunos que no van a lograr llegar a esa meta. Podríamos encontrarnos en la misma situación de un oncólogo pediatra que dio una charla sobre cómo cuando empezó su práctica, prácticamente no había esperanzas para los niños con cáncer, y el deber del médico era ayudar a los padres a aceptar lo inevitable y no botar su dinero en pos de una «curación». Hoy por hoy casi el 70% de los niños se recuperan, pero cada muerte deja al equipo médico con una terrible sensación de fracaso. A medida que mejore la prevención y el tratamiento de la atracción por el mismo sexo, los individuos que estén luchando van, más que nunca, a necesitar apoyo compasivo y delicado.

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II. RECOMENDACIONES

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1. Ministerio para individuos que experimentan atracción por personas de su mismo sexo

Es muy importante que cada católico que sienta atracción por personas de su mismo sexo, sepa que hay esperanza, y que puede encontrar ayuda. Desgraciadamente esta ayuda no es fácil de encontrar en todas partes. Los grupos de apoyo, los terapeutas y los directores espirituales que apoyen sin vacilaciones la enseñanza de la Iglesia, son componentes esenciales de la ayuda que es necesaria. Puesto que las nociones sobre sexualidad en nuestro país son tan variadas, los pacientes que soliciten ayuda tienen que tener mucho cuidado que el grupo, o el consejero apoye los imperativos morales de la Iglesia Católica. Uno de los grupos católicos de apoyo mejor conocidos es una organización llamada Courage (Ánimo, véase el apéndice) y la organización afiliada, Encourage (Animar) (Hay un juego de palabras, «Courage» y «Encourage»). Si bien cualquier intento de enseñar lo pecaminosa que es la conducta homosexual ilícita puede ser recibido con acusaciones de homofobia, la realidad es que Cristo llama a todos a la castidad, de acuerdo al particular estado de vida de cada uno. El deseo de la Iglesia de ayudar a todo el mundo a vivir castamente no es una condenación de aquellos que encuentran la castidad difícil de practicar, sino más bien la respuesta llena de compasión de una Iglesia que trata de imitar a Cristo, el Buen Pastor.

Es esencial que todo católico que sienta atracción por personas de su mismo sexo encuentre acceso fácil a grupos de apoyo, terapeutas y directores espirituales, que apoyen en forma inequívoca las enseñanzas de la Iglesia y estén preparados para ofrecer ayuda de la más alta calidad. En muchas partes los únicos grupos de apoyo disponibles están dirigidos por Evangélicos o por personas que rechazan las enseñanzas de la Iglesia. El que la comunidad católica no proporcione ayuda para las necesidades de esta población es una omisión grave, la cual no debe permitirse que continúe. Es especialmente trágico que Courage, que bajo la dirección del Padre John Harvey ha desarrollado una red excelente y auténticamente católica de grupos de apoyo, no esté aún disponible en todas las diócesis y ciudades importantes.

Los informes anecdóticos de individuos u organizaciones bajo auspicios católicos o directamente asociadas con la Iglesia Católica, que aconsejan a personas con atracción por el mismo sexo que practiquen fidelidad en sus relaciones con personas del mismo sexo en lugar de la castidad de acuerdo a su situación en la vida; debieran causar preocupación. Es muy importante que los consejeros relacionados con la Iglesia o los grupos de apoyo, tengan muy en claro la naturaleza y el origen de la atracción por el mismo sexo. Esta condición no está determinada ni genética ni biológicamente. Esta condición no es inmutable. Es un engaño el aconsejar a individuos que experimentan atracción por el mismo sexo, que es aceptable hacer vida sexual siempre que los actos sexuales se desarrollen dentro del contexto de una relación fiel. Las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre moral sexual son claras en forma explícita y no admiten excepciones. Los católicos tienen el derecho a saber la verdad y los que trabajan con instituciones católicas o para ellas, tienen la obligación de presentar claramente tal verdad.

Algunos clérigos, tal vez porque creen erróneamente que la atracción por personas del mismo sexo es determinada genéticamente e inmutable, han motivado a individuos que experimentan atracción por el mismo sexo para que se identifiquen con la comunidad homosexual proclamando públicamente el ser gay o lesbiana, aunque vivan la castidad en su vida personal. Hay varias razones por la cuales este curso de acción es equivocado:

1) Se basa en una idea errónea de que la atracción por el mismo sexo es un aspecto inmutable del individuo y desalienta a las personas de buscar ayuda;

2) La comunidad «gay» promueve una ética de conducta sexual que es antitética a las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre sexualidad, y no oculta su deseo de eliminar la «erotofobia» y el «heterosexualismo». Sencillamente, no hay manera de que se puedan reconciliar las posiciones de los voceros del movimiento «gay» con las de la Iglesia Católica;

3) Coloca a personas que son fáciles de tentar en lugares que deben ser considerados como ocasión próxima de pecado;

4) Crea una falsa esperanza de que la Iglesia pueda cambiar eventualmente su enseñanza sobre la moral sexual.

Los católicos deben tratar de ayudar a las personas que experimentan atracción por su mismo sexo, a aquellos que están activamente envueltos en actos homosexuales, y particularmente a aquellos que sufren enfermedades de transmisión sexual; con amor, esperanza y el mensaje auténtico y sin compromisos, de liberación del pecado a través de Jesucristo.

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2. El papel del sacerdote

Es de importancia primordial que los sacerdotes, cuando encuentren feligreses con problemas de atracción por el mismo sexo, tengan acceso a información sólida y a recursos auténticamente beneficiosos. El sacerdote, sin embargo, tiene que hacer algo más que simplemente referirlo a otras agencias (véase Courage y Encourage en el apéndice). El está en una posición única para proporcionar ayuda espiritual específica a aquellos que experimentan atracción por personas de su mismo sexo. Debe, por supuesto, ser muy delicado con los sentimientos muy intensos de inseguridad, culpa, vergüenza, rabia, frustración, depresión y aún temor en esos individuos. Pero esto no significa que no deba hablar claramente sobre las enseñanzas de la Iglesia (Véase CIC n.2357-2359), la necesidad de perdón y curación en la confesión, la necesidad de evitar las ocasiones de pecado, y la necesidad de una vida de oración auténtica. Un número de terapeutas creen que la fe religiosa juega un papel esencial en la recuperación de la atracción por personas del mismo sexo y las adicciones sexuales.

Cuando un individuo confiesa atracción por personas de su mismo sexo, fantasías o actos homosexuales, el sacerdote debiera saber que éstas son frecuentemente manifestaciones de traumas de la infancia o adolescencia, abuso sexual en la niñez, o necesidades infantiles no satisfechas de amor y afirmación, por parte del padre del mismo sexo. A menos que estos problemas subyacentes sean resueltos, el individuo puede descubrir que vuelven las tentaciones, lo que puede hacerlo caer en la desesperación. Aquellos que rechazan las enseñanzas de la Iglesia y estimulan a las personas que sienten atracción por personas de su mismo sexo, a que entren en las así llamadas «uniones homosexuales amorosas estables», no comprenden que tales arreglos no pueden resolver los problemas subyacentes. Al mismo tiempo que promover la terapia y el ingreso a los grupos de apoyo, el sacerdote debiera recordar que a través de los sacramentos puede ayudar a los penitentes no sólo a resolver el pecado, sino también las causas de la atracción por personas de su mismo sexo.

La lista siguiente, si bien no es exhaustiva, ilustra algunas de las maneras cómo puede el sacerdote ayudar a los individuos que con estos problemas, se acercan al Sacramento de la Reconciliación:

a) Las personas que experimentan atracción por personas de su mismo sexo, o se confiesan de pecados en esta área, casi siempre tienen una carga de profundo dolor emocional, pena y resentimiento contra aquellos que los han rechazado, descuidado o herido, incluyendo sus padres, sus iguales y los que los hayan hecho víctimas del abuso sexual. Ayudarlos a perdonar puede ser el primer paso hacia la curación. (Fitzgibbons 1999 103)

b) Los individuos que experimentan atracción por personas de su mismo sexo a menudo cuentan una larga historia de experiencias sexuales tempranas, y traumas sexuales. (Doll 1992 104) Es más probable que personas homosexuales activas se hayan visto envueltas en formas extremas de actividad sexual con otra persona a edad muy temprana. (Stephan 1973 105; Bell 1981 106) Muchos no le han contado a nadie sobre estas experiencias (Johnson 1985 107) y llevan dentro un gran sentimiento de culpa y vergüenza. En algunos casos, aquellos que fueron abusados sexualmente se sienten culpables porque reaccionaron al trauma con un comportamiento sexual. El sacerdote puede preguntar delicadamente sobre las experiencias tempranas, asegurándoles que sus pecados son perdonados, y ayudándolos a encontrar liberación al perdonar a los otros.

c) Los individuos envueltos en la actividad homosexual pueden sufrir también de adicción sexual. (Saghir 1973 108; Beitchman 1991 109; Goode 1977 110) Aquellos que se involucran en actividades homosexuales se han envuelto también en formas extremas de conducta sexual o han recibido dinero por ellas. (Saghir 1973 111) La adicción no es fácil de superar, recurrir frecuentemente a la confesión puede ser el primer paso hacia la liberación. El sacerdote debiera recordar al penitente que aún los casos más extremos de pecados en esta área pueden ser perdonados, alentándolos a resistir la desesperación y a perseverar, y al mismo tiempo sugerir algún grupo de apoyo que sirva para controlar la adicción.

d) Las personas que sienten atracción por personas de su propio sexo con frecuencia abusan del alcohol, y de las drogas legales e ilegales. (Fifield 1977 112; Saghir 1973 113) Tal abuso puede debilitar la resistencia a las tentaciones sexuales. El sacerdote puede recomendar ingresar a un grupo de apoyo que se preocupe de tales problemas.

e) Los pensamientos de desesperación y de suicidio son también frecuentes en la vida de individuos afectados por la atracción por personas de su mismo sexo. (Beitchman 1991 114; Herrell 1999; Fergusson 1999) El sacerdote puede asegurarle al penitente que hay muchas razones para esperar que la situación cambie y que Dios los ama y quiere que vivan una vida plena y feliz. Nuevamente, perdonar a los demás puede ayudar mucho.

f) Las personas que experimentan atracción por personas del mismo sexo pueden sufrir de problemas espirituales tales como la envidia (Hurst 1980) o autoconmiseración. (Van den Aardweg 1969) Es importante que el individuo que experimenta atracción por personas de su mismo sexo, no sea tratado como si las tentaciones sexuales fueran su único problema.

g) La inmensa mayoría de los hombres y las mujeres que experimentan atracción por personas de su mismo sexo reportan una pobre relación con sus padres (véanse las notas 17 a 23). El sacerdote, como figura paterna que los quiere y los acepta, puede a través del sacramento comenzar la labor de reparar el daño y facilitar una relación curativa con Dios Padre. El sacerdote puede también estimular la devoción a San José.

