Posteado por: B&T | viernes, diciembre 16, 2011

Los tres errores de los finiyitas (Feeneyites)

Título: Los tres errores de los finiyitas (Feeneyites)
Autor: R.P. François Laisney, FSSPX
Tomado de la página de la FSSPX Distrito EE. UU.
Original en inglés: The three errors of the Feeneyites -1998-
Traducción: Alejandro Villarreal -dic. 2011- Traducido y publicado aquí sin el permiso expreso del autor

Publicado originalmente en la revista The Angelus de septiembre de 1998, este artículo es un seguimiento del artículo del R.P. Joseph Pfieffer en The Angelus de marzo de 1998. Parece que algunos seguidores del P. Feeney objetaron esta convincente disertación acerca del «bautismo de deseo». En justicia, el objeto de este artículo del P. Laisney es clarificar los tres principales errores de los seguidores del P. Feeney, y explica la razón por la que ellos niegan la enseñanza común de los teólogos católicos respecto al “bautismo de deseo”.

Primer error: Malinterpretación del dogma: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”.

R.P. François Laisney, FSSPX

El primer error de aquellos quienes siguen las doctrinas del P. Leonardo Feeney, comúnmente conocidos por el término inglés “Feeneyites”, es que malinterpretan el dogma “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Los finiyitas malinterpretan esto como «sin bautismo de agua no hay salvación».

Nota de B&T: El término del inglés “Feeneyite” se podría adaptar al castellano con la palabra “Finiyita”, que es la que se utilizará en esta traducción. Es también común el uso informal en castellano del término “feeneyitas”, el cual no me parece el más acertado, ya que la fonética inglesa de este apellido (Feeney) es “fiini”.

San Cipriano (c. 210-258) fue el primer santo católico que utilizó en sus escritos [1] la expresión «extra Ecclesiam nulla salus» (Fuera de la Iglesia no hay salvación). En el mismo pasaje que utiliza esta frase, San Cipriano también expresa que el bautismo de agua es inferior al bautismo de sangre, ya que el bautismo de sangre, dice él, no tiene fruto fuera de la Iglesia, ya que “fuera de la Iglesia no hay salvación», el bautismo de agua tampoco tiene fruto fuera de la Iglesia, la razón de esto es que éste imprimiría en carácter del bautismo pero no otorgaría la gracia santificante, es decir, la justificación, la cual abre las puertas del cielo.

En el siguiente párrafo, San Cipriano enseña, con todos los padres doctores, papas y la unanimidad de los teólogos, que el bautismo de sangre, esto es, morir por la Fe Católica, es el más glorioso y perfecto de todos los bautismos, explícitamente afirmando, “incluso sin el agua”. En el párrafo siguiente a éste, San Cipriano enseña que los fieles católicos quienes, sin culpa de su parte, fueron recibidos dentro de la Iglesia Católica sin un bautismo válido [2], aún irían al Cielo. Esto es decir que ellos morirían con el requisito de la fe católica y la caridad necesarias para ir al Cielo, aunque sin las aguas del bautismo. Estos requisitos son exactamente las condiciones del “bautismo de deseo”.

¿Por qué no entonces creer el dogma «fuera de la Iglesia no hay salvación» con el mismo sentido y la opinión –in eodem sensu eademque sententia– [3] con que toda la Iglesia católica lo ha enseñado desde el principio, es decir, incluyendo los “tres bautismos”? El P. Leonardo Feeney y sus seguidores le han dado un nuevo significado y una nueva interpretación a este dogma.

Esta interpretación tradicional a este dogma, incluyendo los “tres bautismos”, es lo que sostuvieron  San Cipriano, San Ambrosio, San Agustín, San Fulgencio, San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio, San Alfonso de Ligorio, el Papa Inocencio II, el Papa Inocencio III, el Concilio de Trento, el Papa Pío IX, el Papa Pío X, etc., y unánimemente todos los teólogos (anteriores a los modernistas). San Alfonso dijo: “Es de fide (es decir, pertenece a la Fe Católica), que hay algunos hombres que se salvan sólo por el bautismo del Espíritu». [4]

La interpretación tradicional a «fuera de la Iglesia no hay salvación» fue aprobada por el Concilio de Florencia (1438-1445). Los Padres Conciliares presentes hicieron suya la doctrina de Santo Tomás sobre el bautismo de deseo, diciendo que, en cuanto a los niños, no se debe esperar otros 40 u 80 días para su instrucción, ya que para ellos “no existe otro remedio» [5]. Esta expresión fue tomada directamente de Santo Tomás (Summa Theologica, IIIa, Q.68, A. 3) y se refiere explícitamente al bautismo de deseo (ST, IIa, Q.68, A. 2). A pesar del hecho de que el Concilio de Florencia se esposó con la doctrina de Santo Tomás de Aquino, ¡es desconcertante que los finiyitas se opongan a este concilio y a Santo Tomás!

