La Niña Blanca

Título: La Niña Blanca
Reportaje de Raúl Flores Martínez aparecido en «Código Topo», publicación suplementaria de la edición impresa del periódico mexicano Nuevo Excelsior con fecha 3 de noviembre de 2008
Copyright by Raúl Flores Martínez

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1. Intoducción

Santa Muerte. Un culto que se ha propagado de manera explosiva; inicialmente exclusivo de criminales y prostitutas, la adoración de este ente incluye ya, sacrificios humanos.

La Comadre, La Bonita, La Flaca, La Niña Blanca, la Señora. Son algunos de los motes con los que los seguidores del culto a La Santa Muerte deciden invocar a quien suponen les dará protección. Sacrificios humanos y de animales, además de rituales y oraciones son elementos que componen el lado oscuro de este socorrido culto.

En los últimos diez años el número de practicantes y creyentes en La Santa Muerte, se ha incrementado. Las historias generadas en torno a esta figura se multiplican y son transmitidas de manera oral principalmente entre los delincuentes.

En un principio, esta devoción fue profesada por criminales involucrados con el narcotráfico, algunos pandilleros y prostitutas, quienes solían pedirle favores a La Niña Blanca para salir bien librados de problemas o bien evitar «la cana» (la cárcel): posteriormente, este culto se fue esparciendo entre policías, soldados e incluso entre algunos políticos, actores y «fieles» devotos católicos que aseguran recibir «favores» de esta «divinidad».

Se estima que en México, el culto pagano a La Santa Muerte, cuenta con más de tres millones de creyentes. La imagen de una calavera que sostiene una guadaña en su mano derecha u al mundo en su mano izquierda, es venerada en santuarios edificados exprofeso en la Ciudad de México, Hidalgo y Querétaro, además de los cientos de altares colocados en colonias populares de prácticamente todo el país.

La base social del culto está integrada principalmente por personas de escasos recursos, excluidas de los mercados formales de la economía, de la seguridad social, del sistema jurídico y del acceso a la educación, además de un amplio sector social urbano y semi-rural empobrecido.

Los narcotraficantes tienen a Jesús Malverde como su principal «santo» y protector al que se encomiendan para tener éxito en el contrabando de droga, pero el éxito del culto a La Santa Muerte radica en ofrecer un refugio a los criminales, una imagen adecuada a su forma de pensar donde la violencia, vida y muerte están estrechamente unidas.

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2. Del Culto al crimen

En los últimos años el crimen organizado se ha refugiado en el culto a La Santa Muerte y la santería, lo que les permite crear códigos propios y símbolos para sus actividades ilícitas.

El fervor de este culto, que raya en el fanatismo, ha sido utilizado también por grupos delictivos, para marcar su territorio y evitar la invasión o la guerra entre las bandas de narcomenudistas.

El fanatismo ha orillado a los sicarios de los cárteles de la droga devotos del llamado Ángel de la Muerte a ofrecer sacrificios humanos con la finalidad de alcanzar el favor divino en sus actividades ilícitas.

Este tipo de sacrificios provocaron que el líder de la Iglesia Santa Católica Tradicional MEX-USA y encargado del santuario de La Santa Muerte, en la ciudad de México, David Romo, excomulgara a narcotraficantes devotos que ejecutan a rivales en nombre del culto.

De acuerdo con David Romo, los sacrificios humanos para rendirle tributo al Ángel de la Muerte, son una realidad, por ello, se tomaron «algunas medidas» para evitar que continúen estas prácticas sanguinarias.

«Empezó en Guadalajara con un grupo de fanáticos locos y lamentablemente malandrines que empezaron a ofrecer 120 vidas. Estamos profundamente escandalizados, por eso nosotros, cuando ocurrieron los asesinatos en Nuevo Laredo, decidimos retirar del exterior del templo la imagen que teníamos de La Santa Muerte como protesta, por un lado, y por el otro como forma preventiva para evitar que el día de mañana aquí afuera nos amanezca un muerto por un sacrificio».