El sacerdote necesita estar al tanto de la profundidad de la curación que necesitan estas personas que tienen un conflicto muy serio. Tiene que ser una fuente de esperanza para los que se desesperan, de perdón para los que yerran, de fortaleza para los débiles, de ánimo para los pusilánimes, y a veces una figura de padre amante para los heridos. En suma, debe ser Jesús para estos hijos amados de Dios que se encuentran en una situación muy difícil. Debe ser pastoralmente sensible, pero también pastoralmente firme, imitando como siempre a Jesús compasivo que curaba y perdonaba setenta veces siete, pero que siempre les recordaba a los pecadores, «Vete y no vuelvas a cometer este pecado».

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3. Profesionales médicos católicos

Los pediatras necesitan conocer los síntomas de la desordenada identidad de género (DIG- Gender Identity Disorder) y de la antimasculinidad juvenil crónica. Dada la identificación y la intervención tempranas, hay buenas razones para esperar que el problema pueda ser resuelto en forma satisfactoria. (Zucker 1995 115; Newman 1976 116) Mientras que la razón principal para tratar a niños es para aliviar su infelicidad presente (Newman 1976 117; Bradley 1998 118; Bates 1974 119), el tratamiento de la Desordenada Identidad de Género y de la antimasculinidad crónica juvenil puede prevenir el desarrollo de la atracción sexual por el mismo sexo y los problemas asociados con la actividad homosexual en la adolescencia y la edad adulta.

La mayoría de los padres no quieren que su hijo se envuelva en la conducta homosexual, pero los padres de niños en riesgo suelen resistirse al tratamiento. (Zucker 1995; Newman 1976 120) Si se les informa que el 75% de los niños que muestran síntomas de DIG y de ANTIMASCULINIDAD JUVENIL CRÓNICA, van, en la ausencia de una intervención, a experimentar atracción por personas de su mismo sexo (Bradley 1998) y les hacen ver los riesgos asociados con la actividad homosexual (Garafalo 1998 121; Osmond 1994 122; Stall1988b 123; Rotello 1997; Signorille 1997 124) se les puede ayudar a sobreponerse a su oposición al tratamiento. La cooperación de los padres es extraordinariamente importante para que la intervención temprana pueda tener éxito.

Los pediatras debieran estar familiarizados con la literatura sobre el tratamiento. George Rekers ha escrito un número de libros al respecto. (Rekers 1988 125) Zucker y Bradley proveen de una revisión extensa de la literatura en su libro Gender Identity Disorder and Psychosexual Problems in Children and Adolescents, (1995) además de numerosos historias de casos y recomendaciones para el tratamiento.

Los médicos que encuentren pacientes con enfermedades de transmisión sexual adquiridas a través de la actividad homosexual pueden informar al paciente de que hay disponible una terapia psicológica y grupos de apoyo, y que aproximadamente el 30% de pacientes motivados pueden lograr un cambio de orientación. Y en términos de prevención de enfermedades, otro 30% es capaz de mantenerse célibe o eliminar el comportamiento de alto riesgo. Debieran también preguntarles a estos pacientes si abusan de las drogas o el alcohol, y recomendar tratamiento cuando sea adecuado, puesto que un número de estudios han mostrado una relación entre las infecciones de transmisión sexual y el abuso de las drogas. (Mulry 1994 126)

Aún antes del comienzo de la epidemia del SIDA un estudio sobre los hombres que tienen relaciones con otros hombres encontró que el 63% había contraído enfermedades de transmisión sexual debido a la actividad homosexual. (Bell 1978 127) A pesar de toda la educación sobre el SIDA, los epidemiólogos predicen que hasta donde podemos ver el futuro, el 50% de los hombres que tengan relaciones con hombres se contagiarán con el VIH (Virus Inmunodeficiencia ). (Hoover 1991; Morris 1994; Rotello 1997 128) Están también expuestos al riesgo de sífilis, gonorrea, hepatitis A,B o C, Virus de Papiloma y un número de otras enfermedades.

Los profesionales de la salud mental debieran familiarizarse con el trabajo de los terapeutas que han tratado con éxito a personas que experimentan atracción por personas de su mismo sexo. Debido a que la atracción por el mismo sexo no se debe a una sola causa, distintos individuos pueden necesitar distintas modalidades de tratamiento. Combinar la terapia con la participación en un grupo de apoyo y con la sanación espiritual, es también una opción que debiera ser considerada.

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4. Profesores en instituciones católicas

Los profesores en las instituciones católicas tienen la obligación de defender las enseñanzas de la Iglesia en materias de moral sexual, para contrarrestar la falsa información sobre la atracción por el mismo sexo, y para informar a los adolescentes expuestos al riesgo o involucrados en relaciones homosexuales, que se puede encontrar ayuda. Debieran continuar resistiendo la presión de incluir la educación sobre los condones en el currículo para acomodar a los adolescentes homosexualmente activos. Numerosos estudios han mostrado que tal educación es ineficaz para prevenir la transmisión de enfermedades en la población en riesgo. (Stall 1988a, 129; Calabrese 1987 130; Hoover 1991 131)

Los activistas de los derechos de los «gay» han insistido en que a los adolescentes en riesgo se les debe poner en contacto con grupos de apoyo que los ayudarán a «salir del closet». No hay ninguna evidencia de que el participar en tales grupos sirva para prevenir las consecuencias negativas a largo plazo asociadas con la actividad homosexual. Tales grupos nunca motivarán a los adolescentes a evitar el pecado y a vivir castamente de acuerdo con su estado en la vida. Los síntomas de desordenada identidad de género (DIG) y antimasculinidad juvenil crónica en niños debieran ser tomados en serio. Los niños expuestos al riesgo, necesitan atención especial, más aún aquellos que han sido víctimas de abuso sexual cuando eran chicos.

Los educadores también tienen la obligación de dejar de bromear y ridiculizar a niños que no se ajustan a las normas del género. Hay que crear recursos para educar a los profesores, planes de lecciones y estrategias para combatir las bromas; hay que proporcionarlos a los profesores en las escuelas católicas, los programas de educación religiosa parroquial (CCD) y en otras instituciones.

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5. Familias cátolicas

Cuando los padres católicos descubren que su hijo o su hija está experimentando atracción por alguien de su mismo sexo o está envuelto en actividad homosexual, quedan con frecuencia devastados. Temiendo por la salud del niño, su felicidad y su salvación, los padres con frecuencia encuentran alivio cuando se les informa que la atracción por el mismo sexo puede ser tratada y prevenida. Pueden encontrar apoyo de parte de otros padres en Encourage. Y también necesitan ser capaces de compartir su carga con amigos comprensivos y con la familia.

Los padres debieran ser informados sobre los síntomas de desordenada identidad de género (DIG) y de la prevención de problemas de identidad de género, y motivados a tomar tales síntomas en serio y a referir a los niños con problemas de identidad de género, a profesionales de la salud mental competentes y de moral adecuada.

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6. La comunidad católica

Hubo un tiempo no hace muchos años, cuando el embarazo extramatrimonial y el aborto eran tópicos tabú, y las actitudes hacia las mujeres que se involucraban en tales actividades, eran prejuiciadas y crueles. La legalización del aborto ha forzado a la Iglesia a afrontar este tema y a proporcionar un ministerio activo a mujeres que se encuentran con un embarazo «no deseado» y también a las mujeres que sufren del trauma postaborto. En pocos años la actitud de las diócesis, las parroquias individuales y los fieles católicos se ha visto transformada, y hoy la verdadera caridad cristiana es la norma más bien que la excepción. De la misma manera pueden transformarse las actitudes con respecto a la atracción por el mismo sexo, siempre que cada institución católica haga lo que le corresponde.

Aquellos que experimentan atracción por su mismo sexo, aquellos que están envueltos en conducta homosexual y sus familias, con frecuencia sienten que están siendo excluídos de la preocupación caritativa de la comunidad católica. Ofrecer oraciones por las personas que experimentan atracción por su propio sexo y por sus familias como parte de las intenciones durante la misa, es una de las maneras de hacerles saber que la comunidad se preocupa de ellos.

Los miembros de los medios de información católicos necesitan ser informados sobre la atracción por personas del mismo sexo, las enseñanzas de la Iglesia, y los recursos para su prevención y tratamiento. Debían ser impresos folletos y otros recursos que expresen claramente la doctrina de la Iglesia y proporcionen información sobre los recursos, para aquellos que tengan necesidades urgentes en esta materia, y debieran ser colocados en los casilleros para libros y folletos en muchas parroquias.

Cuando un miembro de los medios de comunicación católica, un profesor en una institución católica, o un sacerdote, proporcione información errada sobre la doctrina de la Iglesia o dé la impresión de que la atracción homosexual es determinada genéticamente e inmutable, los laicos pueden ofrecerle la información adecuada para corregir tales malentendidos.