«… Porque si son niños no debe diferirse el bautismo. Primero, porque no se puede esperar de ellos una mayor instrucción o una conversión más plena. Segundo, ya que a ellos no se les puede auxiliar con otro remedio más que con el sacramento del bautismo…» Summa Theologica, IIIa, Q.68, A. 3 [http://hjg.com.ar/sumat/d/c68.html]

Ninguno de los argumentos de los finiyitas tiene valor contra la roca de la Tradición, pero, con el fin de ser consistentes, refutemos dos más de sus principales errores.

Segundo Error: La doctrina del bautismo de deseo es opcional.

Los finiyitas presentan la doctrina de la Iglesia del bautismo de deseo como una cuestión de ser libremente discutida dentro de la Iglesia: «…lo que equivale a una diferencia académica que debe ser resuelta por la Iglesia» [6]. Si este fuese el caso, cada escuela de pensamiento entonces la habría aceptado hasta que el papa hubiese finalmente definido esta doctrina. Esto es falso. El error aquí es afirmar que sólo aquello que ya ha sido definido pertenece al depósito de la Fe, y todo lo demás está abierto a la libre discusión. La verdad es que uno debe creer todo lo que pertenezca al depósito de la Fe, tanto lo que ya ha sido definido, como lo que todavía no ha sido definido, sino unánimemente enseñado por la Iglesia.

Tal es el caso de la doctrina sobre el bautismo de deseo, la cual los finiyitas por propia admisión han dicho: «… Esta enseñanza (sobre los tres bautismos) por supuesto fue la enseñanza común de los teólogos desde el principio de este milenio (desde 1000 AD)» [7] Sin embargo, esta no fue sólo «la enseñanza común de los teólogos», ¡sino también de los papas, Doctores de la Iglesia y los santos! Adicionalmente, se encuentra incluso antes del milenio referido, en los primeros años de la Iglesia, sin hacerse presente una sola voz discordante.

Por lo tanto, uno debería creer en la doctrina de los “tres bautismos”, como perteneciente a la Fe Católica, aunque no definida todavía. Esta es la razón por la que San Alfonso puede decir, como ya hemos reportado: «Es de fide…»

Concedemos que si un punto de doctrina aún no está definido, uno puede ser excusado en caso de ignorancia o podría permitirse discutirse sobre alguna precisión dentro de la doctrina. En el caso del bautismo de deseo, por ejemplo, tenemos permitido discutir cuán explícita debe ser la Fe Católica en un bautismo de deseo. Pero no está permitido el simplemente negar el bautismo de deseo y rechazar la doctrina en sí. El rigorismo siempre tiende a destruir la verdad.

Aquel quien niegue un punto de doctrina de la Iglesia, sabiendo que ha sido enseñado unánimemente en la Tradición de la Iglesia, incluso cuando no ha sido definido, no lo hace sin llevar un pecado contra la virtud de la Fe, «sin la cual (la Fe) ninguno jamás será justificado» [Denzinger, The Sources of Catholic Dogma (Las Fuentes del Dogma Católico), 799; en adelante abreviado Dz]

Tercer Error: El Concilio de Trento enseña que el bautismo de deseo es suficiente para la justificación, “pero no para la salvación”.