Precisamente fue el 11 de mayo del 2007 cuando sicarios del Cártel del Golfo, dejaron los cuerpos de tres hombres de un cártel rival en un santuario a La Santa Muerte cerca de Nuevo Laredo en la frontera con Estados Unidos, escenarios de violentos choques entre narcotraficantes.

Otro hecho macabro en el que se involucró este culto ocurrió el pasado 28 de agosto en Yucatán, donde se localizaron 12 cuerpos decapitados que, de acuerdo a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, pertenecían a narcomenudistas.

La SSP federal divulgó el 30 de agosto, mediante un comunicado, que agentes federales ubicaron una palapa en Cancún, Quintana Roo, donde presumiblemente fueron incineradas las cabezas de los cuerpos decapitados hallados en Yucatán: en este lugar, según la autoridad se realizaban cultos a la Santa Muerte.

El ofrecimiento de asesinatos de rivales no es el único delito que se comete bajo el cobijo de esta invocación. La distribución y venta de droga en algunas zonas de la ciudad de México, principalmente en Tepito, áreas de Iztapalapa y la delegación Gustavo A. Madero, también se desarrollan pidiendo protección «divina».

De acuerdo con información proporcionada por distribuidores de droga, algunas revistas especializadas en la devoción de La Santa Muerte son utilizadas para enviar mensajes ocultos a narcomenudistas de zonas específicas en el Distrito Federal.

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3. Los altares de la muerte, un gran negocio

La rápida expansión del culto a La Santa Muerte han alcanzado niveles inesperados incluso por los iniciadores de esta nueva doctrina. Esto se debe al incremento de altares particulares y que son utilizados como negocios personales.

La construcción de estos altares en zonas como Tepito y las colonias Morelos y Buenos Aires, se hace principalmente con el dinero que deja el crimen organizado. Esta expansión «ilegal» del culto desencadenó incluso que la asociación que durante un tiempo mantuvo registro oficial del culto a La Santa Muerte, solicitara a las autoridades una revisión a los altares particulares para evitar que se «siga lucrando».

«Procedimos a realizar la petición a todas las autoridades tanto federales como locales y delegaciones o municipales, para que realicen la verificación de estos altares, la situación jurídica y en su caso procedan conforme a derecho por que de acuerdo a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, se deben abstenerse de perseguir fines de lucro» señaló David Romo Guillén líder del movimiento «oficial» del culto a La Santa Muerte.

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4. Secuestrador devoto

El Yaqui, un hombre joven que habitaba en la colonia Doctores decidió convertirse en secuestrador bajo el cobijo de la protección «divina»; su adicción a las drogas, el deseo de obtener dinero de manera fácil y las leyendas generadas en torno a este culto fueron suficientes para decidir «consagrarse» a La Niña Blanca.

De acuerdo con vecinos del altar ubicado en las esquina de las calles de Doctor Vélez y Doctor Neva, durante la misa que se celebró el primer día del mes de marzo del 2005, el joven de escasos 20 años, pidió a la imagen de La Santa Muerte, que lo protegiera y ayudara para secuestrar a una persona: a cambio ofrecía el diez por ciento del rescate.

Un mes después, El Yaqui bajó de un auto último modelo con un paquete de billetes de 500 pesos, el cual fue dejado a los pies de la efigie de la Santa Muerte. Esta historia, difícil de comprobar, se propagó rápidamente.

A partir de este momento, los delincuentes de la zona acudieron puntualmente a cambio de dejar el 10 por ciento de su botín; vecinos de la colonia Doctores aseguran que durante las «misas» que se celebra el primer día de cada mes se llega a juntar más de 200 mil pesos de limosna.

El dinero recaudado es para los encargados de los altares, quienes invierten una mínima parte en veladoras, vestidos, flores; lo demás es para uso personal y se dedica también para construir otros altares que en ocasiones son utilizados como puntos de venta y distribución de droga.