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7. Los obispos

La Asociación Médica Católica reconoce la responsabilidad que el Obispo Diocesano tiene de supervisar la ortodoxia de la enseñanza de la doctrina en su Diócesis. Esto, sin duda, incluye instrucciones claras sobre la naturaleza y el propósito de las relaciones sexuales íntimas entre las personas, y lo pecaminoso de las relaciones inadecuadas. La Catholic Medical Association (CMA) espera poder trabajar con los obispos y sacerdotes ayudando a establecer grupos de apoyo apropiados y modelos de terapia para aquellos que luchan contra la atracción homosexual. Si bien encontramos que Courage y Encourage son muy útiles y valiosos y los promovemos activamente, estamos seguros de que hay otras maneras de proporcionar ayuda, y estamos dispuestos a trabajar con cualquier programa que sea apropiado desde un punto de vista psicológico, espiritual y moral.

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8. La esperanza

Jeffrey Satinover, Doctor en Medicina y Filosofía, ha escrito sobre su amplia experiencia con pacientes que sufren de atracción homosexual:
«He tenido la gran suerte de haber encontrado a mucha gente que ha logrado salir del estilo homosexual de vida. Cuando veo las dificultades personales con que se han encontrado, el coraje que han demostrado, no solo al enfrentar esas dificultades, sino al confrontar una cultura que usa todos los medios para negarle la validez de sus valores, metas y experiencias; siento gran admiración… Son éstas las personas, previamente homosexuales, y todos aquellos que están todavía luchando en todo EE.UU. y en el extranjero, el modelo de todo lo que hay de bueno y posible en un mundo que considera al corazón humano, y sobre todo a Dios, el Creador de ese corazón, muy en serio. En mis muchas exploraciones en el mundo del psicoanálisis, la psicoterapia y la psiquiatría, nunca antes había visto curaciones tan profundas (Satinover 1996).

Los que quieren librarse de la atracción homosexual acuden frecuentemente a la Iglesia. La Asociación Médica Católica (CMA) quiere estar segura de que encontrarán la ayuda y la esperanza que buscan. Hay todas las razones para esperar que cada persona que experimente atracción homosexual y que busque la ayuda de la Iglesia, pueda verse libre de la conducta homosexual y muchos puedan encontrar aún más, pero vendrán sólo si encuentran amor en nuestras palabras y obras.

Si los profesionales de la salud católicos no hemos sido capaces en el pasado de satisfacer las necesidades de este grupo, y hemos fallado en trabajar activamente para desarrollar una prevención efectiva y terapias de tratamiento, o hemos fallado en tratar a las personas que tienen estos problemas con el respeto debido a cada persona, les pedimos disculpas.

La Asociación Médica Católica reconoce que los profesionales de la salud mental tienen un deber especial en esta área y espera que este documento pueda ayudarlos a satisfacer ese deber, de acuerdo a los principios de la Iglesia Católica.

Las investigaciones citadas en este trabajo provienen de una gran variedad de fuentes. En la mayoría de los casos muchas otras fuentes podrían haberse citado. Para aquellos que deseen hacer un estudio en profundidad de los temas tratados, está disponible una bibliografía extensa (email:74747.2241@compuserve.com), junto con las revisiones de la literatura pertinente.

Debiera también indicarse que muchos de los autores citados no aceptan las enseñanzas de la Iglesia sobre la naturaleza intrínsecamente desordenada de los actos homosexuales. No se han hecho esfuerzos por distinguir entre aquellos que están de acuerdo y los que no lo están, ya que los que favorecen la prevención y el tratamiento y aquellos que defienden las terapias que afirman la homosexualidad, presentan evidencia estadística esencial y consistente, y el material de estudio de casos; difieren solamente en sus interpretaciones y en la importancia de la evidencia presentada.

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APÉNDICE

Courage and Encourage
St. John the Baptist Church and Friary,
210 West 31st Street,
New York, NY 10001 USA
212-268-1010, 212-268-7150 (fax)
Email: NYCourage@aol.com
Página web: http:/ world.std.com/-courage

Autores, contribuyentes y editores:

Eugene Diamond, M.D., Profesor of Pediatría, Loyola Stritch School of Medicine, Chicago, IL.

Richard Delaney, M.D., Medicina familiar, Washington, DC.

Sheila Diamond, RN, MSN, Enfermera Consultora, Instituto Juan Pablo II, Roma, Italia.

Richard Fitzgibbons, M.D., Psiquiatra, Servicios de Consejería, Philadelphia, PA.

Servicio Completo de Consejería, W. Conshohocken, PA

Padre James Gould, Director de vocaciones, Diócesis de Arlington, Arlington, VA.

Padre John Harvey, Director, Ministerio Courage, New York, NY.

Ned Masbaum, M.D., Psiquiatra Forense, Indianapolis, IN.

Kevin Murrell, M.D., Depto. de Psiquiatría, Escuela de Medicina de la Univ. de Georgia, Augusta, GA.

Peter Rudegeair, Ph.D., Psicólogo Clínico, Philadelphia, PA.

Edward Sheridan, M.D., Depto. de Psiquiatría, Escuela de Medicina de la Univ. de Georgetown, Washington, DC.

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Notas:

1.Chapman y Brannock (1987) encontraron que el 63% de las lesbianas que respondieron a su encuesta, declararon que habían elegido el serlo, el 28% dijo que no tenía otra alternativa, y el 11% que no sabía porqué eran lesbianas. («Gay», palabra que significa alegre o festivo, se atribuye a los homosexuales dada su manera de presentarse).

2.Schreir escribe para apoyar a un terapeuta (Wolpe 1969) que rechazó la petición de un paciente de que la terapia fuera dirigida a cambiar la orientación, de homo a heterosexual: «Tal vez, en lugar de reorientación sexual, los individuos podrían buscar reorientación religiosa, a cualquiera de las grandes religiones en EEUU que apoyan a las personas de orientación homosexual…No todas las religiones enjuician y condenan tales actos. El ser partidarios de la reorientación sexual, y criticar la reorientación religiosa revela exclusivamente los prejuicios» (p.308).

3.Burr: Artículo principal de The Weekly Standard, «Supongamos que hay un Gene Gay…entonces qué?».

4.Hamer sostuvo haber encontrado una señal de homosexualidad en el cromosoma X.

5.LeVay sostuvo que habría encontrado que cierta parte del cerebro de homosexuales que murieron de SIDA era distinto al de hombres y mujeres heterosexuales.

6.Byne: «Una revisión crítica muestra que la evidencia favorable a una teoría biológica no existe. En un modelo alternativo, los rasgos de la personalidad y temperamento interactúan con el medio social y familiar, al desarrollarse la sexualidad del individuo» (p.228). «La investigación de lo que es posible heredar en cuanto a rasgos de personalidad sugiere que algunas dimensiones de la personalidad pueden ser hereditarias, incluyendo la curiosidad por las novedades, el evitar daños y la dependencia de recompensas. Si uno aplica tales rasgos a la situación anterior, uno podría predecir que un niño con mucho afán de novedades y poca prudencia para evitar daños y para depender de las recompensas, tendría la tendencia a ignorar el desánimo de su madre respecto al baseball. Por otra parte, uno que tuviera bajo nivel de curiosidad por cosas nuevas, pero fuera muy prudente para evitar daños, y tuviera una gran necesidad de recompensas, sería más probable que necesitara el apoyo de la aprobación de la madre, estaría menos inclinado a buscar y encontrar modelos masculinos de comportamiento fuera de la familia, y tendería a evitar el baseball por miedo a ser herido. En la ausencia del apoyo de un padre que lo acepte, o de otro modelo masculino alternativo, tal niño tendería a sentirse distinto de sus compañeros varones, y como consecuencia podría tener experiencias no eróticas en su niñez, que podrían contribuir al desarrollo de preferencias homosexuales más tarde. Tales experiencias podrían incluír las descritas por Friedman como frecuentes en niños prehomosexuales, incluyendo una pobre imagen masculina de sí mismo, el aislamiento, el echarle la culpa a otros y el rechazo por los compañeros hombres y por hombres mayores, incluyendo el padre» (p.237).

7.Crewdson: «…ningún otro laboratorio ha confirmado los hallazgos de Hamer.»

8.Horgan: «Los hallazgos de LeVay no han sido reproducidos todavía por otros investigadores. Y en cuanto a Hamer, un estudio ha contradicho sus resultados.»

9.McGuire: «….algunas personas quieren que la homosexualidad sea biológica o genética porque creen que habiendo los homosexuales «nacido así», entonces serán mejor tolerados. Otros defienden las causas del medio ambiente, puesto que esto justifica su opinión de que los individuos «eligen el ser gay» (p.141). «Y aunque supiéramos todo con respecto a los genes y absolutamente todo con respecto al medio ambiente, aún nos sería imposible predecir el fenotipo de cualquier individuo» (p.142).

10. Rice et al. Trató de reproducir el estudio de Hamer, sin éxito.

11. Bailey: Un estudio sobre los hijos hombres de padres homosexuales activos encontró que el «52% (29/56) de los mellizos monozigóticos, el 22% (12/54) de los mellizos dizigóticos y el 11% de los hermanos adoptivos eran homosexuales…la tasa de homosexualidad entre hermanos biológicos no mellizos, de acuerdo a la información reportada, es del 9.2% (13/142)» (p.1089).

12. Parker: Caso A: «La madre, entonces de 39 años de edad, supo sólo unos pocos días antes del parto que iba a tener mellizos, y como ya tenía un niño de 7 años, estaba ansiosa de que uno de ellos fuera una niña. La enfermera, al darse cuenta de su desilusión por haber dado a luz a dos hijos varones de 6 libras cada uno, la consoló sugiriéndole que el mayor, que eventualmente se hizo homosexual, era tan bonito como si fuera una niña. Aunque eran tan parecidos que no era posible distinguirlos, la madre se enfocó en esta idea, le colocó una pulsera en la muñeca al primer mellizo para asegurarse de que no hubiera confusión de identidad, y desde ese momento lo trataron como si fuera una niña» (p. 490).