Ofreceremos una introducción a esta sección diciendo que el Concilio de Trento claramente enseña que el bautismo de deseo es suficiente para la justificación. El Concilio anatematiza a todo aquel que crea lo contrario. Está declarado explícitamente en la Sesión VII, Canon 4 sobre los sacramentos en general:

«CAN. IV. Si alguno dijere, que los Sacramentos de la nueva ley no son necesarios, sino superfluos para salvarse; y que los hombres sin ellos, o sin el deseo de ellos, alcanzan de Dios por sola la fe, la gracia de la justificación; bien que no todos sean necesarios a cada particular; sea excomulgado.» [http://www.multimedios.org/docs/d000436/p000002.htm#1-p0.6.1.1] [La fuente en inglés: The Church Teaches (Las Enseñanzas de la Iglesia), 668; Dz 847]

Debemos ser cautelosos con las traducciones ambiguas del original en latín (la precisión del latín es suprema y debe respetarse). En un folleto publicado por los finiyitas titulado: “Deseo, Justificación y Salvación en el Concilio de Trento”, contiene una traducción ambigua del fragmento correspondiente a la Sesión VI, Capítulo 7 (Dz 799):

«… la causa instrumental (o justificación) es el sacramento del bautismo, el cual es el “sacramento de la fe”, sin el cual nadie jamás será justificado…»

Ahora, el latín dice: «sine qua nulli unquam contigit iustificatio.» Por lo tanto, en el original en latín, la frase “sin el cual” (o, en el latín original, “sine qua”, es un pronombre femenino en concordancia con un sustantivo femenino) se refiere a la fe (sustantivo femenino en latín) y no a “sacramento” (sustantivo neutro en latín que debe ligarse, en concordancia, a un pronombre neutro). Si fuese el “sacramento” lo que los Padres Conciliares desearon enfatizar “sin el cual nadie jamás será justificado”, entonces debieron haber escrito “sine quo”.

La traducción inglesa del Capítulo 7 puede encontrarse con precisión en The Church Teaches (TCT 563), y refleja el original en latín [The Church Teaches, TAN Books & Publishers]. En esta edición, esta importante declaración es correctamente traducida:

«…The instrumental cause (or justification -Ed.) is the sacrament of baptism, which is the ‘sacrament of faith’; without faith no one has ever been justified.»

«…La instrumental (o justificación), además de estas, es el sacramento del bautismo, que es sacramento de fe, sin la cual ninguno jamás ha logrado la justificación.» [http://www.multimedios.org/docs/d000436/p000001.htm#0-p0.5.1]

La correcta traducción del original en latín expresa la enseñanza tradicional de la Iglesia y refuta el error de los finiyitas.

Cuando se lee cuidadosamente el Concilio de Trento, podemos ver que éste enseña:

«…se debe tener por cierto, que ninguna otra cosa falta a los mismos justificados para creer que han satisfecho plenamente a la ley de Dios con aquellas mismas obras que han ejecutado, según Dios, con proporción al estado de la vida presente; ni para que verdaderamente hayan merecido la vida eterna (que conseguirán a su tiempo, si murieren en gracia) (ver Ap. XIV, 13; 606, can. 32): pues Cristo nuestro Salvador dice: “Si alguno bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed por toda la eternidad, sino logrará en sí mismo una fuente de agua que corra por toda la vida eterna.”» (ver Jn. IV, 13 ss.) [8] [Sesión VI, Cap. 16; Dz 809] [http://www.multimedios.org/docs/d000436/p000001.htm#0-p0.5.1]

En otras palabras, la salvación, la cual es el fin de la vida del cristiano sobre la tierra, sólo requiere perseverancia en el estado de gracia recibido en la justificación, la cual está desde el principio de la vida cristiana sobre la tierra. El Bautismo es el sacramento de la justificación, el sacramento del principio de la vida cristiana. Si alguien ha recibido la gracia santificante, la cual es la realidad del sacramento –res sacramenti– del bautismo, esa persona sólo necesita perseverar en esa gracia para ser salvo. Perseverar en la gracia requiere de obediencia a los Mandamientos de Dios, incluyendo el mandamiento de recibir el sacramento del bautismo. Así, permanece para esta persona la obligación de recibir el bautismo de agua. Pero, esto no es absolutamente necesario (necesidad del medio), ya que ya habría recibido por la gracia el último fruto de ese medio. Aún sería necesario, en virtud del precepto de Nuestro Señor, ser bautizado por agua. Cuando las circunstancias independientes a nuestra voluntad nos previenen de cumplir con tal precepto, el principio enseñado por San Ciprián, San Ambrosio, San Agustín y otros, debe ser aplicado: «Dios toma la voluntad como un acto» [9]. Esto significa que Dios acepta la intención de recibir el sacramento del bautismo como equivalente a la recepción real del sacramento.