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5. Las recetas del crimen

El culto de La Santa Muerte y la Santería tiene diversos rituales para que sicarios, ladrones y secuestradores no sean detenidos por las autoridades una vez que han cometido sus ilícitos.

Los «trabajos» para que los delincuentes puedan ser «invisibles» ante los ojos de las autoridades son variados, el más sobresaliente requiere por lo menos de 23 ingredientes entre los que destacan el sacrificio de animales domésticos e incluso de aves de rapiña como los zopilotes.

De acuerdo con el libro Revelaciones, escrito por el difunto líder del movimiento llamado Santa Muerte Internacional, Jonathan Legaría Vargas, conocido como el Comandante Pantera, Padrino Endoque, existen diversas recetas para asegurar el éxito a los delincuentes.

Entre las recetas que recomienda el extinto líder del culto de La Santa Muerte, quien operaba en el municipio de Tultitlán, se encuentra «El Ritual del Delincuente» que consiste en sacrificar un zopilote adulto de cabeza roja, un conejo negro, además de proporcionar al curador un calcetín del pie derecho con un uso mínimo de 48 horas después de haber cometido el último delito.

También se requiere de «esencia de delincuente» y la pistola o cuchillo con la que se trabaja, para «limpiarlos» con esencias mágicas para «protegerlos» y de ésta manera evitar que los atrapen.

Esta receta debe realizarse en días y horas específicos porque de lo contrario, según el libro, la libertad de los delincuentes se pone en peligro. El ritual inicia rociando con un buche de ron a uno de los animales para «nublar los sentidos de las autoridades que pretendan detenerlo» antes de sacrificarlos.

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El finado Jonathan Legaría Vargas

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6. Su culto una degradación

Para el Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en Sociología, Roberto Bermúdez la práctica del culto a La Santa Muerte por parte de los delincuentes parte de una degradación que tiene la finalidad de generar miedo y a la vez buscar respeto entre sus enemigos. Agrega que el enlace entre una ejecución y un altar dedicado al Ángel de la Muerte denota significados ocultos que únicamente quienes se desenvuelven en el bajo mundo pueden interpretar como una muestra de poder por encima de lo divino. «En cierta forma se trata de un sacrificio dedicado a cierto espíritu o ente, pero de manera oculta pueden llevar un mensaje: tu te metes con nosotros y te vamos a decapitar o tu te metes con nosotros y te vamos a dejar tus huesos ahí tirados considera el especialista».

Los grupos delictivos siempre han utilizado a la muerte como una especie de mensajera en las ejecuciones; basta con observar lo que hacía la antigua mafia siciliana, que por ejemplo, a la hora de dejar su sello para advertir a sus enemigos, hacían la llamada «Corbata Italiana» que consistía en hacer un corte en la garganta y por ahí sacarle la lengua.

«Ante una situación como la que vivimos hoy, donde no pasa un día sin que tengamos seis u ocho muertos, los valores se están perdiendo y el cortar cabezas, el desollar se está volviendo parte de la cotidianidad que se incorpora al culto de La Santa Muerte» indicó el especialista.

A su vez, el teólogo y comentarista de temas religiosos Roberto O’Farrill Corona, considera que la apertura de esta secta a grupos delincuenciales tiene como única finalidad esparcir entre los delincuentes la idea de tener una «buena muerte», es por ello el explosivo crecimiento de este culto en el país. «Me parece que este aparente éxito, de esta aparente devoción es el resultado de personas que llevando actividades ilícitas y peligrosas, saben que se pueden encontrar con la muerte en cualquier momento y a cambio de no dejar esa actividad y volver con bien, establecen una especie de alianza con un ente que piensan que los protegerá».

Las alianzas «divinas» que en su creencia entretejen con fervor los integrantes devotos de la delincuencia organizada, se realizan para salir librados de sus enemigos y para que en caso de que sean heridos, su muerte sea instantánea; de ahí el éxito de un culto a la violencia, al crimen y al temor, pero sobre todas las cosas, un culto permanente a la muerte.

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