13.Marmor: «El mito de que la homosexualidad no puede tratarse es una creencia muy común en el público en general y entre los mismos homosexuales. Esta idea está frecuentemente relacionada con la creencia de que la homosexualidad es estructural o genéticamente determinada. Esta convicción de que no hay tratamiento, sirve como mecanismo de defensa del yo para muchos homosexuales. A medida que se ha extendido más el conocimiento de la naturaleza adaptable en la mayoría de los casos de comportamiento homosexual, sin embargo, se ha desarrollado un mayor optimismo terapéutico respecto a las posibilidades de cambiar, y progresivamente han sido reportados resultados más prometedores… Hay pocas dudas de que un cambio auténtico en la elección del sujeto sexual puede darse, y de hecho tiene lugar en unos 20 a 50% de los pacientes de conducta homosexual que buscan psicoterapia con este fin en mente» (p1519).

14.Ernulf encontró que aquellos que creían que los homosexuales «nacieron así» tenían una actitud significativamente más positiva hacia los homosexuales que aquellos que creían que los homosexuales «eligen su propia vida» y/o «aprenden a serlo».

15.Piskur: «El principal hallazgo de este estudio fue que el estudiar un resumen de investigación que apoya los determinantes biológicos de la orientación homosexualidad, puede afectar los resultados de los estudios de las actitudes hacia los homosexuales, cuando se miden inmediatamente después de leerlos» (p.1223).

16.Green: «La Corte Suprema decidió en Bowers vs Hardwick que no existe un derecho básico, en el análisis de una ley bien aplicada, a involucrarse en la conducta homosexual. Por consiguiente, la única posibilidad legal de proteger a los homosexuales contra la discriminación, es la cláusula de la decimocuarta modificación de la Constitución, que establece el derecho a igual protección. Para obtener el mayor nivel posible de protección, un grupo de personas tiene que ser declarado «susceptible». Para obtener tal calificación, el grupo tiene que demostrar, entre otras cosas, que el rasgo por el que se le discrimina es inmutable» (p.537).

17.Apperson:» La importancia de la relación -o la falta de ella-, con el padre, se enfatiza de nuevo, con los sujetos homosexuales que muestran una diferencia marcada con respecto al grupo control, y perciben a su padre como una persona crítica, impaciente, y que los rechazaba, y menos como un agente de socialización»(p.206).

18.Bene: «Un número mucho menor de homosexuales que de hombres casados pensó que sus padres habían sido alegres, ayudadores, de confianza, cariñosos y comprensivos, y muchos más pensaron que sus padres no tenían tiempo para ellos, no los querían, y los habían hecho sentirse infelices» (p.805).

19.Bieber: «Problemas interpersonales profundos se ven de continuo en la relación padre-hijo cuando ésta es homosexual. Ni uno solo de los padres (de hijos homosexuales)… podría ser considerado como un padre razonablemente «normal» (p.114). «Hemos llegado a la conclusión de que un padre afectuoso, constructivo, y que lo apoya, excluye la posibilidad de un hijo homosexual; actúa como un agente protector y neutralizante si la madre atentara seducir al niño o dominarlo (p.311)

20.Fisher:» Fisher analizó los 58 estudios e informó que una gran mayoría apoyaba el concepto de que los hijos homosexuales perciben a sus padres como figuras negativas, distantes, poco amistosas». Una revisión de la literatura sobre las experiencias de la niñez de hombres homosexuales encontró que «Con muy pocas excepciones, el hombre homosexual considera que el padre ha sido una influencia negativa en su vida. Se refiere a él con adjetivos tales como frío, poco amistoso, castigador, brutal, distante, despegado. No hay un solo estudio moderadamente bien controlado que hayamos podido encontrar, en el cual los homosexuales varones se refieren a sus padres en forma positiva o cariñosa» (p.136).

21.Pillard: «El alcoholismo se da más frecuentemente en los padres de hombres homosexuales (14 padres de homosexuales masculinos, contra cinco padres de hombres heterosexuales)» (p.54).

22.Sipova: «Se encontró que los padres de homosexuales y transexuales eran más hostiles y menos dominantes que los padres del grupo control, y por consiguiente menos deseables como modelos para identificarse con ellos» (p.75).

23. Bieber: «En alrededor del 75% de los casos, las madres habían tenido un vínculo inadecuadamente estrecho, dominante e íntimo con sus hijos. Más de la mitad de estas madres fueron descritas como seductoras. Eran posesivas, dominantes, sobreprotectoras y desmasculinizantes» (p.524).

24. Bieber: «Para el momento en que el hijo homosexual ha alcanzado el período de la preadolescencia, ya ha sufrido un daño extenso en la personalidad. La excesiva preocupación maternal sobre la salud y las heridas, la restricción de actividades apropiadas para su edad y potencial, la interferencia con la conducta afirmativa, las actitudes desmasculinizantes, y la interferencia con la sexualidad, entremezcladas con rechazo del padre, hostilidad, y falta de apoyo, causan un niño excesivamente tímido, patológicamente dependiente de su madre e inquieto por sus sentimientos de ser inadecuado, de impotencia y autodesprecio. El niño se resiste a participar en actividades de niños en que pueden herirlo físicamente, sobreestimadas frecuentemente en general. Sus compañeros responden con sobrenombres humillantes y no raras veces con ataques físicos, que la timidez suele invitar entre los niños… De este modo él se ve privado de la importante interacción proporcionada por los grupos de sus iguales» (p.316).

25. Snortum estudió 46 varones, excluídos del servicio militar por conducta homosexual y concluyó: «Parece que la relación entre una madre controladora y amarradora y un padre rechazador y desligado no es algo exclusivo de la subcultura de la clase media alta sofisticada, que va al psicoanalista» (p.769).

26. Fitzgibbons: «La segunda causa más común de la atracción sexual anormal (same sex attraction disorder – SSAD) entre los varones es la falta de confianza en el amor de la mujer…Los niños-varones en hogares sin padre con frecuencia se sienten demasiado responsables de sus madres. Al entrar a la adolescencia, pueden llegar a considerar el amor de la mujer como abrumador y agotador» (p.89).

27. Bradley: «Las niñas con identificación sexual anormal (DIG)… tienen dificultad para comunicarse con sus madres, las cuales son vistas como débiles e ineficientes. Vemos que tal percepción se origina en los niveles más altos de psicopatología observados en esas madres, especialmente la depresión severa y la personalidad psicopática marginal» (p.877).

28. Eisenbud: «Los hogares deshechos y el alcoholismo en el hogar de la niñez de mujeres lesbianas, y también la relación maternal inadecuada, no proporcionan la oportunidad para una inclusión cariñosa. La muerte de una madre querida produce un frío aislamiento. Aún cuando la madre está presente, la muchacha lesbiana frecuentemente se siente abandonada por ella después de 18 meses» (p.98-99).

29. Zucker: «…nos parece que la tolerancia paterna a la conducta del sexo opuesto en el momento de su aparición es instrumental en permitir que tal comportamiento se desarrolle… Lo que es único entre los niños que desarrollan un problema con la identificación sexual, es que concurren una multitud de factores en un período sensitivo en el desarrollo del niño. Es decir, típicamente en los primeros años de vida, el período en el que se forma y consolida la identidad del género. Debe haber un número suficiente de factores para inducir un estado de inseguridad interior en el niño, tal que el o ella necesitan una solución defensiva para lidiar con la ansiedad. Esto tiene que suceder en un contexto en el que el niño percibe que el papel sexual opuesto proporciona un sentido de seguridad o de protección (p.259). «…no nos fue posible encontrar en ningún caso reportes de un clínico que pensaba que los padres habían apoyado claramente una identidad masculina en sus hijos» (p.277)

30. Friedman: Trece de los 17 sujetos homosexuales (76%) reportaron terror crónico y persistente de pelear con otros niños durante el período juvenil y temprano de la adolescencia. La intensidad de este temor era cercana a la reacción de pánico. De lo que pudieron recordar, estos niños nunca respondieron al desafío de un compañero varón con algún desafío de su parte, una amenaza o una agresión. El temor obsesionante de la agresión entre varones era una poderosa fuerza que orientaba su interior y llegaba a dominar en sus mentes. La ansiedad anticipativa resultó en reacciones fóbicas a ciertas actividades sociales; la fantasía de que una pelea pudiera ocurrir llevó a evitar una amplia variedad de interacciones sociales, especialmente las diversiones más o menos violentas (definidas en nuestro estudio como deportes de contacto físico, tales como el fútbol y el fútbol americano).

«Estos sujetos informaron que la dolorosa pérdida de la autoestima y la soledad fueron el resultado de su aversión extrema a interacciones juveniles violentas. Todos menos uno (12 de 13) sentían una necesidad crónica de cercanía con otros niños. Al no ser capaces de superar su temor a la posible agresión, para poder ganar aceptación y respeto, estos niños fueron etiquetados como poco hombres por sus compañeros. Estos doce sujetos dijeron que ellos tenían el último lugar en el estrato social del grupo durante los años juveniles y el comienzo de la adolescencia. Eran alternadamente excluídos y hechos culpables de todo, y eran los blancos de humillaciones continuas. Todos ellos negaron el haber sido afeminados…»(p.432-433). «Ningún joven prehomosexual tenía ninguna experiencia de haber peleado o de haber tenido diversiones violentas en sus años juveniles. Ninguno se involucró siquiera en las actividades de connotación sexual más modestas, descritas por los jóvenes heterosexuales menos agresivos» (p.434).