Es falso pretender que el Canon 4 de la Sesión VII (TCT 668) del Concilio de Trento, citado arriba, sobre los “Sacramentos en General, trata sobre la justificación como algo opuesto a la salvación. El deseo es explícitamente mencionado en este canon, cuando utiliza la expresión «aut eorum voto», se admite que la gracia de la justificación puede obtenerse por el deseo de los sacramentos. También es falso decir que el Canon 5 sobre el Sacramento del Bautismo, en la Sesión VII del Concilio de Trento trata sobre la salvación como algo opuesto a la justificación. Por supuesto, el Canon 4 (de la Sesión VII), trata explícitamente de la necesidad de los sacramentos “para la salvación”. En este contexto, la expresión “gracia justificante” aparece manifiestamente como el único requisito esencial para la salvación, como fue enseñado explícitamente en la Sesión VI, Capítulo 16. Lo cual, dicho esto de los sacramentos en general, aplica a cada sacramento en particular, sin necesidad de repetirlo cada vez. El razonamiento simplista que no tiene en cuenta la enseñanza de la Iglesia sobre el bautismo de deseo, sólo llega a falsas conclusiones.

No es necesario repetir la cláusula «re aut voto» para que sea más cierta, ya que el bautismo de deseo es una excepción, un caso especial, no el caso normal. Uno no necesita mencionar las excepciones cada vez que se habla de una ley. Por ejemplo, existen muchas definiciones de la Iglesia sobre el pecado original que no mencionan a la Inmaculada Concepción, ¡pero esto no invalida la Inmaculada Concepción! Por ejemplo, el Papa San Zósimo escribió: «nullus omnino» (absolutamente nadie) (Dz 109a) estaba exento de la culpa del pecado original. Tal “definición” debe entenderse como la Iglesia la entiende, esto es, en este caso particular, sin incluir a la Santísima Virgen María. De la misma manera, es suficiente que el bautismo de deseo sea explícitamente enseñado por la Iglesia, por el Concilio de Trento, en algún lugar, pero no es necesario esperar que aparezca en cada página de sus enseñanzas. El omitir una excepción no es una negación. Es importante recordar este principio para no dejarse engañar por las estrategias de los finiyitas. Ellos acumulan citas sobre la necesidad general del bautismo, como si éstas estuviesen en contra del bautismo de deseo, ¡pero las personas que citan sostienen explícitamente la enseñanza común sobre el bautismo de deseo¡ Estos personajes tienen que ser entendidos «en el mismo sentido y con las mismas palabras» con que la Iglesia siempre lo ha entendido, lo cual significa incluir al bautismo de sangre y/o el de deseo, junto con el de agua.

La falta de una apropiada teología tomista es la raíz del error finiyita.

 Para remediar los errores del Modernismo, San Pío X ordenó el estudio de la filosofía y teología de Santo Tomás de Aquino. Un libro como Desire and Deception (Deseo y engaño) [10], escrito y publicado por finiyitas, es muy peligroso por su oposición a Santo Tomás. Escuchemos a San Pío X:

«…queremos, y definitivamente mandamos, que la filosofía escolástica se ponga por fundamento de los estudios sagrados… Lo principal que es preciso notar es que, cuando prescribimos que se siga la filosofía escolástica, entendemos principalmente la que enseñó Santo Tomás de Aquino… Y a los maestros les exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio.» [11] [http://www.vatican.va/holy_father/pius_x/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis_sp.html]

En obediencia, debemos considerar la teología sacramental de Santo Tomás de Aquino, el distingue tres elementos en cada sacramento:

1. Signo exterior, llamado sacramentum tantum – el sacramento en sí mismo, significando y produciendo los otros dos elementos. Este signo exterior se compone de materia, como el agua, y de forma, como las palabras del sacramento.

2. Realidad intermedia, llamada sacramentum et re – sacramento y realidad, el cual, en el caso del bautismo, es el carácter. Esta realidad intermedia es significada y producida por el signo exterior y además significa y produce el tercer elemento.

3. Última realidad, res sacramenti – la (última) realidad del sacramento, la cual es la gracia sacramental, es decir, la gracia santificante, como fuente de otras gracias actuales para vivir como hijos de Dios, como soldados de Cristo, etc.