31. Hadden:»En el examen analítico del período preescolar de la vida, por lo general se revela que el niño que se convirtió en homosexual nunca se sintió aceptado por sus compañeros, ni se sintió a gusto en sus relaciones con ellos. Muy a menudo debido a interferencias de los padres, no se le permitió participar en los juegos de otros niños y tuvo pocas oportunidades para correr, travesear, rodar por el suelo, tironear, luchar y otros juegos de esa clase con sus coetáneos, desde la infancia hasta el jardín de niños, o la edad escolar».(p.78).

32. Hockenberry: «La conclusión alcanzada fue que de las cinco funciones (jugar con muchachos, preferir los juegos de muchachos, imaginarse ser una figura del deporte, leer libros de aventuras o de deportes, ser considerado «poco hombre»), fueron los elementos más poderosos y los discriminadores más parsimoniosos entre los hombres adultos para la orientación sexual. También se observó que la ausencia de conductas y rasgos masculinos parecía ser un predictor más potente de una orientación homosexual más adelante, que los rasgos y conductas tradicionalmente consideradas femeninas o del sexo opuesto» (p.475).

33. Whitam desarrolló un inventario de seis elementos y los administró a 206 homosexuales y a 78 hombres heterosexuales, con respecto a sus intereses en la niñez como vestirse como mujeres, su preferencia por jugar con muñecas, la preferencia de afiliarse con muchachas o mujeres mayores, el ser considerado poco hombre por sus iguales, y la naturaleza de los juegos de tipo sexual de la niñez. Prácticamente todos los homosexuales (97%) informaron tener uno o más de estos «indicadores de la infancia», mientras que el 74% de los sujetos heterosexuales informaron una ausencia completa de cualquiera de esos indicadores en su niñez (en Hockenberry, p. 476).

34. Thompson comparó 127 hombres homosexuales con 123 controles: «Los siete factores más discriminatorios en orden descendente fueron : (a) jugaron baseball… (los homosexuales, concentrados en nunca o a veces)…;(b) jugaron juegos de equipo, competitivos (los homosexuales nunca o a veces…); (c) el niño pasaba tiempo con su padre (homosexuales, muy poco); (d) aptitud física cuando niño (homosexuales, delicado, torpe o coordinados, heterosexuales, atlético); (e) se sentía aceptado por su padre (homosexuales, un poco o nada…); (f) jugaba con niños antes de la adolescencia (homosexuales, a veces…); y (g) la madre insistía en ser el centro de atención del niño (homosexuales, a menudo o siempre) (p.123).

35. Bailey: «Los hombres homosexuales eran recordados por sus madres como menos masculinos y menos atléticos» (p.44).

36. Fitzgibbons: «Una identidad masculina débil es fácil de identificar y, en mi experiencia clínica, es una de las causas mayores de atracción homosexual en los hombres. Lo que es sorprendente es que puede provenir de problemas de coordinación de la vista y las manos que lleva a la incapacidad de jugar bien en los deportes. Tal condición se acompaña frecuentemente del rechazo severo por los iguales… La «herida deportiva» afectará negativamente la imagen de sí mismo que tiene el muchacho, su relación con sus iguales, su identidad de género y su imagen corporal» (p.88).

37. Newman: «Las experiencias de ser excluído y puesto en ridículo puede que jueguen un papel más importante de lo que se ha sido reconocido, llevando al completo abandono del rol masculino en la posteridad». (p.687).

38. Beitchman: «Entre los adolescentes, las secuelas (de abuso sexual en la infancia) reportadas frecuentemente incluyen insatisfacción sexual, promiscuidad, homosexualidad y un aumento en el riesgo de volver a ser víctima» (p.537).

39. Bradley: «En nuestras adolescentes con desordenada identidad de género, la historia de abuso sexual o temor a la agresión sexual ha aparecido frecuentemente» (p. 878).

40. Engel: «Algunas pacientes lesbianas [víctimas de abuso sexual] sufren un tiempo de confusión, no están seguras de si ellas están con otras mujeres por su propia elección o lo hacen solamente porque están asustadas, enojadas y asqueadas de los hombres, dado el abuso sexual» (p.193).

41. Gundlach informó que 39 de 217 lesbianas, contra 15 de 231 no-lesbianas reportaron que habían sido víctimas de violación o intento de violación a los 15 años o antes (p.62).

42. Golwyn: «Concluímos que la fobia social puede ser un factor oculto que contribuye en algunos casos a la conducta homosexual» (p.40).

43. Fergusson et al. encontraron que en una muestra de cohorte de nacimiento, los «gays», lesbianas y bisexuales tienen una tasa significativamente más alta de: ideas de suicidio (67.9%/29.0%), intentos de suicidio (32.1%/7.1%) y desórdenes psiquiátricos entre las edades de 14 y 21, depresión mayor (71.4%/38.2%), neurosis de angustia (28.5%/12.5%), desórdenes de la conducta (32.1%/11.0%), dependencia a la nicotina (64.3%/26.7%), abuso/dependencia de otras sustancias (60.7%/44.3%) y patologías múltiples (78.6%/38.2%), que la muestra heterosexual (p.879).

44. Parris en un estudio de la admisiones consecutivas encontró que la tasa de homosexualidad en la muestra de desórdenes marginales de la personalidad (DMP) fué del 16.7%, comparado con el 1.7% de un grupo control (sin DMP). El grupo de homosexuales con DMP tenía una tasa de haber sido abusados sexualmente en la niñez del 100%, comparado con el 37.3% del grupo heterosexual con DMP. «Es interesante que 3 de 10 pacientes homosexuales con trastorno marginal reportaron incesto de padre a hijo» (p.59).

45. Zubenko: «La homosexualidad fue 10 veces más común entre los hombres y 6 veces más común entre las mujeres con desorden psicopático marginal, que en la población general o en un grupo control de deprimidos» (p.748).

46. Gonsiorek discute el tratamiento de homosexuales que son también esquizofrénicos (p.12).

47. Bychowski: «…aquellos homosexuales en los cuales el ego ha permanecido fijado en la etapa de narcisismo temprano, encuentran imposible reemplazar en forma permanente y resolver con éxito la realidad de los actos homosexuales, que ellos consideran intensamente como mágicos. La estructura de tales individuos es en muchos aspectos cercana a la esquizofrenia» (p.55).

48. Kaplan: «En cierto sentido, el homosexual tiene mucho en común con el narcisista, quien tiene una relación amorosa consigo mismo. El homosexual, sin embargo, es incapaz de amarse tal como es, ya que está demasiado insatisfecho consigo mismo; en vez de ello, ama su ego ideal, representado por el compañero homosexual que ha elegido. De tal modo, para esta clase particular de individuo, la homosexualidad se transforma en una extensión del narcisismo» (p.358).

49. Berger: «Un posible factor etiológico que no ha sido mencionado antes en la literatura, el aborto de un embarazo concebido por el paciente masculino que puede haber llevado a que el paciente «salga» o declare su homosexualidad, se discute» (p.251).

50. La American Psychiatric Association (APA): «La desordenada identidad de género puede distinguirse de la simple no-conformidad a la conducta de los papeles estereotípicos sexuales, por la magnitud y la convicción de los deseos de tener el género opuesto, y por sus intereses y actividades» (p.536).

51. Phillips:»La función discriminadora de 16 detalles… produjo una clasificación correcta del 94.4% de los hombres heterosexuales y del 91.8% de los hombres homosexuales. Estos resultados indican que los hombres hétero u homosexuales se clasifican con equivalente precisión, en base a sus recuerdos de haber tenido o no haber tenido experiencias conforme a su género (masculino) en la niñez» (p.550).

52. Harry: «Estos datos sugieren que alguna historia de femineidad infantil es casi siempre precursora de la conducta homosexual en la adolescencia» (p.259).

53. Hadden: «En mi experiencia con homosexuales hombres, casi sin excepción reconocen que estaban mal ajustados ya al comenzar la escuela. Muchos fueron reconocidos por sus padres como necesitados de ayuda psiquiátrica mucho antes» (p.78).

54. Rekers: «Cuando lo vimos por primera vez, el nivel de su identificación femenina era tan profundo…que sugería determinantes bioquímicos y neurológicos irreversibles. Después de 26 meses de tratamiento, se veía y actuaba como cualquier otro niño. Las personas que han visto los videos grabados antes y después del tratamiento hablan de él como de ‘dos niños distintos'».

55. Brown: «En resumen, parecería que el modelo de familia con una combinación de una madre dominante y excesivamente íntima sumada a un padre desapegado, hostil o débil, está sin duda relacionado al desarrollo de la homosexualidad masculina… Es sorprendente que no se haya dado un mayor reconocimiento a esta relación, entre las varias disciplinas que se ocupan de los niños. Un problema que se presenta con relación a esto es cómo informar y educar a los profesores y a los padres con respecto a la influencia decisiva de la familia, en determinar el curso y el resultado del desarrollo psicosexual del niño. Pareciera no haber justificación para esperar otros 25 o 50 años para hacer llegar esta información a aquellos que tiene que ver con los niños. Y no hay excusa para que profesionales en las ciencias del comportamiento continúen evadiendo su responsabilidad de diseminar este conocimiento y entendimiento, tan ampliamente como sea posible» (p.232).

56. Acosta: «…mejores expectativas para intervenir en la homosexualidad se encuentran en la prevención, en la identificación temprana y en el tratamiento del niño potencialmente homosexual» (p.9).

57. Green: «Este estudio longitudinal de dos grupos de niños demuestra que la asociación entre la conducta de género cruzado en la niñez y el comportamiento homosexual en la edad adulta, sugerido por estudios retrospectivos anteriores, puede ser convalidada por un estudio prospectivo de niños identificados en la clínica o referidos por las familias con conductas de desordenada identidad de género en la niñez. Sin embargo, no todos los niños con comportamiento transgenérico extenso evolucionaron como homosexuales o bisexuales al llegar a la adultez. Ningún niño en el grupo control evolucionó como bisexual u homosexual» (p.340).