Un sacramento podría ser válido pero infructuoso. Para ser válido, el signo exterior necesita constar de materia y forma válida, intención y ministro apropiados. Si éstos están presentes, entonces siempre significará y producirá el segundo elemento. Para ser fructífero, no deben existir obstáculos, por lo tanto, el bautismo en las iglesias herejes, si se realiza con la materia, forma e intención apropiadas, otorga el carácter del bautismo pero no la gracia santificante. La persona así permanece con el pecado original y los pecados actuales. No se convierte en hijo de Dios. El bautismo es así privado de su último efecto, el más importante, debido al obstáculo de una falsa fe, es decir, de la herejía. De la misma manera, el bautismo en una Iglesia católica de una persona apegada a sus pecados, por ejemplo una persona que roba, pone un obstáculo que priva a su bautismo de su último efecto, esto es, de la gracia santificante.

Es un hecho que uno puede ir al infierno a pesar de tener el carácter del bautismo, aún así, sabemos que hay santos en el cielo, como los santos del Antiguo testamento (Abraham, David, etc.) quienes no tuvieron el carácter del bautismo. Sin embargo, nadie que haya muerto con la gracia santificante va al infierno, dice el Concilio de Trento. Por el contrario, nadie que haya muerto sin la gracia santificante va al cielo.

Para el tercer elemento del bautismo, es decir, la infusión de la gracia sacramental, la necesidad del bautismo para la salvación es absoluta. El tercer elemento puede encontrarse en cada uno de los “tres bautismos” e incluso más perfectamente en el bautismo de sangre, que en el bautismo de agua, como es la enseñanza constante de la Iglesia. De aquí que la enseñanza común sobre la necesidad del Bautismo [12] incluya los “tres bautismos”.

La necesidad del elemento exterior del bautismo, el #1 antes citado, es decir, el sacramento en sí mismo, es relativo al tercer elemento como el único medio a nuestra disposición para recibir el tercer elemento, esto es, la Fe viva. El sacramento en sí mismo es «… sacramento de fe, sin la cual ninguno jamás ha logrado la justificación.», dice el Concilio de Trento (TCT 563). Véase cómo el Concilio de Trento claramente establece la absoluta necesidad del tercer elemento, es decir, la fe viva, ¿la fe que trabaja a través de la caridad? Uno encuentra la misma distinción en la Sagrada Escritura, en el Evangelio de San Juan (cap. III). Aquello que es absolutamente necesario es el nuevo nacimiento, esto es, la infusión de nueva vida, la gracia santificante, la vida de Dios en nosotros. Cinco veces Nuestro Señor insiste sobre la necesidad de renacer, “nacer del Espíritu”. El agua es mencionada sólo una vez como el medio de tal renacimiento, el único medio a nuestra disposición. Esto no significa limitar el poder de Dios, El puede infundir esta nueva vida, la justificación, incluso sin agua, como lo hizo con Cornelio (Hechos X).

Existe una confusión espantosa en los escritos de los finiyitas cuando tratan acerca del carácter sacramental y con lo que ellos se refieren como “justicia cumplida/incumplida”, Su confusión es respecto al segundo y tercer elemento (ver arriba) de la teología sacramental de la Iglesia Católica. Me atrevo a añadir, con San Pío X, sobre la causa de su error, ¿es cierto orgullo que los hace más apegados a su novedad, que a las antiguas enseñanzas de los papas, padres, doctores y santos?

Conclusión.

«Hermanos, el deseo de mi corazón y la súplica que elevo a Dios, es a favor de ellos para qué sean salvos. Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios, pero no según el conocimiento…» Rom. X, 1-2. [Traducción de Mons. Juan Straubinger -TMJS-]

Cuánto deseo, y pido por ello, que renuncien a su error respecto al bautismo de deseo y de sangre, ellos deberían abrazar toda la Fe católica. ¡Su error caricaturiza la Fe católica y les da muy fácilmente armas a los enemigos del dogma!

«Por cuanto ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios…» Rom. X, 3 [TMJS]

Debemos defender la Fe católica, defender la absoluta necesidad de la gracia santificante interior como inseparable de la verdadera fe, esperanza y caridad, y la necesidad de los sacramentos exteriores «re aut voto – en realidad o al menos en deseo» como lo enseña el Concilio de Trento.