58. Bieber: «Los resultados terapéuticos de nuestro estudio proveen razón para el optimismo. Muchos homosexuales llegaron a ser exclusivamente heterosexuales mediante el tratamiento psicoanalítico. Aunque esta modificación puede ser lograda con mayor facilidad por algunos que por otros, a nuestro juicio un cambio hacia la heterosexualidad es posible para todos los homosexuales que tienen una fuerte motivación para cambiar» (p. 319).

59. Clippinger: «De 785 pacientes tratados, 307 –o sea aproximadamente el 38% –fueron curados. Sumando los porcentajes de los otros dos estudios, podemos decir que al menos el 40% de los homosexuales fueron curados, y un 10 a un 30% adicional de los homosexuales mejoraron, dependiendo del estudio particular en el que las estadísticas estaban disponibles» (p.22).

60. Fine: «Ya sea que con hipnotismo…psicoanálisis de cualquier tipo, psicoterapia educativa, terapia de la conducta, y/o sencillamente los procedimientos educativos, un porcentaje considerable de homosexuales se volvieron heterosexuales…Si los pacientes estaban motivados, sea cual sea el procedimiento adoptado, un alto porcentaje dejará la homosexualidad… La información errónea de que la homosexualidad no tiene tratamiento psicoterapéutico causa un daño incalculable a miles de mujeres… Todos los estudios a partir de Schrenk-Notzing en adelante han encontrado resultados positivos, independiente del tipo de tratamiento utilizado» (p.85-86).

61. Kaye: «Finalmente, tenemos indicaciones para el optimismo terapéutico en el tratamiento psicoanalítico de mujeres homosexuales. Encontramos, a grandes rasgos, al menos un 50% de probabilidades de mejoría significativa en mujeres con este síndrome que se presentan para tratamiento y lo siguen» (p.634).

62. MacIntosh interrogó a psicoanalistas que informaron que de 824 pacientes hombres vistos por 213 analistas, 197 (el 23.9%), cambiaron a heterosexualidad, 703 se beneficiaron significativamente con el tratamiento; y de las 391 pacientes mujeres vistas por 153 analistas, 79 (el 20.2%), cambiaron a heterosexualidad, y 318 recibieron beneficio terapéutico significativo (p.1183).

63. Marmor: «Los clínicos aludidos en este volumen presentan evidencia convincente de que la homosexualidad es una condición potencialmente reversible. Cabe poca duda de que mucho del éxito reciente en el tratamiento de homosexuales se debe al reconocimiento creciente entre los psicoanalistas de que la homosexualidad es un desorden de la adaptación» (p.21).

64. Nicolosi hizo encuestas a 850 individuos y 200 terapeutas y consejeros -buscando específicamente aquellos que dicen haber logrado algunos cambios de orientación sexual. Antes de la terapia o de las sesiones de consejería, el 68% de los encuestados se percibían a sí mismos como exclusivamente o casi completamente homosexuales, y otro 22% declaraba ser más homosexual que heterosexual. Después del tratamiento, sólo el 13% se percibían a sí mismos como exclusivamente o casi completamente homosexual, mientras un 33% se describían a sí mismos como exclusivamente o casi completamente heterosexual. El 99% de los interrogados dijo que ahora creen que el tratamiento para cambiar la homosexualidad puede ser eficaz y valioso.

65. Rogers: «En general, los informes sobre el tratamiento de grupos de homosexuales son optimistas; en casi todos los casos los terapeutas reportaron resultados favorables de la terapia, ya sea que la meta de la terapia fuera la de lograr un cambio de orientación sexual o fuera una reducción de problemas concomitantes» (p.22).

66. Satinover revisó la literatura sobre los tratamientos y encontró que en los ocho años entre 1966 y 1974 solamente, la base de datos Medline (database) — que excluye muchas revistas de psicoterapia — incluía una lista de más de mil artículos sobre el tratamiento de la homosexualidad. De acuerdo a Satinover, estos informes contradicen las aseveraciones de que el cambio es imposible. Ciertamente, sería más acertado decir que toda la evidencia existente sugiere marcadamente que la homosexualidad es bastante cambiable. La mayoría de los psicoterapeutas reconocerán que en el tratamiento de cualquier condición, puede esperarse una tasa del 30%. (p.169).

67. Throckmorton: «En síntesis, la pregunta que debe hacerse es: ¿ funcionan las técnicas terapéuticas de conversión para transformar la excitación sexual no deseada? A mi modo de ver, el caso contra la terapia de conversión requiere de los opositores que demuestren que ningún paciente se ha beneficiado por tales procedimientos, o que el beneficio, cualquiera que sea, es demasiado costoso, de alguna manera objetiva, para ser utilizado aún si funcionara. La evidencia disponible apoya la observación de muchos consejeros — que muchos individuos de orientación homosexual han sido capaces de cambiar, a través de una variedad de enfoques de consejería» (p.287).

68. West resume los resultados de estudios: las técnicas de comportamiento tienen los mayores éxitos reportados con documentación (nunca inferior al 30%); el psicoanálisis sostiene que ha tenido mucho éxito (la tasa promedio parece ser alrededor del 25%, pero el 50% de los bisexuales lograron heterosexualidad exclusiva). «Todos los estudios que se hayan realizado sobre la conversión de la orientación homosexual a la heterosexual, han producido algunos éxitos.»

69. Barnhouse: «Estos hechos y estadísticas sobre curaciones son bien conocidas y no son difíciles de verificar. Además hay mucha gente que ha considerado su homosexualidad como una carga, ya sea por razones sociales o morales y que han logrado, con la ayuda de psicoterapia, librarse de este síntoma. De entre estos, un número considerable ha sido capaz de hacer la transición a la heterosexualidad, satisfactoriamente. Aparte de los estudios publicados por aquellos que se han especializado en el tratamiento de desórdenes sexuales, muchos psiquiatras y psicólogos con un tipo de práctica más general (entre los que me cuento yo), han tenido éxito en ayudar a pacientes homosexuales a hacer una transición completa y permanente a la heterosexualidad» (p.109).

70. Bergler: «En poco menos de treinta años, he concluído con éxito el psicoanálisis de cien homosexuales… y he visto cerca de quinientos casos en consulta. En base a la experiencia adquirida, puedo hacer una declaración firme de que la homosexualidad tiene un pronóstico excelente en el tratamiento psiquiátrico-psicoanalítico de uno a dos años de duración, con un mínimo de tres sesiones por semana — siempre que el paciente realmente quiera cambiar. Un número considerable de colegas han obtenido un éxito similar» (p.176).

71. Bieber: «Hemos seguido algunos pacientes hasta por veinte años, quienes se han mantenido exclusivamente heterosexuales. Se estima actualmente que el cambio se logra de un 30% a un optimista 50%» (p.416).

72. Cappon informó que pacientes hombres con problemas de bisexualidad, se curaron en un 90% (i.e., sin volver a la conducta homosexual, y sin deseos o fantasías conscientes de tipo homosexual), los que terminaron el tratamiento de común acuerdo. De los pacientes homosexuales hombres: el 80% mostró una marcada mejoría (i.e., recaídas ocasionales, episodios de agresión, heterosexualidad predominante creciente)… el 50% cambió.» (p.265-268). De los pacientes mujeres, el 30% cambió.

73. Caprio: «Muchos de mis pacientes, que fueron lesbianas anteriormente, se han puesto en contacto conmigo mucho después de terminado el tratamiento, informándome que están felices casadas y que están convencidas de que nunca volverán a la vida homosexual.» (p.299).

74. Ellis: «…se piensa que hay razones para creer que la mayoría de los homosexuales que están preocupados seriamente por su condición y están dispuestos a hacer un esfuerzo para mejorar, pueden, en el curso de la psicoterapia de orientación psicoanalítica, ser ayudados a alcanzar una orientación heterosexual más satisfactoria.» (p.194).

75. Hadden: «En mi experiencia he llegado a la conclusión de que los homosexuales pueden ser tratados más eficazmente en terapia de grupo cuando se incorporan a grupos formados exclusivamente por homosexuales. En tales grupos la racionalización de que la homosexualidad es un estilo de vida que quieren mantener es destruída por los otros homosexuales del grupo.» (p.814).

76. Hadden:»A medida de que cada paciente se incorpora al grupo, le dejamos en claro que no consideramos la homosexualidad como una enfermedad particular, sino como un patrón conjunto de desadaptación …Anticipo que más de un tercio de los pacientes que permanecen en terapia van a experimentar un cambio de su conducta sexual, pero puede ser necesario continuar en tratamiento por dos años o más.» (p114).

77. Hadfield publicó la curación de 8 homosexuales: «Por cura no quiero decir… que el homosexual sea capaz de controlar su inclinación…Ni…quiero decir que el paciente se ha vuelto capaz de tener relaciones sexuales y tener hijos; porque… podría hacer esto con la ayuda de fantasías homosexuales. Por «curación» quiero decir que pierde su inclinación hacia su mismo sexo y tiene sus intereses sexuales dirigidos hacia personas del sexo opuesto, de modo que llega a ser, en todos los aspectos, una persona sexualmente normal.» (p.1323).

78. Hatterer reportó: 49 pacientes cambiaron (20 casados, de estos, 10 permanecían casados, 2 divorciados, 18 lograron adaptarse heterosexualmente); 18 se recuperaron parcialmente y se mantenían solteros; 76 persistieron en la homosexualidad (28 con paliativos, 58 sin cambio). «Una población grande no revelada, se ha fusionado con la sociedad heterosexual; personas que tuvieron conducta homosexual en la adolescencia tardía y edad adulta temprana, y quienes, por sí mismos, resolvieron sus conflictos y abandonaron esa conducta para desarrollar matrimonios con éxito, o lograr una adaptación de tipo bisexual» (p.14).

79. Kronemeyer: «Debido a mis 25 años de experiencia como psicólogo clínico, creo firmemente que la homosexualidad es una respuesta aprendida a través de experiencias dolorosas a edad temprana y que puede ser desaprendida, por aquellos homosexuales que no están felices con su estilo de vida, y que si encuentran terapia adecuada, son curables.»(p.7).

80. Exodus North America Update publica un boletín mensual con testimonios de hombres y mujeres que han abandonado la homosexualidad. P.O. Box 77652, Seattle WA 98177, USA, véanse los números de 1990 a 2000.

81.»APA «Fact sheet: Homosexuality and Bisexuality:… No hay evidencia científica publicada que apoye la eficacia de la «terapia reparativa» como tratamiento para cambiar la orientación sexual de la persona».

82. Herek: «En fecha tan reciente como enero de 1990, el Dr. Bryant Welch, director ejecutivo para la práctica profesional de la Asociación Americana de Psicología, declaró que ‘no existe evidencia científica que apoye la eficacia de ninguna de las terapias de conversión que intentan cambiar la ‘orientación sexual’ de uno, y que ‘lo encontrado por la investigación sugiere que los esfuerzos para ‘reparar’ a los homosexuales no son más que un prejuicio social disfrazado de vestiduras psicológicas» (p.152).

83. Tripp: «Desde mi punto de vista, no hay indicación de que los cambios radicales de la vida sexual de nadie puedan ser nunca logrados a través de la terapia, ni sería particularmente deseable, de todos modos. La mejor orientación sexual de una persona es aquella que lo ayuda a obtener el máximo de sí mismo, espontáneamente. Eliminar sus sentimientos de culpa y su expectativa infantil de que ser como los demás es el camino del cielo, le proporcionan confianza y la energía necesarias para una integración social mucho más fluida… Como la homosexualidad es una orientación alternativa y no una enfermedad, la ‘cura’ es obviamente imposible. Lo que pasa por «cura» es una supresión de síntomas en apariencia, o la llana evasión.» (p.48).

84. Goetz revisó 17 estudios y encontró un total del 44 personas que eran exclusiva o predominantemente homosexuales, que experimentaron un cambio total de orientación sexual.

85. Coleman: «…ofrecer una curación a los homosexuales que piden un cambio en su orientación sexual no es, en mi opinión, ético. Hay evidencia, como la que se revisa en este trabajo, que los terapeutas pueden ayudar a algunos individuos a cambiar su conducta por un período de tiempo. La duda permanece, acerca de si es beneficioso para los pacientes el cambiar su conducta a algo que no es consistente o congruente con su orientación sexual.» (p.354).

86. Herron: «Cambiar la conducta de una persona, de homosexual a heterosexual podría lograrse al trabajar con una potencialidad ya presente, pero esto no cambiaría realmente la preferencia de la persona. Si bien puede parecer que el psicoanálisis pueda cambiar la orientación sexual de una persona, en verdad este es un logro limitado que ocurre sólo ocasionalmente, y aún entonces es de duración dudosa.»(p.179).

87. Acosta: «La mayoría de los éxitos terapéuticos parecen haber sido con bisexuales más que con homosexuales exclusivos. El uso combinado de psicoterapia y técnicas específicas de conducta pareciera ofrecer alguna promesa de adaptación heterosexual con cierta clase de pacientes.» (p.9).

88. Davison: «…aunque uno pudiera demostrar que una particular preferencia sexual podría ser modificada por una experiencia de aprendizaje negativo, queda la duda de cuán pertinentes son esos datos a la cuestión ética de si uno debiera involucrarse en regímenes de cambio de conducta. La sencilla verdad es que los datos sobre la posible eficacia no tienen importancia. Aún cuando pudiéramos efectuar ciertos cambios, tendríamos que considerar la pregunta de fondo de si debiéramos hacerlo. Yo creo que no debiéramos.» (p.96). «Los programas terapéuticos de cambio de orientación debieran ser eliminados. El que se encuentren disponibles confirma el prejuicio de la sociedad y de profesionales contra la homosexualidad, a pesar de la aparentemente creciente retórica sobre su normalidad…»(p.97).

89. Gittings: «La comunidad homosexual ve los esfuerzos de cambiar a los homosexuales a la heterosexualidad, o de moldear a jóvenes, y posiblemente más maleables homosexuales, a la heterosexualidad…como un asalto a nuestra gente, comparable en su manera al genocidio.»

90. Begelman: «Los esfuerzos de los terapeutas de la conducta, para reorientar a los homosexuales hacia la heterosexualidad, por el hecho de existir, constituyen un elemento causal significativo en el refuerzo de la doctrina social de que la homosexualidad es mala.» (p.180).

91. Begelman: «Mi recomendación de que los terapeutas de la conducta consideren abandonar la administración de técnicas de reorientación sexual se basa en las siguientes consideraciones: La administración de estos programas significa reforzar la idea de la sociedad sobre la homosexualidad. El significado del acto de proporcionar servicios de reorientación es otro elemento más en un vínculo causal de opresión.» (p.217).

92. Murphy: «No habría técnicas de reorientación si no hubiera la interpretación de que el homoeroticismo es un estado inferior, una interpretación que de muchas maneras continúa siendo definida médicamente, sancionada como crímen, sancionada por la sociedad y justificada por la religión. Y es en esta interpretación moral, más que en la teoría médica dominante hoy en día, que todos los programas de reorientación sexual tienen en común sus orígenes y justificación.» (p.520).

93. Sleek cita a Linda Garnet, Presidenta de la APA, Comité para el avance de la psicología para beneficio del público, quien afirma que las terapias de reorientación «se alimentan del prejuicio social hacia los «gays» y puede exacerbar los problemas de un paciente con pobre autoestima, vergüenza y sentimientos de culpa.»

94. Smith: «Naturalmente, todos los padres quisieran que sus niños fueran felices y que se parezcan a ellos, y si fuera posible impedir una adaptación homosexual (para no mencionar el transexualismo), la mayoría de los padres celebrarían la intervención. Por otra parte, esto despierta dudas de ética similares a las de ‘soluciones finales’ a problemas de las minorías.» (p.67).

95. Begelman:» La recomendación no se basa en ningún desacuerdo abstracto con el principio de que los pacientes tienen el derecho de buscar ayuda para reducir la ansiedad o las molestias. Pero toma conocimiento del hecho que la persona homosexual que busca tratamiento lo hace la mayor parte de las veces porque ha sido forzado a adoptar una visión convencional y prejuiciada de su conducta. ¿Sobre qué base ética, podemos preguntar, estamos obligados a abandonar al paciente a favor de una lealtad a un conjunto de consideraciones abstractas ?» (p.217).

96. Silverstein: «Sugerir que una persona busca voluntariamente cambiar su orientación sexual es ignorar las poderosas tensiones del ambiente, la opresión si se quiere, que le ha estado diciendo por muchos años que debieran cambiar… Lo que los trae a la consulta es el sentimiento de culpa, la vergüenza, y la soledad que nace de su secreto. Si usted los quiere ayudar realmente a elegir con entera libertad, sugiero que empiece por quitarle el sentimiento de culpa. Permítales deshacerse de la vergüenza causada por sus deseos y su comportamiento, y a sentirse cómodos con su sexualidad. Después de eso, déjenlo elegir, pero no antes» (p. 4).

97. Barrett: «Ayudar a los «gays» y lesbianas a separarse de la autoridad religiosa externa podría desafiar la aceptación que tiene el consejero sobre las enseñanzas religiosas» (p.8).

98. Nelson, un profesor de ética cristiana, defiende la infidelidad homosexual: «… no es sensible ni justo el juzgar a los hombres gays y a las lesbianas por el ideal heterosexual de una relación monógama… Algunas de esas parejas (como también algunas parejas heterosexuales), han explorado relaciones en las que se admite la posibilidad de intimidad sexual con compañeros secundarios» (p.173).

99. Mirkin: «Este artículo argüirá que, tal como la homosexualidad, el concepto del abuso sexual de niños es una creación moderna, cultural y específica de cierta clase. Aunque los americanos consideran las relaciones sexuales entre distintas generaciones como malignas, ha sido permisible u obligatorio en muchas culturas y edades históricas. Las relaciones con varones jóvenes son especialmente frecuentes» (p.4).

100. Smith:»La pedofilia puede ser una etiqueta cultural, y no algo inherente a la medicina o la psiquiatría; las investigaciones antropológicas apoyan este punto de vista» (p.68).

101. Davison: «Bieber et al. encontraron que lo que ellos llamaron una ‘madre de intimidad constrictiva’ estaba presente mucho más frecuentemente en la historia de la vida de los pacientes homosexuales en análisis que entre los heterosexuales. ¿ Pero qué hay de malo con tal madre a menos que uno la encuentre en los antecedentes de personas cuya conducta actual uno juzga por anticipado que es patológica? Aún más, aunque un trastorno emocional se encuentre en un homosexual, podría argumentarse que el problema se debe a la extrema dureza bajo la cual la persona ha tenido que vivir en una sociedad que afirma que los homosexuales son «estrafalarios» (raros) y que los oprime en forma activa» (p.92).

102. Menvielle en una carta crítica de un artículo sobre DIG (desordenada identidad de género) por Bradley y Zucker (1997): «Las implicaciones éticas de si DIG en la niñez es un trastorno psiquiátrico, contra la posibilidad de que sea una manifestación de orientación homosexual normal son vitales, porque el etiquetar niños prehomosexuales como trastornados sería incorrecto» (p.243).

Bradley y Zucker contestaron: «El Dr. Menvielle es ingenuo en su suposición de que estos niños serían felices si se les permitiera simplemente «crecer» siguiendo esta conducta e intereses de género cruzado, incluyendo el deseo de cambiar de sexo. Son niños infelices que están utilizando estos comportamientos a la defensiva para lidiar con su angustia» (p.244).

103. Fitzgibbons: » La experiencia me ha enseñado que la curación es un proceso difícil, pero que a través de los esfuerzos compartidos del terapeuta y del paciente, las heridas emocionales graves pueden cerrar en el curso del tiempo» (p.96).