En esta época de confusión en la enseñanza de la Iglesia, debemos apegarnos lo más posible a la inmutable enseñanza de la Tradición de la Iglesia, creyendo lo que la Iglesia siempre ha creído y enseñado «con el mismo sentido y las mismas palabras», sin cambiar una iota a la derecha o a la izquierda, ya que caer en la Fe por un lado u otro, todavía es caer de la verdadera Fe, «sin fe ninguno jamás ha logrado la justificación» (Concilio de Trento, TCT 563).

Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo que les conceda la luz para ver y la gracia para aceptar la antigua enseñanza de nuestra santa Madre la Iglesia, por medio de sus papas, padres, doctores y santos, y que, corrigiéndose ellos, puedan servir a la Iglesia en lugar de cambiar su doctrina.

Notas.

  1. Letter no. 73 (§21) to Jubaianus in 256.
  2. Having received an invalid baptism outside the Church, and being received into the Church without being at least rebaptized under condition. It was a hypothetical case at the time of St. Cyprian (in this was he in error) but it probably happens in some cases today, due to the laxity when receiving converts.
  3. Denzinger, The Sources of Catholic Dogma, 1800, Vatican I, de fide.
  4. «Baptism of the Spirit» is another name for baptism of desire, by the grace of the Holy Ghost; De Baptismo, cap. 1.
  5. In the very decree Cantate Domino to the Armenians so often quoted by the Feeneyites (Dz 712).
  6. Mancipia, July 1998, p.3.
  7. Mancipia, July 1998, p.2.
  8. Session VI, Chapter 16, Dz 809.
  9. For instance, in regards of a sick person in the hospital who cannot accomplish the precept of assisting at Mass on Sundays and feast days, his will to fulfil the third commandment is sufficient (ST, IIIa, Q.68, A.2, ad 3).
  10. Is it through ignorance, or by projecting his preconceived ideas, that the author claims that the Council of Florence «passed non-Thomist decrees» (p.47)?  Now to claim, as in Desire and Deception, that the Cantate Domino rejects baptism of blood is simply to ignore that the passage in question is a quote of St. Fulgentius, who, in the very same book from which that quote is taken, explicitly teaches baptism of blood. Council Fathers never quote a Father of the Church against the mind of such holy authors.
  11. Pascendi, Sept. 8, 1907.
  1. As in the Council of Trent, Canons on the Sacrament of Baptism, Canon 5: «If anyone says that baptism is optional, that is, not necessary for salvation: let him be anathema» (Dz 861, TCT 691).
    Canon 2 (Dz 858, TCT 688) does not deal with the necessity of baptism, but with the nature of the sacrament. It defines that real water, not symbolic, is of the nature of the sacrament: «If anyone says that true and natural water is not necessary in baptism, and therefore interprets metaphorically the words of Our Lord Jesus Christ, ‘unless a man be born again of water and the Holy Spirit’ (Jn. 3:5): let him be anathema.» Water, real water, belongs to the first element of sacrament, the exterior sign.
    Thus one sees clearly the sophism of the Feeneyite pamphlet where it is written: «In terms of a syllogism we have the infallible major premise: ‘baptism is necessary for salvation’ and the infallible minor premise: ‘true and natural water is necessary for baptism,’ and the infallible conclusion. ‘true and natural water is necessary for salvation.’» Here one finds a classical error of logic: the middle term «baptism» is not taken in the same acceptation in the major and the minor. The major applies absolutely to the third element of baptism, res sacramenti, the ultimate reality of the sacrament, i.e., the new birth, the new life of sanctifying grace, which is found in the «three baptisms.» It applies only relatively to the first element of baptism as explained above. The minor deals only with the first element of baptism, sacramentum tantum, of which the matter is real water and not symbolic water, as some Protestants were saying. The very saints the Feeneyites offer for admiration and imitation in their publications themselves taught baptism of desire! St. Alphonsus, and certainly all the holy Redemptorists after him is the most forceful in favor of baptism of desire, saying that it is de fide that there are some men saved also by the baptism of the Spirit.

Traducción de Alejandro Villarreal de bibliaytradicion.wordpress.com

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Respuestas

  1. Estoy de acuerdo contigo, Alejandro, en este punto. Los Hermanos Dimonios yerran al sostener su propia versión equivocada del concepto «fuera de la Iglesia Católica no hay salvacion». Y gracias por tan buen resumen de la situación.


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