104. Doll: El 42% de una muestra de 1,001 homosexuales varones reportó experiencias en la infancia que cumplen con las condiciones de abuso sexual.

105. Stephan: «…los homosexuales informaron haber experimentado su primer orgasmo a una edad más temprana que los heterosexuales.» El primer orgasmo del 24% de los homosexuales sucedió durante un contacto homosexual, contra el 2% en los heterosexuales» (p. 511).

106. Bell: «La edad promedio del primer encuentro homosexual es de 9.7 años. La del primer encuentro sexual de los heterosexuales, 11.6 años.

107. Johnson: «Los 40 muchachos adolescentes que informaron haber sido víctimas sexuales fluctuaban en edad entre los 15 y los 21 años a la fecha de su primera visita a la clínica… Ningún adolescente de menos de 15 años informó haber sido asaltado sexualmente, y sólo 6 de los 40 tenían menos de 17 años… Sólo 6 de los 40 pacientes relataron haber revelado el asalto a alguna persona antes de la entrevista en la clínica….Los 6 pacientes se identificaron como homosexuales al presente» (p.374). «Aunque cerca de la mitad de los adolescentes en la población de enfermos varones de la clínica tienen menos de 15 años, todos los adolescentes que aceptaron el haber sido abusados sexualmente eran mayores de 15 años. Dado que todos los abusos reportados sucedieron durante los años de la preadolescencia, sólo podemos especular que nuestros varones jóvenes no informaron sobre el abuso sexual previo . De los 40 que informaron de abuso sexual, el 47.5% se identificó como homosexual» (p.375).

108. Saghir y Robins encontraron que mientras menos del 6% de heterosexuales varones de menos de 19 años y el 0% de aquellos mayores de 19 años se masturbaban cuatro o más veces por semana, el 46% de los hombres homosexuales de menos de 19, 31% de los entre 20 y 29 años, y el 26% de aquellos de más de 30 años, lo hacían (p.49-50).

109. Beitchman: «…los niños de edad escolar de ambos sexos que han sido abusados sexualmente, como sus contrapartidas preescolares abusados, era más probable que expresaran conducta sexual inadecuada (ej.: masturbación excesiva, preocupación sexual, y agresión sexual), que los niños normales y los del control clínico» (p.544).

110. Goode: Nunca se habían masturbado – el 28% de mujeres sin experiencia homosexual contra el 0% de las que tenían experiencias homosexuales. Se masturbaron 6 veces o más en el último mes 13% de las que no tenían experiencias homosexuales, contra el 50% de las mujeres con experiencia homosexual.

111. Saghir y Robins encontraron que el 40% de hombres homosexuales pagaron o recibieron dinero por las relaciones sexuales, contra el 17% de los controles (que no eran homosexuales), que pagaron por él, y ninguno recibió. (p.81)

112. Fifield: «…un número alarmante de hombres y mujeres homosexuales (el 31.96%) están atrapados en un estilo de vida centrado en el alcohol.»

113. Saghir y Robins encontraron que el 30% de los homosexuales en su muestra reportaban beber en forma excesiva o tener dependencia alcohólica, contra el 20% de los heterosexuales (p.119).

114. Beitchman: «La revisión de los estudios que reportan sintomatología de adolescentes que han sido abusados sexualmente revelaron la presencia de depresión, baja autoestima e ideas de suicidio» (p.544).

115. Zucker: «…En general estamos de acuerdo con los que (p.ej.: Green 1972; Newman 1976; Stoller, 1978) creen que mientras más temprano comience el tratamiento, es mejor» (p. 281). «Ha sido nuestra experiencia que un número significativo de niños y sus familias pueden lograr cambiar mucho. En estos casos, el desorden de identidad de género se puede resolver completamente, y nada de la conducta o fantasías del niño sugiere que pueda haber temas de identificación sexual que permanecen problemáticos… Si consideramos todo, sin embargo, tomamos la posición de que en tales casos el clínico debiera ser optimista en lugar de pesimista, sobre la posibilidad de ayudar a los niños a hacerse más seguros en su identidad de género»(p. 282).

116. Newman: «Los niños femeninos, a diferencia de los hombres con desorden de género postpubertal, parecen reaccionar notablemente bien al tratamiento» (p. 684).

117. Newman: «Las bromas y el rechazo social por los muchachos iguales disminuyen, y son reemplazadas por la aceptación. Durante los primeros 12 a 24 meses de tratamiento, estos pacientes empiezan a disfrutar el ser aceptados como muchachos, y su aceptación es un refuerzo continuado y poderoso» (p.684).

118. Bradley: «Nuestra experiencia es que tales sufrimientos disminuyen radicalmente, y que la autoestimación mejora cuando los padres son capaces de valorar al niño y de apoyarlo y estimular la conducta sexual de su mismo sexo» (p.245).

119. Bates: «Parece probable que es la combinación de ser afeminado, temeroso, con aversión social; y la inmadurez, todas juntas constituyen razones suficientes para que los padres, las escuelas y otros busquen atención médica para tratar la conducta afeminada» (p.14).

120. Newman: «Las madres generalmente temen perder la compañía del hijo, a medida que se pone más masculino y por consiguiente son reacias a comenzar un programa de tratamiento» (p.684).

121. Garafalo: «Los muchachos gay y bisexuales pueden tomar más riesgos e involucrarse en comportamientos riesgosos a una edad más joven que los muchachos que se describen a sí mismos como heterosexuales. Los adolescentes gay, lesbianas y bisexuales tenían mayor tendencia a contemplar o intentar suicidarse, abusar del alcohol o de las drogas, participar en actividades sexuales riesgosas, o ser víctimas de ella, y a iniciar estas actividades a una edad más temprana.»

122. Osmond et al. hicieron una encuesta de hogares de hombres solteros, de 18 a 29 años de edad, y encontraron que de 328 hombres homosexuales, el 20.1% tuvieron un test de VHI positivo.

123. Stall: «…la prevalencia del uso de algunas drogas en esta muestra de una comunidad «gay» urbana es bastante alta, y hay diferencias significativas entre el número de drogas usadas por los homosexuales y los heterosexuales que contestaron. El descubrimiento de que un número considerable de hombres «gay» usan varias clases diferentes de drogas sugiere la posibilidad de que el uso combinado de las drogas es relativamente común entre los hombres gay» (p.71).

124. Signorille, citando a Steve Troy: «Es la edad del SIDA y pienso que la actitud de la gente es, ‘No sé cuánto tiempo voy a vivir…La mayoría de las personas que van a fiestas de nuestro grupo tienen VIH positivo, al menos así creo. ‘Su actitud es, voy a vivir para el momento presente.’ Las fiestas del grupo son la única salida que tenemos para el escapismo total. Lo desafortunado de esto es que cuando usamos drogas, nos desinhibimos mucho más. Cosas que no haríamos normalmente cuando estamos en nuestros cinco sentidos, las hacemos… Y, para decir la verdad, no puedo decir que yo … no puedo decir que no lo haya hecho yo también. Cuando la gente usa drogas, el riesgo de tener sexo no protegido es mayor –como diez veces mayor» (p.116).

125. Rekers: «Con fondos de investigación del National Institute of Mental Health, he demostrado experimentalmente un tratamiento afectivo para la «desordenada identidad de género de la niñez» que parece tener potencial para prevenir la orientación homosexual en los varones, si se aplica extensamente en la población.»

126. Mulry: «…Los hombres que no tomaban antes de tener relaciones tenían pocas posibilidades de envolverse en coito anal sin protección, mientras que el 90% de hombres que habían tenido al menos un episodio de coito anal sin protección también habían tomado, al menos algunas veces, antes de las relaciones sexuales.» El trabajo encontró: «una ausencia virtual de individuos que no bebían pero que se involucraban en el coito anal sin protección» (p.181).

127. Bell: El 62% de 575 hombres homosexuales en un estudio publicado en 1978 habían contraído enfermedades de transmisión sexual por contactos homosexuales.

128. Rotello: «¿Quién puede querer animar a sus hijos a involucrarse en una vida que los expone a tener un 50% de probabilidad de infección por el VIH? ¿Quién podría mantenerse neutral ante tal posibilidad? Si la razón para que la sociedad tolere la homosexualidad es que permite a los niños gay tener la misma oportunidad de alcanzar la felicidad, la razón está dañada sin remedio por la epidemia que impide la felicidad» (p.286).

129. Stall: «Aunque se usen diseños complicados, la eficacia de las intervenciones para la educación en la salud, para reducir el riesgo de infección por VIH, no ha podido ser demostrada en forma consistente…Más educación, durante períodos más largos, no pareciera ser efectiva para inducir cambios de conducta en hombres de alto riesgo crónico.» (p.883).

130. Calabrese, Harris y Easley estudiando una muestra de hombres gay viviendo fuera de las grandes comunidades homosexuales de la costa, encontraron que ni la participación en conferencias sobre el sexo seguro, leer folletos sobre sexo seguro, el recibir consejos de un médico sobre el SIDA, el ser examinados para anticuerpos contra el VIH, ni la terapia de consejo en un centro distinto, se asociaron con la participación en el sexo seguro.

131. Hoover: «La probabilidad sumada de seroconversión [de VIH- a VIH+] antes de la edad de 55 años es de alrededor del 50%, con seroconversión que puede continuar a los 55 años de edad y después. Dado que este grupo consiste en voluntarios que reciben una extensa educación sobre la transmisión del VIH-1, las tasas de seroconversión futuras de la población homosexual general pueden ser aún más altas que aquellas observadas aquí» (p.1190).

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La presente Declaración ha sido reproducida con el permiso de sus mismos autores, por Vida Humana Intermacional, la Sección Hispana de Human Life International, 45 S.W. 71 Avenue, Miami, FL 33144, EE.UU. Tel (305) 260-0525; Fax (305) 260-0595; http://www.vidahumana.org; e-mail:.

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